El que va de romería se arrepiente al otro día suele decir el vulgo, cuando de ellas se trata, pero yo no estoy conforme… hasta cierto punto.
Que tiene mucho de verdad el dicho del poeta no admite discusión; por eso cuando se trata de una romería de pocos alicientes, con no asistir, asunto concluido. Pero tratándose de Nuestra Sra. de Abamia en Corao, ¿quién resiste a la tentación? Cuasi ninguno que tenga humor.
Corao, por su situación topográfica, su comercio, sus abundantes casas de nueva construcción y la unión y buena armonía entre sus habitantes, son motivos más que suficientes para que cada año vaya progresando.
Y por consiguiente, a medida que trascurren los años, las funciones religiosas y profanas vayan llevando allí más contingente de fieles y romeros.
En este pueblo se hacen las cosas con tiempo y premeditación. Los gastos, que no fueron pocos, los ocasionados en los festejos de este año, estaban ahorrados del anterior, así que para el año venidero lo tiene del de este.
De este modo, comprendido está que no valen pretextos como acostumbran en muchas otras partes, sin ir más lejos como Cangas, capital y todo del concejo, de que carece de fondos. Hágase lo que don Manuel Blanco Escandón, que el primer año de su regencia en dicha parroquia los sufragó de su bolsillo particular, y los que se recaudaron en ese año se guardaron para el sucesivo y así hasta la fecha.
Sirva esto de ejemplo y lección para los demás pueblos y… vamos al grano, a lo que estábamos, a dar cuenta de los festejos de Nuestra Señora de la Asunción en Corao.
A las cinco de la tarde del día 14 recorrieron la calle principal de Corao el hermoso piano manubrio de Ludopi, tocando el precioso pasodoble El puñao de rosas, al que le siguieron las demás músicas que se irán mencionando. Seguidamente se verificaron en la provisional iglesia las vísperas.
Daban las nueve cuando ya el sitio conocido por La Bolera se hallaba profusamente iluminado a la veneciana, comenzando la verbena, con los estampidos de gruesos palenques y los toques de piezas bailables de las músicas, las cuales alternaban colocadas en un kiosco levantado ex-profeso. En los intermedios se quemaron variados fuegos artificiales a cual más caprichoso, a cargo del pirotécnico de Pola de Siero.
Los bailes se verificaron con orden: los niños a un lado y la mocedad a otro; esto debiera hacerse en todas partes para más holgura de los bailadores. A las dos de la madrugada se retiró la gente para entregarse a Morfeo. A esta hoguera asistieron bastantes jóvenes de esta villa.

A las once del día siguiente dio principio la solemnidad religiosa con procesión por la carrera de costumbre, por este orden: pendón y estandarte, siete hermosos ramos de pan, dos de Corao, un de Intriago, otro de Coraín y Paroro, otro de Soto, otro de Celorio y otro de Corao Castillo; una imagen, el estandarte parroquial llevado por el maestro D. Antonio Nava, que ostentaba en el pecho una medalla grande de plata propia del profesorado; cruz y ciriales, la imagen de Nuestra Señora de Abamia y clero, a los que seguían muchísimos fieles.
Amenizaban esta solemnidad dos gaitas con tambores y la música de Bode, compuesta de violín, bombo y triángulo. Esta procesión estaba divinamente organizada y su golpe de vista era sorprendente. El acreditado fotógrafo de esta villa Sr. Álvarez, sacó de la misma una fotografía.
Una vez en la iglesia, comenzó la misa solemne en la que el párroco, desde un lado del altar, peroró una sentidísima plática, en la que daba las gracias a los pueblos que contribuyeron con sus ramos y diciendo que la carencia de púlpito era la causa de haber sermón.
De sobremesa, después de haber comido opíparamente en la casa de Buen Hombre, Ludopi, levantando una copa de licor, brindó por la salud del párroco, felicidad del fundador de la Escuela Álvarez de las Asturias y por la prosperidad del pueblo de Corao, siendo aplaudido por los allí presentes. Acto seguido el popular músico de Bode con su violín y el gaitero premiado en varios certámenes, de Margolles, con su gaita, acompañados al tambor y triángulo, tocaron con maestría dos bonitas piezas de zarzuela.
El célebre tamborilero, Manuel González (a) El tambor, vecino de Oviedo, que se encuentra en la actualidad cargando mineral para los ingleses, fue muy celebrado por su redoblateo.
A las cinco de la tarde el hermoso y grande campo se hallaba en su apogeo, rebosante de gente de muchas partes. Los bailes los había para todos los gustos y en diferentes sitios del mismo campo, durando hasta entrada la noche.
Para remate de esta fiesta, en el espacioso salón de la acreditada casa de Buen Hombre se dio un baile por el incansable Ludopi, al que ayudaba de vez en cuando la música de Bode, terminándose ya de madrugada.
Menda el Escarolero, «De romería : En Corao», artículo publicado en El Auseva, Cangas de Onís, año XVI, núm. 803, 18 de agosto de 1906, pp. 2-3. Fotografía publicada en Recuerdos de Asturias, editados por Eduardo Llanos Álvarez de las Asturias, tercera serie, lámina 26.