por Octavio Nogales Hidalgo
La instrucción pública es, tal vez, el principal derecho del ciudadano, a que se le respete y fomente, y el primero de los deberes, pues, del Estado, al que corresponde atender como base y principio de todo el progreso social de un pueblo culto.
Y esto es tan verdad, que cualquiera de los aspectos que consideremos de un aumento de bienestar humano, tiene su origen en un principio de cultura; así son todas las grandes consecuciones del orden material, y no digamos las decantadas libertades políticas, que no son posibles para gobernantes y gobernados, sino en una sociedad donde el presupuesto de Instrucción pública supere al de los cuerpos para mantener el orden público.
Escribimos esto a motivo de que ha podido correr la especie de la posible supresión o desaparición de los institutos locales de Segunda Enseñanza, instalados por el Gobierno de la Dictadura, como una necesidad apremiante, a la que no se podía contener en la necesaria difusión de la instrucción pública española y el aumento de su grado, cada vez más preciso para el ciudadano moderno que oye y ve cosas en torno de él, a las que tiene el derecho de posesión su inteligencia.
La segunda Enseñanza no es un coto cerrado para una clase social determinada; ni debe esta vedada al pequeño recurso económico popular. Multiplicar sus posibilidades para los pueblos y los ciudadanos, es, repetimos de nuevo, el deber de todo Gobierno.
Y no podía el Gobierno actual, que trae intenciones renovadoras de normalidad política y garantías ciudadanas, ir para atrás en asunto de tan vital transcendencia para la nación, como es el acervo de su cultura.
Fomentar esta, aumentándola y perfeccionándola, es el deber inexcusable en todo caso; y no se podrá hablar jamás de economías en el exiguo presupuesto español de Instrucción pública.
Y, como no podía menos de suceder, el actual ministro de Instrucción, don Elías Tormo, de formación y procedencia universitarias, ha desmentido, de manera rotunda, esa especie alarmista publicada en algún periódico, afirmando que jamás se pensó en suprimir ninguno de los institutos últimamente creados.
Podemos comprender de dónde y por qué vienen esas noticias. La Segunda Enseñanza es un medio e instrumento de formación muy goloso para ciertos elementos que se dedican, fuera de su deber, a ella. Además, y en aquel ambiente, queda casi reducida a los poderosos, a los que pueden disponer de ciertos recursos, que le libren de la opresión a que queda obligada la ignorancia.
El establecimiento de institutos, en todos los pueblos donde vaya siendo posible, es, así, una formidable batalla, que la difusión de la cultura da a cuanto por falta de ella se sostiene, y no es extraño el que algunos puedan desear su reducción.
Pero no será así, según manifiesta el mismo ministro; según es de derecho del tiempo y según son de firmes las aspiraciones del pueblo, en su verdadera representación.
Hay y habrá institutos de Segunda Enseñanza, cuantos más puedan; porque este grado de cultura no es puramente profesional, sino de formación de la inteligencia, y no se debe pretender limitar esta a la instrucción primaria.
Porque así a la conocida y verídica frase de: “abrir una escuela es cerrar una cárcel”, podemos agregar esta otra, que se nos ocurre ahora: “abrir un instituto es tal vez cerrar un cuartel…”
* * *
Me ha parecido interesante, con motivo de la exposición y charla dedicadas por la Casa de Cultura de Cangas de Onís a Gonzalo del Campo y del Castillo, traer al blog este artículo de Octavio Nogales, compañero suyo en el instituto local, donde interpreta la situación de la educación en España al inicio de una década tan decisiva en la historia reciente de nuestro país. El artículo fue publicado en El Popular, Cangas de Onís, año XI, núm. 461, 13 de marzo de 1930, p. 2.

* * *
Octavio Nogales Hidalgo, natural de Villanueva de la Reina (Jaén) donde nació hacia 1893, fue nombrado profesor de Geografía e Historia del Instituto Local de Segunda Enseñanza de Cangas de Onís el 13 de octubre de 1928. En el mes de septiembre del año anterior había sido nombrado ayudante de Letras en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Córdoba. No he podido comprobar con certeza lo relativo a sus estudios superiores. Su expediente académico nos remite a la Escuela Normal de Maestros de Sevilla; leemos que es licenciado en Filosofía y Letras y él mismo menciona que hizo su doctorado en Historia en la Universidad de Madrid (en la nota introductoria de su trabajo biográfico sobre Sebastián de Belalcázar).
Cuando toma posesión de su cargo en el instituto de Cangas de Onís, Nogales tenía una bien ganada fama de publicista culto e ilustrado pues en las primeras décadas del siglo XX es colaborador habitual en revistas y periódicos cordobeses, como el Diario de Córdoba, La Voz y la Revista Popular. En 1921 publica el Poema místico de la mujer cordobesa (Córdoba, Imp. La Comercial, 1921), con dibujos de Enrique Moreno. Una segunda edición vio la luz en Gijón, en el año 1974, ilustrada con cuadros de Julio Romero de Torres y Rafael Botí. Diversos trabajos suyos se imprimen en el Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba: El pintor místico del amor : Julio Romero de Torres y su arte (año I, núm. 2, octubre a diciembre, 1922, pp. 67-81); Ensayo biográfico sobre el arte escultórico de Mateo Inurria (año II, núm. 6, octubre a diciembre, 1923, pp. 85-103; El antiguo Hospital de la Caridad, actual Museo provincial de Bellas Artes de Córdoba (año III, octubre a diciembre, 1924, núm. 10, pp. 365-373); Boceto para una síntesis del significativo geográfico histórico de la Península Ibérica (año VI, núm. 20, octubre a diciembre, 1927, pp. 31-43).

En septiembre de 1933, Octavio Nogales fue nombrado profesor de Geografía e Historia del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Ponferrada del que será director en octubre de 1937. En junio de 1947 es nombrado profesor adjunto de Historia General de España, Geografía General y de España y Paleografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo. Ese año publicó Ensayo de investigación biográfica sobre el adelantado Sebastián de Belalcázar (Revista de la Universidad de Oviedo. Facultad de Filosofía y Letras, año VIII, núms. 45-46, setiembre-diciembre, 1947, pp. 57-91). Posteriormente, será profesor de Geografía e Historia en el Instituto femenino de Oviedo, trasladándose en el año 1959 al masculino de la misma ciudad, en el que se jubilará tres años después.
Andaluz de alma cordobesa, Octavio Nogales Hidalgo enraizó en la Asturias de su esposa, Etelvina Fernández Nevares, hija de Javier Fernández Alonso, maestro nacional de Beceña y alcalde de Cangas de Onís en 1923. Habían contraído matrimonio el 18 de junio de 1930, en la “Gruta de Covadonga”, oficiando el enlace su compañero en el instituto, el canónigo Eduardo Grossi Hevia.
Muy ad hoc
Muchas gracias por este aporte
Me gustaMe gusta