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Bibliografía, Escritores, Fray Damián Cornejo, Religión, Siglo de Oro
Quintillas
En títulos, virgen pura,
de comedias he de ver
que es limpia vuestra hermosura,
pues en Dios esto asegura
amor, honor y poder.
Dios, virgen, que os eligió
por su madre, como rey,
de toda mancha os libró,
supuesto que os excluyó
de la fuerza de la ley.
Si es que Dios en vos pusiera
de la culpa la ese y clavo,
y tan pura no os hiciera,
sin que el poder le valiera,
fuera Dios príncipe esclavo.
Vuestra divina belleza
que vencisteis asegura
de la culpa la fiereza,
siendo por vuestra pureza
la más hidalga hermosura.
Cuando de su gran rigor
el dragón dio testimonio,
por manchar vuestro esplendor,
sentenció en vuestro favor
Dios el pleito del demonio.
El dragón ha pretendido
vuestra luz oscurecer,
pero jamás ha podido,
porque vos siempre habéis sido
la más constante mujer.
Cuando a Dios y a tu luz pura
se opuso con asechanzas,
le hollasteis la cerviz dura,
tomando vuestra hermosura
de un castigo dos venganzas.
Que hubo en Dios poder y amor
de ser vuestro hijo se infiere,
luego es limpio ese esplendor,
porque fuera gran rigor
despreciar lo que se quiere.
Para borrar tu pureza
quiso el demonio ser medio,
simulando su fiereza,
más Dios puso con fineza
a gran daño gran remedio.
De la culpa os libró a vos
Dios, mirando por su honra,
porque sois uno los dos
y a no hacerlo, fuera Dios
el pintor de su deshonra.
Esta composición poética, aunque dedicada a Nuestra Señora de la Concepción, y por lo tanto no del todo adecuada a la festividad que celebramos [la Asunción de la Virgen María, fiesta principal de la parroquia de Santa Eulalia de Abamia en su día y hoy solo de Corao], nos vale, sin embargo, para traer aquí la figura de un hijo de la parroquia, aquél que D. Felipe de Quanda, cura párroco de Cangas de Onís, llamó el “ilustrísimo Cornejo” del que dice era natural de Paroru aunque nacido en Palencia.
Piedra armorial existente en el palacio de Paroru, casa solariega de los García de Labra, que parece aludir a las armas del obispo Cornejo.
En efecto, Damián Cornejo, que con el tiempo sería Obispo de Orense, poeta y autor de varios libros de temática religiosa, entre los que sobresale su Chronica Seraphica, una biografía de San Francisco de Asís que le proporcionó merecida fama, nació en Palencia el 27 de septiembre de 1629, hijo de Matheo Garzia de Labra, de Paroru, y de Cathalina Cornejo, toledana, y fue bautizado en la parroquia de San Miguel de dicha ciudad pocos días después, el 4 de octubre. El filólogo alemán Klaus Pörtl[1], que realiza la primera edición crítica de sus poemas, opina: “merece ocupar un lugar, si bien modesto, en el alto parnaso español del Siglo de Oro.” Fallece en Orense, el 29 de abril de 1707 y es enterrado en la capilla mayor de la catedral orensana. Sirva esta breve noticia biográfica para que conozcamos su existencia. [FJPF]
Poema publicado, sin la nota y la aclaración entre corchetes, en el Boletín de Fiestas de Nuestra Señora, Corao, Asociación Cultural Abamia, 2001.
[1] El hispanista y profesor de la Universidad de Maguncia, don Klaus Pörtl, colaboró con la Asociación Cultural Abamia en la edición del libro Hombres y Mujeres de Abamia (Corao, 2012), con un artículo biográfico sobre Fray Damián Cornejo. Pörtl es autor de Das lyrische Werk des Damián Cornejo (1629-1707). Eine kritische Edition der Handschriften von Roncesvalles, München: Wilhelm Fink Verlag, 1978. Las comedias con las que termina Cornejo cada quintilla son las siguientes: Amor, honor y poder y El pintor de su deshonra, de Pedro Calderón de la Barca; La fuerza de la ley, de Agustín Moreto; El príncipe esclavo, de Luis Vélez de Guevara; La más hidalga hermosura, de tres ingenios (Juan de Zabaleta, Francisco Rojas Zorrilla y Pedro Calderón de la Barca, según Urzáiz Tortajada, Héctor, «Catálogo de autores teatrales del S. XVII», T. II, p. 728); El pleito del demonio con la Virgen, de tres ingenios (¿De Francisco Rojas Zorrilla?); La más constante mujer, De un castigo, dos venganzas y Despreciar lo que se quiere, de Juan Pérez de Montalbán y A gran daño, gran remedio, de Jerónimo de Villaizán.