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Cuando el doctor Fernando Landeira de Compostela publicó su artículo “La tradición relojera de los Miyar, de Corao” en el número 14 de la revista Cuadernos de Relojería (Madrid, 1958) proporcionó algunos datos que la falta de espacio en su Theatro Chronométrico del Noroeste español (Madrid, 1957) había condenado al cajón del escritorio del gran divulgador del arte relojero en el norte de España. Entre ellos, la relación de relojes construidos en Corao por Ismael Miyar Álvarez a partir del año 1895. En esa relación, con el número 47, figura un reloj regulador de campana, a pesas, para “S. M. I. Mulay Abd el-Hafid”, anotando como lugar de residencia Madrid y como año de venta 1918.
El comprador del reloj, el Muley Abd El Hafid Ben El Hassan era el cuarto hijo del Sultán de Marruecos, Hassan I. Se le nombra en los escritos de diversas maneras: “Abd al-Hafid”, “Abd al-Hafiz” o “Abdelhafid”. En este artículo nos adaptamos a la denominación oficial que figura en el membrete de un oficio remitido por su secretario a Ismael Miyar Álvarez, reproducido por Landeira en los Cuadernos de Relojería. Del mismo modo, hay diversas formas de escribir el título que antecede a su nombre, propio de varios sultanes marroquíes y equivalente al europeo “príncipe”: “Muley”, “Mulay”, “Moulay”. En este caso nos hemos decantado por la utilización de “Muley”, la más aceptada en el idioma español, en especial durante los años que el ex-Sultán permaneció en nuestro país.
Nacido en Fez, hacia 1875, fue califa de Tiznit y Marrakech durante el sultanato de su hermano menor Abd al-Aziz (1894-1908) a quien depuso después de una breve guerra civil entre los meses de agosto de 1907 y 1908, ocupando el trono alauita desde este año hasta 1912.
Intelectual, poeta y autor de numerosos libros, como sultán intentó recuperar la independencia política y financiera de Marruecos frente a Francia, mediante una política de alianzas con el Imperio Otomano y Alemania y el impulso de un programa de reformas gubernamentales. Fracasó en su propósito pues en 1910 se ve obligado a firmar un préstamo con Francia lo que determina el fin de la autonomía financiera de Marruecos. La pérdida de la independencia política acaecerá dos años después cuando las fuerzas francesas ocupen el interior del país para sofocar la rebelión de las tribus próximas a Fez y Meknes. Con la firma del Tratado de Fez, el 30 de marzo de 1912, Abd El Hafid cede la soberanía de su país a Francia, que hace de Marruecos un protectorado.
El último sultán independiente de Marruecos abdicó en su hermano Yusuf en agosto de 1912, trasladando su residencia a Europa. Dos años después, se declara en rebeldía contra Francia, afincándose en España hasta 1925, cuando solicita autorización para volver a Francia, donde vivirá pensionado por el gobierno francés hasta su muerte en Enguien-les-Bains el 4 de abril de 1937. Sus restos mortales fueron trasladados a su lugar natal, Fez, donde está enterrado.
Del Muley Hafid hace un retrato el periodista y escritor José Escofet en un artículo publicado en La Vanguardia de Barcelona, ciudad en la que el ex-sultán residió durante los años 1914 y 1915. Escofet imaginaba al sultán (que era alto, gallardo, moreno y de grandes ojos relucientes) cual poético personaje, ricamente vestido a lomos de un caballo alazán, y sin embargo lo encuentra en un palco del Liceo, vestido de levita, sonriente y mundano, “sin aparato romancesco, curioso y sencillo como un turista”. Un sultán que vive en Barcelona como un burgués campechano, que se interesa por la vida cotidiana y costumbres de los catalanes y participa activamente en la vida social como personalidad imprescindible en los actos oficiales y las veladas de la alta sociedad catalana. Escribe Escofet que “las señoras católicas invitan a Muley Hafid para que asista a sus fiestas (¡y quién sabe si esperan convertirle!), señalándole sitio de honor entre ellas; en el teatro le enfocan los gemelos femeninos, le agasajan los hombres notables, le festejan con canciones las artistas, y, por último, en la prensa —ya lo veis,— todos los cronistas nos ponemos de acuerdo para alabarle, teniéndole por nuestro amigo, ponderando sus acciones y testimoniándole nuestra desinteresada y entusiasta adhesión” (José Escofet, “Muley Hafid”, en La Vanguardia, Barcelona, 17 de enero de 1915).
El antiguo sultán de Marruecos gozó de una elevada posición social en nuestro país, no tanto por razones protocolarias como políticas pues, desde el año de su abdicación, España ocupaba colonialmente los territorios marroquíes del Rif, Yebala y Tarfaya. Y aunque pueda parecer extraño, por las connotaciones religiosas que ello implica, no sería raro que entre los múltiples actos en los que el Muley Hafid fue invitado de honor durante sus años de estancia en España, se encontrase la coronación de la Virgen de Covadonga el 8 de septiembre de 1918. Años atrás había asistido a misas católicas y visitado templos cristianos con total naturalidad. Y creemos posible su presencia en el Santuario en esa fecha, por una noticia publicada el día 30 de septiembre de dicho año en el semanario cangués El Popular, donde se menciona su estancia en Covadonga. Dice así:
Durante la permanencia en Covadonga del ex-Sultán de Marruecos Muley Haffid, tuvo éste noticia de que existía en nuestro concejo un notable artífice y dando prueba de lo mucho que se interesa por el adelanto de la industria hizo indicaciones al Dr. García Berenguer (Francisco García Belenguer, médico militar que había estado destinado en Marruecos, era ahora médico personal del Muley) que le acompaña, que deseaba visitar los talleres de relojería que nuestro excelente amigo don Ismael Miyar tiene establecidos en Soto de Cangas.
Dos veces estuvo S. M. Scherifiana en dichos talleres enterándose minuciosamente de los trabajos que allí se realizan, quedando, según sus manifestaciones, altamente complacido de unas labores que por encargo suyo realizó don Ismael Miyar. El ex-Sultán que es de trato afable y sumamente simpático, encomendó a nuestro amigo la construcción de un reloj de pared, que con leyenda alusiva a su propietario, le ha de ser remitido a su casa de Madrid. Tenemos la seguridad de que el señor Miyar se esmerará en construir una buena obra de arte (El Popular, Cangas de Onís, 30 de septiembre de 1918).
Ismael Miyar Álvarez (Madrid, 1857 -Soto de Cangas, 1937) había aprendido relojería con su primo Basilio Sobrecueva Miyar que, después de su estancia en Gijón, Bilbao y Madrid, se había establecido en Corao en 1871 y que en 1882 tenía construida y en funcionamiento una fábrica destinada a la fabricación de relojes en la vega de San Nicolás de dicho lugar. Por entonces, Ismael y su hermano Roberto, que asimilaban con aprovechamiento las enseñanzas de su primo, aportan un capital a la industria y se asocian con el fundador. A la muerte de Basilio, en el año 1890, se disuelve la sociedad que regía la fábrica y los hermanos Ismael y Roberto quedan al frente de la relojería iniciando así una nueva etapa que los llevará a instalar su taller en Covadonga, Gijón y Corao. Hacia 1895, o poco después, tras su paso por Gijón, Ismael y Roberto Miyar se separan, quedando el primero como continuador principal en la fabricación de relojes, manteniendo el reconocido prestigio que la relojería de Corao tenía a nivel regional y nacional.
En la década de 1910 a 1920, Ismael Miyar traslada su relojería al lugar conocido como Las Paredillas (Sotu Cangues), en el cruce de las carreteras de Cabrales y Covadonga. Quien esté interesado en conocer más datos sobre la relojería de Corao, puede consultar el libro Hombres y Mujeres de Abamia (Corao, Asociación Cultural Abamia – Excmo. Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2012), donde encontrará las reseñas biográficas de Basilio Sobrecueva Miyar, los hermanos Ismael y Roberto Miyar Álvarez e Ismael Miyar Intriago.
Respecto al reloj construido para el Muley Hafid, conocemos la cita que Fernando Landeira hace en la segunda edición del Theatro Chronométrico, indicando que en su visita a la casa de los Miyar en Corao vio cartas del Muley Hafid, pero es correspondencia que desconocemos. Sí sabemos que, con fecha 12 de enero de 1919, el secretario del sultán remitió al relojero Miyar un oficio comunicándole que el reloj llegó en buen estado y que “S. M. está muy satisfecho de esta obra suya que estima mucho” (Landeira, Cuadernos de Relojería).
Cuatro imágenes ilustran este artículo: una fotografía perteneciente a la colección “George Grantham Bain” de la Librería del Congreso de los Estados Unidos, en la que vemos al Muley Hafid (sentado, a la izquierda) en Marsella entre 1910 y 1915; otra de Ismael Miyar Álvarez, cedida por doña Felisa Arduengo Miyar; una más, del reloj aludido, que vemos encajado entre dos vitrinas coincidentes en decoración con su caja, impropia de la relojería de Corao y sustituta de la original, y por último, un dibujo de su esfera, en el que se lee el texto que lo personaliza: “Construido para el Emperador de Marruecos Muley Abd-el Hafid Ben Hassan”. Estas dos imágenes proceden del archivo de don Celso.
Tanto la cita de El Popular como la anotación de Landeira en los Cuadernos sitúan el encargo en 1918, pero el reloj aparece fechado en el año 1909, por lo que Miyar bien pudo utilizar un reloj ya construido que, por su superior calidad, considerase más adecuado para cumplir el encargo del antiguo sultán de Marruecos. En junio de 1955, el reloj construido por Ismael Miyar para el Muley Hafid, se encontraba en el despacho del secretario de la Diputación de Sevilla. Ignoro su actual localización.
Francisco José Pantín Fernández
Artículo publicado en Fiestas de San Antoniu, Cangas de Onís, Sociedad de Festejos de Cangas de Onís, 2016, pp. 100-102.