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Leonor de Soto

A la misma casa y señorío de Ruy Pérez de Soto perteneció Leonor de Soto, dama de confianza del cortejo de Isabel la Católica, a quien esta debió tener en gran estima porque fue la única dama que acompañó a la Reina Católica en Sevilla en la presentación de su hijo varón, el príncipe Juan, el 9 de agosto de 1478[1].

Fue esta dama «de alta sangre y prosapia», como la calificó Escolano[2], e hija del burgalés Juan de Soto, repostero mayor del Rey Católico[3]. Casó en 1477 con el conde de Ribagorza y duque de Villahermosa y Cortes, D. Alfonso de Aragón, hermano bastardo del rey Fernando el Católico, ambos hijos de Juan II de Aragón y Navarra. Dicho matrimonio no contó con el beneplácito del casi octogenario rey de Aragón, pues implicaba la renuncia de su hijo espurio ‑que contraía a sus 62 años con una dama a la que doblaba en edad[4]‑ a sus aspiraciones en la importante Orden de Calatrava de la que había sido vigésimo séptimo maestre. De esta unión nacieron Alfonso de Aragón y Soto, caballero de la Orden de Santiago, segundo duque de Villahermosa[5], y D.ª Mariana de Aragón y Soto, esposa de Roberto de Sanseverino, príncipe de Salerno en Italia, cuyo matrimonio le aportó el título de princesa de Salerno y condesa de Marsico. De esta unión nació Fernando Sanseverino de Aragón, último príncipe de la Casa de Sanseverino, sobre el que recayó el ducado de Villahermosa al fallecer su tío Alfonso sin contraer nupcias.

Uno de los reyes de armas a tener presente a la hora de realizar el estudio del linaje Soto es, sin duda, Diego Hernández de Mendoza, testigo directo de lo acaecido en la corte de los Trastámara a finales del s. XV y coetáneo de aquellos Soto que en mayor o menor medida compartieron estancias con los Reyes Católicos. En sus primeros años fue criado de Alfonso de Aragón, primer duque de Villahermosa, y más tarde puso su pluma como rey de armas al servicio de los monarcas, siendo en los años de la toma de Granada cuando realiza un importante y detallado tratado sobre heráldica y nobiliaria de linajes castellanos, al que con tanta frecuencia copian o hacen referencia tratadistas y genealogistas posteriores[6].

Cuando Hernández de Mendoza alude en sus trabajos a Leonor de Soto, recordemos cuñada y al tiempo dama de la Reina Católica, la menciona como descendiente de «casa antiquisima en estos reinos de las mas extraordinarias» y cita por armas de su linaje

una Aguila en el amarilla y colorada a pedazos en forma de barras como si dixeramos de sobre la misma Aguila trai barras amarillas, y coloradas, a la larga de alto, anbaxo, orlado este escudo de una orla de oro, y en ella siete candados como abiertos en negro (notase que el campo del escudo es azul, y sobre el trai barras de oro, y roxo, y el aguila está formada de barras roxas, y de oro)[7].

Armas que dibuja Hernández de Mendoza en Blasones de varios linajes de España[8], añadiendo en esta ocasión que hay armas que «no se pueden mostrar ny decir de palabra, sino de pintar» como las de la duquesa de Villahermosa, cuyas armas son «un escudo açul con una Aguila amarilla y colorada a pedaços a la larga con una orla amarilla en ella unos candadillos de barzuleta (sic) abiertos», descripción que vuelve a repetir al mencionar a D.ª Leonor en su Becerro General[9].

Imagen 4. Armas de Leonor de Soto, duquesa de Villahermosa, dadas por Diego Hernández de Mendoza. (BN, Mss. 3259).

Imagen 5. Armas de Leonor de Soto, duquesa de Villahermosa, dadas por Diego Hernández de Mendoza. (BN, Mss. 18244).

Otro cronista a tener muy en cuenta es Juan Pérez de Vargas, criado del duque de Villahermosa[10], quien tanto en Linajes de España[11], escrito en tiempos de los Reyes Católicos[12], como en su Nobiliario Original, hace referencia a las armas de Leonor indicando

que ni se pueden escrivir ni decir de palabra sino de pinta (sic) y digolo por tanto que ay unas armas y linaje en castilla que se diçen de soto de los quales es la duquesa de Villahermosa doña leonor de soto muger que fue del duque don alonsso fijo del Rey de aragon traen por armas estos de soto un escudo açul como una águila amarilla y colorada a pedaços a la larga con una orla amarilla y en ella unos candadillos de barzoleta abiertos según parece en este blason que esta aquí[13].

Reafirma la descripción de estas armas en su tratado de Linajes de España pero curiosamente, al dibujarlas en él, las plasma como un escudo cuartelado, en donde el lado izquierdo alto y el cuarto los pone en azur y los contrapuestos en oro; sobre ellos el águila volante cuartelada en colores inversos a los cuarteles descritos, todo ello con una bordura en oro en la que se reflejan cinco candados en azur abiertos, omitiendo de este modo el vergueteado de la corona de Aragón[14] que en la descripción previa había significado.

Imagen 6. Armas de los Soto dadas por Juan Pérez de Vargas. (BN, Mss. 3061).

El notario real por merced de Felipe II y receptor de la Chancillería de Granada desde 1560, Jerónimo de Aponte, en su Nobiliario de España[15] y en Recopilación de honra y gloria mundana[16], al referirse al linaje de Soto realiza literalmente la misma descripción dada por Pérez de Vargas por lo que se ha de entender que se limitó a hacer una mera transcripción. En el mismo sentido apunta Alonso Téllez de Meneses en cuanto a la descripción de las armas que nos ocupan, dando a pintar el águila con las barras de gules y oro, en clara referencia a la corona de Aragón e indicando además que

este solar y apellido salio de un lugar pequeño llamado Soto junto a la Peña de novadonga (sic) en asturias de oviedo a do el Rey Don Pelayo vencio la memorable batalla a los moros despues de la destruicion de España y deste solar son los duques de villa hermosa mas los de Segorbe y luna y Ribagorça por via femenina[17].

La misma descripción que encontraremos en los tratados realizados por Diego de Urbina[18] y Luis del Corral[19], con la salvedad de que en los de este último se matiza que bordeando el campo azur sobre el que va el águila de oro, han de ser ocho los candados, también de azur, que cargan la bordura dorada.

Nicolás de Soto, médico de la reina

No fue Leonor de Soto la única de este linaje relacionada con el entorno de los reyes castellano‑aragoneses, pues uno de los facultativos de confianza de la reina Isabel la Católica fue el doctor Nicolás de Soto que tras prestar sus servicios en el monasterio de Guadalupe (1478‑1483) pasó a ingresar en el protomedicato de los monarcas siendo, por expreso deseo de la reina Isabel, uno de los encargados de seguir de cerca la enfermedad del malogrado príncipe Don Juan[20] hasta su fallecimiento en 1497. Después de la muerte de Isabel en 1504 continuó en la corte a los cuidados de D.ª Juana[21] hasta el fallecimiento de esta en 1524. D.ª Juana fue quien le dio facultad para fundar mayorazgo, lo que hizo en la ciudad de Tordesillas el 16 de abril de 1510 ante los escribanos de la reina Silvestre de Villacorta y Gonzalo de Aceves[22].

Imagen 7. Fachada del palacio Soto-Vergara (Madrigal de las Altas Torres, Ávila). Imagen F-01947. 1920-1936. APAyG.

Era vecino de la abulense Madrigal de las Altas Torres, donde aún se conserva la fachada renacentista de su palacio conocido como «El arco de piedra»[23] donde podemos ver por duplicado sus “armas de poner”, un escudo partido que mantiene en el cuartel izquierdo la representación de las armas de los Soto y en el derecho las armas de los Vergara en representación de Leonor, su mujer. Las “armas de pintar” quedaron perfectamente definidas por el propio doctor Soto al instituir su mayorazgo:

quien ouiere de venir el dicho mayorazgo, e sucedieren en el, sean tenidos de se llamar del apellido, y renombre de soto, de que yo el dicho Doctor me llamo, è nombro, y seran tenidos de traer, è traygan mis armas, y derechas señales, que son las del linaje de Soto, las cuales en un Aguila parda descoyuntada en un campo dorado en una orla blanca con ocho corbos negros, è las armas de la dicha Doña Leonor de Vergara son un roble con dos lobos desollados atados cada uno en su cadena al tronco de un roble, el uno a la una parte, y el otro à la otra, è cinco barras negras encima del roble, todo en campo amarillo, como en nuestros reposteros andan, en un escudo juntas, el cual dicho escudo en la manera susodicha va pintado, y figurado en esta excritura por lala (sic) forma y manera que aquí se sigue[24].

Estos «corbos» a los que hace referencia en la descripción de sus armas, pueden verse representados en los dos escudos existentes en la fachada como candados abiertos.

Imagen 8. Armas de los Soto-Vergara. Palacio del mismo nombre
(Calle del oro, Madrigal de las Altas Torres, Ávila).

Nicolás de Soto y Leonor de Vergara tuvieron por hijos a Cristóbal de Soto y a María Vergara. De esta se tienen escasas referencias, aunque se sabe que contrajo en primeras nupcias con el galeno Juan de la Parra[25] y que en 1501 lo hizo de segundas con el ciudadrealeño Alonso Messía[26], el mismo año en que su hermano Cristóbal de Soto Vergara obtiene merced[27] de los Reyes Católicos para ejercer una escribanía en la Real Audiencia de Grados de Sevilla, pese a ser inhábil para tal ejercicio por ser menor de edad y tras renunciar a la misma Nicolás de Soto, su padre. Ese año, el hijo del doctor ya mantenía una estrecha relación con la familia real, pues en 1498 ya figuraba en la nómina de los oficiales al servicio de la reina Isabel ejerciendo como paje[28]. Años más tarde, en 1527, figura como regidor y vecino de Madrigal de las Altas Torres cuando el concejo de dicha villa llega a un acuerdo sobre las disputas y pleitos con las monjas agustinas del convento de Santa María de Gracia por anexionarse estas ciertas heredades, entre ellas la huerta «que confina con la puerta falsa de las casas de morada» de los Soto.

En Cristóbal de Soto recayó el mayorazgo fundado por su padre en 1510 y se sabe que al menos fue padre dos hijos: Cristóbal y Nicolás de Soto. El primero de ellos se casó con María de Espinosa, una extremeña natural de Coria, hija del licenciado Garci Pérez de Girón y de Ana de Menchaca, de cuyo matrimonio no hubo descendencia. Volvió a contraer al fallecer María con Ana Girón Soto, viuda de Garcí Pérez Manzanedo[29], hermano de la fallecida María y por lo tanto cuñada del propio Cristóbal. Hija, a su vez, de otro Cristóbal de Soto y de Catalina Arias Girón.

Nicolás de Soto, su hermano y primogénito, heredó el mayorazgo de su abuelo. Casó con Ana de Menchaca, hermana de la ya mencionada María de Espinosa y del licenciado Garcí Pérez Manzanedo, mediante acuerdo matrimonial realizado en Valladolid el 24 de mayo de 1537[30] entre el propio Nicolás y Alonso Pérez Manzanedo, hermano de los anteriores e hijos todos de los ya citados Garci Pérez de Girón y Ana de Menchaca, difuntos a la fecha. Fue este Nicolás de Soto padre de: Cristóbal de Soto, Ana Vergara, Juan Bracamonte, Nicolás de Soto, Alonso de Manzanedo, Diego de Soto (Diego de Soto Menchaca o simplemente Diego Menchaca) y Pedro Manuel Bracamonte (Pedro Manuel Soto Bracamonte). Sobre el primero de ellos, Cristóbal, recayó el mayorazgo fundado por su bisabuelo, pero al fallecer sin sucesión pasó a su hermano Nicolás y por las mismas causas recayó finalmente en Diego de Soto Menchaca, por estar Alonso de Manzanedo ausente en Indias y «del que nada se sabe»[31].

Diego de Soto, después de servir como soldado en Italia, regresó a Madrigal de las Altas Torres donde contrajo matrimonio con Beatriz de Bracamonte[32], una viuda pariente suya[33] con la que engendró una hija nacida el primer día de 1569, a quien pusieron por nombre Ana María Soto Menchaca y Bracamonte, que casó con Hernán Nieto de Trejo, natural de Plasencia. Fueron padres de Baltasar y Martín Gaspar Nieto de Trejo y Merchana Bracamonte, placentinos como su padre y caballeros de la Orden de Alcántara en 1649 y 1638 respectivamente[34].

Diego de Soto Menchaca muere en Mancera de Arriba (Ávila) el primero de mayo de 1601. A los pocos días de su fallecimiento, Hernán Nieto de Trejo y María de Ozores de Ulloa, viuda de Pedro Manuel Soto Bracamonte, como tutora y curadora de su hijo Manuel Soto Bracamonte, inician un largo pleito sobre la posesión del mayorazgo fundado por el doctor Soto, por entender María de Ozores que no debe ser Ana María, mujer de Hernán Nieto, a quien le corresponda la posesión del mayorazgo por ser hija ilegítima de Diego[35]. Estando el pleito inconcluso, presentó oposición al mismo Miguel Soto Manzanedo, hijo del ausente Alonso Manzanedo, y habiendo probado su legitimidad obtuvo tenuta a su favor, por lo que tomó posesión de los bienes del mayorazgo fundado por su tatarabuelo. Falleció Miguel Soto Manzanedo sin descendientes el 17 de agosto de 1609, por lo que Manuel Soto Bracamonte y Ana María Soto Menchaca retoman nuevamente la reclamación de los bienes vacos. Finalmente se proveyó auto el 23 de noviembre de 1610 quedando en manos de Ana María los bienes del mayorazgo[36].

Continuos y clérigos de este linaje

Además de los Soto ya citados, encontramos también otros miembros de este linaje al servicio de los Trastámara. Un ejemplo claro lo hallamos en Pedro de Soto, hombre de cámara de la casa real al que se le asignaban en 1497, tal y como consta en los libros de cuentas de la reina Isabel, diez mil maravedís anuales[37]. Finó en 1499, siendo sustituido a mediados de julio de ese año por Juan de Ulloa. Años antes, en 1495, ya ejercía tal oficio, pues en la partición de bienes de Francisco Ramírez de Oreña, secretario de los reyes, se indica que se ha de dar a «Pedro de Soto, hombre de camara» noventa maravedíes para saldar la deuda que le debe Francisco.

En los mismos libros de la casa real encontramos a Francisco de Soto, otro continuo que con una asignación anual de doce mil maravedís[38]ostentó el cargo de repostero de camas de la reina y más tarde de la joven archiduquesa Margarita de Austria, por entonces ya viuda del príncipe Juan. En atención de estos servicios, Carlos V le concede, en septiembre de 1518, dos reales cédulas de recomendación[39], dirigidas al gobernador de Cuba y al juez de residencia de La Española, para ejercer un cargo provechoso en una de ellas. A pesar de tales concesiones, no se traslada a las islas caribeñas, pues ese año continúa como auxiliar de fray Bartolomé de las Casas reclutando labriegos en tierras castellanas para llevarlos como colonos a Tierra Firme[40]. Dos años más tarde, en diciembre de 1520, pasa a Puerto Rico y poco después se traslada a La Española continuando al servicio de Bartolomé de las Casas.

Es en 1520, según disposición del gobierno de La Española, cuando se realiza la primera expedición armada a las costas venezolanas dando lugar a la fundación en la zona de Cumaná de Nueva Toledo, lugar donde pronto proliferarían las disputas y desordenes con la población autóctona. Hasta allí llegó Bartolomé de las Casas, como elemento de orden, imponiéndose como primera meta la construcción de una fortaleza en las proximidades de la recién fundada Nueva Toledo. Pero las buenas intenciones del clérigo pronto se vieron frustradas por los continuos conflictos con los indígenas, por lo que a finales de 1521 decide regresar a La Española para trasmitir a las autoridades los problemas que han echado a perder los objetivos que se había fijado. Antes de partir, Bartolomé de las Casas deja a Francisco de Soto[41] como oficial al mando de la colonia. Pero este, a quien calificaron como «escudero cuerdo pero pobre», aprovechando la ausencia del clérigo y desoyendo sus órdenes, ve la ocasión de enriquecerse y determina enviar las dos embarcaciones de que dispone para la defensa de la colonia en busca de oro, perlas e indios esclavos[42], dejando la plaza totalmente desprotegida, lo que fue aprovechado por los indios para atacar la misión de los castellanos en Cumaná, dando muerte a varios criados, a un fraile y al propio Francisco de Soto[43].

Tampoco hemos de olvidar entre los continuos a Gregorio de Soto Contreras, el primogénito de Hernando de Soto Hinojosa, aquel que había pasado del reino murciano a contraer en la villa burgalesa de Covarrubias con María de Contreras. E igualmente fueron continuos sus descendientes, los homónimos Hernando de Soto, hijo y nieto del mencionado.

Además de los anteriormente citados, encontraremos a otros miembros de este linaje que desde las órdenes eclesiásticas ocupen un espacio al servicio de la corte; entre estos, hemos de destacar a Pedro de Soto y a Domingo de Soto, dos dominicos que por sus relevantes méritos son merecedores de un trabajo más exhaustivo que la breve reseña que aquí hacemos.

Pedro de Soto nació en 1493 y aunque algunos autores indican que era natural de Córdoba pero bautizado en Alcalá de Henares[44], todo parece indicar que su origen hay que situarlo en la villa de Fontiveros, una pequeña localidad abulense de la comarca de Moraña, distante menos de tres leguas de Madrigal de la Altas Torres. «La villa de Fontiveros fue el solar de hombres grandes y celebres. De allí era natural Pedro de Soto»[45]. Fue el primogénito de Pedro Rodríguez de Fontiveros y de María Vergara, a quien apuntan como descendiente directa del protomédico regio[46] Cristóbal de Soto, y nieto por línea paterna del oidor del Consejo de Castilla, García Rodríguez de Hontiveros. Al tomar los hábitos declinó el mayorazgo familiar en su hermano Garci Rodríguez de Vergara, el mismo que en 1540 pasó a Nuevo Mundo con la expedición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, y a quien se debe la fundación en 1554 de la efímera ciudad de Ontiveros de Guayrá, en el Alto Paraná.

Pedro profesó durante 8 años en el convento dominico de Talavera de la Reina, hoy iglesia de San Ginés, donde llegó a ser prior. De aquí pasó al monasterio de la misma orden en Ocaña, donde también ejerció el priorato hasta 1542, año en que fue nombrado confesor del emperador Carlos V. Tuvo un papel relevante en el concilio de Trento y sus amplios conocimientos de teología le llevaron a ejercer esta cátedra en varias universidades como la de Salamanca, Cambridge u Oxford. Sus desavenencias con las ideas del emperador en ciertos conceptos teológicos en relación a los protestantes lo llevaron a renunciar al confesonario real en 1548. Tras su renuncia fue sustituido por Domingo de Soto, su colaborador en las deliberaciones del concilio de Trento, que se mantuvo en el cargo hasta 1655, año en que determinó abandonar sus servicios en la corte para retirarse a Salamanca, en cuya universidad había estado al cargo de la cátedra de Filosofía. Fue nombrado, a instancias del emperador, juez para arbitrar en la controversia entre Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la legitimidad de la corona para someter a los indios, pues mientras el fraile defendía su humanidad, Sepúlveda defendía el derecho de los españoles sobre aquellos a los que consideraba de naturaleza inferior. Domingo fue cuestionado por la Inquisición, al igual que su antecesor, pero su fallecimiento en 1560 evitó su reclusión en las cárceles secretas. Lo mismo ocurriría con Pedro de Soto que fallecería en Trento tres años más tarde.

Digno de memoria también es Francisco de Soto Salazar, a quien Guerra y Villegas[47] y Juan de Mendoza[48] no dudan en mencionar en sus tratados como uno de los miembros más esclarecidos de este linaje. Natural de Bonilla de la Sierra, hijo del licenciado Diego de Soto y de María de Salazar, tuvo una vasta instrucción que pronto le sirvió para ser provisor en los obispados de Astorga y Ávila, paso previo a ser inquisidor de Córdoba, Sevilla y Toledo, cargos que ejerció hasta que Felipe II le nombró comisario general de la Cruzada. Fue obispo, hasta 1576, de Albarracín en Aragón y de Segorbe en Valencia, en la época en que ambas iglesias estaban unidas. En 1577 tomó posesión del obispado de Salamanca, año en que el monarca le envió a visitar el tribunal de la Inquisición de Llerena para investigar el movimiento de los “alumbrados”[49].

Testó en Llerena el 2 de enero de 1578, falleciendo el 29 de ese mes «con sospechas de haverle dado veneno el Medico que le asistia». Su cuerpo fue trasladado al convento dominico de Santo Tomás de Ávila, siendo sepultado en la capilla que el mismo había fundado y dotado[50]

y donde se lee este lucillo: Capilla del Yllustrisimo Señor Dn Francisco de Soto Salazar Obispo de Salamanca del Consejo de Su Magestad en la Santa y General Ynquissiçion Murio en la villa de Llerena a XXIX de enero de M.D.LXXVIII asistiendo a negocios de la Fee[51].

Referencian los reyes de armas en sus textos a otros Soto que también abrazaron la religión, entre los que podemos destacar a Andrés Soto Fuente, Pedro Soto de Rojas o Marcos de Soto, personajes de los que más adelante trataremos con mayor profundidad.


[1] «iba con ella la Duquesa de Villahermosa, mujer del Duque D. Alonso hermano del Rey, y no otra dueña ni doncella». Bernáldez, Andrés, Historia de los Reyes Católicos D. Fernando y D.ª Isabel : Crónica inédita del siglo XV. Granada, Imp. y Librería de José María Zamora, 1856, tomo 1, cap. XXXIII, p. 77.

[2] Escolano, Gaspar, Historia de Valencia, Valencia, Librerías París-Valencia, 2006, vol. II, libro 8º, cap. VII, p. 313.

[3] Nonell y Mas, Jaime, La Santa Duquesa : vida y virtudes de la venerable y excelentísima señora doña Luisa de Borja y Aragón, Condesa de Ribagorza y Duquesa de Villahermosa, Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello,, 1892, p. 56.

[4] «De donde resultó que el maestre don Alonso de Aragón a su vejez se cegó con los amores de una dama de la reina que se llamaba doña Leonor de Soto, con quien se casó con harto sentimiento del rey su padre». Zurita, Jerónimo. Anales de Aragón. Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 2005. Edición de Ángel Canellas López. libro XIX, cap. XLIX.

[5] El enojo de D. Juan II de Aragón por el matrimonio de su hijo D. Alfonso con D.ª Leonor de Soto, trajo consigo la retirada a este de sus títulos nobiliarios, quedándose el rey con el de Villahermosa y Cortes, entregando el de Ribagorza a su nieto Juan –hijo natural de D. Alfonso de Aragón y de la noble ampurdanesa María Junquers‑. A la muerte de Rey, volvió el ducado a D. Alfonso de Aragón; y tras su muerte, pasó este a su hijo Alfonso de Aragón y Soto.

[6] «Vivió en tiempos de los Reyes Católicos, y es sugeto de quien apénas hay noticias. Escribió un gran Nobiliario de los Linages de Castilla, que anda m.s. [manuscrito], á quien los Genealogistas citan con mucha freqüencia». Álvarez y Baena, Joseph Antonio, Hijos de Madrid, ilustres en Santidad, dignidades, armas, ciencias y artes: diccionario histórico por orden alfabético de sus nombres, Madrid, en la Oficina de D. Benito Cano, 1789, tomo I, p. 286.

[7] Hernández de Mendoza, Diego, Descripción de los escudos de armas y blasones de varios reinos, linajes y ciudades. BN, manuscrito Mss/6756, pp. 145‑145v.

[8] Hernández de Mendoza, Diego, Blasones de varios linajes de España. BN, manuscrito Mss/3259, pp. 442v‑443r. Vid. imagen 4. (05.tif).

[9] Hernández de Mendoza, Diego, El Becerro general: libro en que se relata el blasón de las armas que trahen muchos reynos y imperios, señoríos… y de la genealogía de los lynages de España y de los escudos de armas que trahen. BN, manuscrito Mss/18244, pp. 192r‑192v. Vid. imagen 5. (06.tif).

[10] «Porque su señoria me crio dende que ove catorce anos hasta veynte y cinco y fuy tº de lo mas destas cosas y pues no pude en su vida cumplir mi deseo en le servir que despues de su fin fuese su pregonero». Pérez de Vargas, Juan, Nobiliario original. BN, manuscrito Mss/3061, p. 24v‑25r.

[11] Pérez de Vargas, Juan, Linajes de España. BN, manuscrito Mss/18468, p. 44v.

[12] Como lo advierte el propio Vargas al hablar del linaje de Cisneros en lo tocante al arzobispo Francisco Jiménez de Cisneros. Pérez de Vargas, Op. cit., p. 72v.

[13] Pérez de Vargas, Nobiliario original, p. 78.

[14] Pérez de Vargas, Ibíd., p. 78. Vid. imagen 6 (07.jpg).

[15] Jerónimo de Aponte, Pedro, Nobiliario de España. BN, manuscrito Mss/4340, p. 126r.

[16] Jerónimo de Aponte, Recopilación de honra y gloria mundana, p. 109.

[17]  Téllez de Meneses, Alonso, Genealogías. Vol. 2. BN, manuscrito Mss/8507, p. 68v.

— Téllez de Meneses, Alonso, De los linajes de España, sus principios y continuación. Vol. 22. BN, manuscrito Mss/3296, p. 53v.

[18] Urbina, Diego de, Blasones de armas y linajes de España. BN, manuscrito Mss/3261, p. 220.

[19] Corral, Luis del, Nobiliario. BN, manuscrito Mss/10489, p. 138v.

[20] Real provisión expedida en la vega de Granada en 1491 nombrando a Nicolás de Soto, alcalde y examinador mayor de físicos y cirujanos, como físico del principe Juan. Nombramiento de protofísico al doctor Nicolás de Soto, físico del príncipe. AGS, Registro General del Sello, legajo X‑1491/18.

[21] Bethany Aram indica que Gonzalo Fernández de Oviedo en su Libro de la Cámara Real afirma que, a la muerte del príncipe Juan, su hermana Juana heredó algunos de sus «sirvientes» entre los que se encontraba el Dr. Soto, médico del príncipe. Aram, Bethany, La reina Juana : gobierno, piedad y dinastía, Madrid, Marcial Pons Historia, 2001, p. 58.

[22] Memorial del pleyto de Fernan Nieto de Trejo, como marido de Doña María de Soto Menchaca y don Manuel de Soto y Bracamonte. Año 1610. PN.RBPR, MC/1126, XIV/2981 (10), p. 17.

[23] En 1528 las agustinas de Santa María de Gracia de Madrigal ceden su viejo convento de extramuros a los frailes agustinos. Con posterioridad, entre 1578 y 1589, los agustinos levantan un nuevo convento extramuros de la villa empleando en su construcción importantes materiales de la casa del Arco. Hoy solo queda, de lo que fue el palacio Soto‑Vergara y palacio de justicia de Madrigal de las Altas Torres, una fachada con dos cuerpos labrados en granito y adornados con motivos vegetales renacentistas. Vid. IMAGEN 10 (10b.tif). El inferior presenta un vano entre dos pilastras con columnas que sostienen un dintel en cuyos extremos se observan las armas de Soto y Vergara; sobre el dintel, un tímpano en el que se encuentra el escudo de los Soto‑Vergara, IMAGEN 11 (11b.tif); por encima de este, otro cuerpo con ventana también adintelada, sobre la que se repite el blasón de los Soto‑Vergara.

[24] Memorial del pleyto de Fernan Nieto de Trejo, como marido de Doña María de Soto Menchaca y don Manuel de Soto y Bracamonte, pp. 12v‑13.

[25] No confundir con Juan de la Parra, protomédico de la corte por la reina Católica en 1504, que con anterioridad ejerció su oficio en el Monasterio de Guadalupe en el tiempo que lo hizo Nicolás de Soto. Este galeno determinó optar al final de su vida por el estado eclesiástico llegando a ser obispo de Almería por designación del emperador Carlos V. García, Sebastián, O.F.M., “Medicina y Cirugía en los Reales Hospitales de Guadalupe”, en Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, Departamento de Publicaciones – Excelentísima Diputación Provincial, 2003, tomo LIX, núm. 1, pp. 64‑65.

[26] De este matrimonio se conocen varios hijos: María Messía, que se casó con Juan de Quiroga; Cristóbal Messía Vergara que lo hizo con Isabel Carrillo, sin sucesión; Nicolás Messía que entroncó con los Laso de la Vega al contraer con María Lasso de la Vega y Rivadeneira; Juana Messía, que se casó con el bejarano Rodrigo Solís; Leonor Messía, que lo hizo con Lázaro Docampo; y finalmente Fray Diego Messía. Maldonado y Cocat, Ramón José,“Genealogías manchegas I”, en La Mancha : revista de estudios regionales, núm. 3, 1961, p. 29.

[27] Merced de una escribanía de los Grados de Sevilla a Cristóbal Soto. AGS, Registro General del Sello, legajo 150103/132.

Sobrecarta a favor de Cristóbal de Soto. AGS, Registro General del Sello, Legajo 150107/448.

[28] «Cristóbal de Soto, hijo del doctor Soto. Asento en 20‑III‑1498, por vn alvala, firmado de su nombre; tyene de raçion por paje cada año 9.400 [librado hasta 1503]». Torre, Antonio de la, La casa de Isabel la Católica, Madrid, [s.n.], 1954, p. 68.

[29] Ana Girón contrajo con Nicolás de Soto al enviudar del Ldo. Garci Pérez Manzanedo, natural de Coria y oidor de Granada, a quien FelipeII nombró presidente de la Real Audiencia de Guatemala en enero de 1568, cargo que declinó. Ese mismo año, en marzo, contrae con Ana Girón Soto de cuyo matrimonio nació Ana de Menchaca que se casó con Pedro Solís de Portocarrero de quien descienden los condes de Montehermoso y Fuensaldaña. Salazar y Castro, Árboles de costados, p. 155.

— También fue fruto de este enlace Juan Menchaca Manzanedo, alguacil mayor de la inquisición de Granada, casado de primeras nupcias con Beatriz de Henestrosa y de segundas con Mariana Obregón Peralta. Tabla genealógica de la Familia Manzanedo. RAH, Colección de D. Luis de Salazar y Castro, signatura D‑33, f. 69v.

[30] Ejecutoria del pleito litigado por Ana Girón de Soto, viuda, como heredera de Cristóbal de Soto, difunto, con Pedro de Mercado, Francisco de Espinosa, hermano de María de Espinosa, difunta, mujer que fue de Cristóbal de Soto, y consortes, sobre el cumplimiento de una escritura de partición de los bienes de dicho matrimonio. AChV, Registro de Ejecutorias, caja 1539, pieza 12, año 1585.

[31] Alonso Manzanedo pasó a la provincia de Venezuela el 25 de febrero de 1562 como «criado del Gobernador». Romera Iruela, Luis, & Galbis Díez, María del Carmen, Archivo general de indias : catálogo de pasajeros a indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Madrid, Espasa Calpe, 1981, vol. 4 (1560‑1566), registro núm. 2105.

— Pasó a Indias como criado de su homónimo Alonso Manzanedo, nombrado gobernador y capitán de Venezuela el 26 de octubre de 1561, cargo que asumió en febrero de 1562. Es evidente que el hijo de Nicolás de Soto y de Ana Menchaca no es el que nombran gobernador pues, partiendo de la fecha de matrimonio de sus padres, no debía sobrepasar los 30 años en el momento de enrolarse. Por el contrario, Alonso Manzanedo o Pérez de Manzanedo, nombrado gobernador, era de edad más avanzada pues «proveyó el Real Consejo de las Indias en su lugar a un caballero llamado don Alonso de Manzanedo, hombre mayor y enfermo, y que estaba más para descansar que meterse en trabajos de conquista y gobierno».Simón, Pedro, Noticias historiales de Venezuela, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992, p. 324.

[32] Matrimonio acordado entre Cristóbal de Soto, tío de Diego, y Catalina Alderete, tía de Beatriz. Doña Ana Maria de Soto y Menchaca [y Bracamonte], mujer de Fernan Nieto de Trejo. Con Don Manuel de Soto Bracamonte. Este pleyto es, sobre la tenuta y possession del mayorazgo, que instituyeron Nicolas de Soto, y Doña Leonor de Vergara su muger, en Christoual de Soto su hijo, cuya succession vino à Don Diego de Soto, nieto del primer llamado, y padre de la dicha Doña Ana. Año 1601. PN.RBPR. II/2367, ff. 55, 57.

[33]«su prima y parienta dentro del quarto grado». Ibíd., f. 50.

[34] Barredo de Valenzuela y Arrojo, Adolfo & Alonso de Cadenas y López, Ampelio, Nobiliario de Extremadura, Madrid, Hidalguía, 2000, vol. 5 (Mera-Parraga), p. 143.

[35] Francisco Briceño, uno de los testigos del proceso, declara que estando en Barcelona llegó «el dicho don Diego de Menchaca, que venia de la ciudad de Roma, y dixo à este testigo que venia para esta dicha villa de Madrigal, y este testigo le dixo, que tambien se queria venir para esta dicha villa, y asi se vinieron juntos hasta la villa de Madrid, adonde residia en aquella sazon la Corte de su Magestad, y viniendo por el camino de Barcelona à Madrid, el dicho don Diego dixo a este testigo, que venia de Roma, y muy alegre, porque traya dispensación para se casar con doña Beatriz de Bracanonte, y que auia ydo por ella à Roma, porque el cura de su Perroquia donde viuia en esta dicha de Madrigal, le auia apretado tanto, que por auerese juntado con la dicha doña Beatriz, le auia hecho yr a Roma, y que auia dexado preñada à la dicha doña Beatriz, y que auia tenido nueua, que auia parido una niña, y que en Roma para alcançar la dicha dispensación auia estado casi dos años». Memorial del pleyto de tenuta, sobre el mayorazgo que vacò por muerte de Don Diego de Soto Minchaca, vezino de la villa de Madrigal. Entre partes de la vna Doña Ana María de Soto [Menchaca y Bracamonte] hija del ultimo posseedor: Y de la otra Don Manuel de Soto y Bracamonte. Año 1602. PN.RBPR. II/2367, f. 109.

[36] «Era mayorazgo cuantioso con casas principales en Madrigal». Dávila Jalón, Valentín, Nobiliario de la ciudad de Burgos : los caballeros de las órdenes militares de Calatrava, Alcántara, Montesa y de San Juan de Jerusalén (Malta), Madrid, [s.n.], 1955, vol. 2, p. 236.

[37] Torre, Op.cit., p. 56.

[38] Ibíd. p. 129.

[39] Recomendaciones de Francisco de Soto. AGI, Indiferente General, legajo 419, libro 7, f. 766r.

[40] Bartolomé de las Casas, más tarde obispo de Chiapas, fue nombrado mediante real cédula dada en Zaragoza en octubre de 1518 para reclutar labradores y llevarlos a Indias. Para lo cual se le asignó un salario 150 maravedíes diarios en el tiempo que se dedicase a tal labor. Nombramiento de Bartolomé de las Casas. AGI, Indiferente General, legajo 419, libro 7, f. 769r.

— Pretendía crear comunidades mixtas de colonos castellanos e indios. Para ello encargó a Juan de Salaya reclutar campesinos en Andalucía, y en Castilla, al jienense Luis de Berrio y a Francisco de Soto. Dispuso del beneplácito de la corona que le permitía ofrecer ciertas exenciones a los voluntarios: pasaje franco a Indias, dación de tierras de realengo, exención de almojarifazgo y alcabalas, asistencia médica, además de ciertos premios o incentivos a quienes introdujeran nuevos cultivos en las nuevas tierras. Exención de impuestos de Bartolomé de las Casas. AGI, Indiferente General, legajo 419, libro 7, ff. 746v a 747v.

Instrucciones a fray Bartolomé de las Casas para llevar labradores y gente de trabajo a Indias. AGI, Indiferente General, legajo 419, libro 7, f. 776v.

[41] «i dexò por Capitan de la Gente que alli estaba à Francisco de Soto, Natural de Olmedo». Herrera y Tordesillas, Antonio de, Historia general de los hechos de los Castellanos, en las islas y tierra firme del Mar Océano, Amberes, Juan Bautista Verdussen, 1728, vol. III, década III, libro II, f. 47.

[42] «descuidó las más elementales medidas de seguridad y dejó inermes los pocos compañeros de Casas victimas con los franciscanos del ataque de los indios». Giménez Fernández, Manuel, Bartolomé de las Casas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Estudios Hispanoamericanos, 1984, vol. II, p. 864.

[43] Francisco de Soto, falleció como consecuencia la herida causada en un brazo por una flecha emponzoñada de curare. «Fueron allá con cierta barca a legua y media a donde había quedado y lo hallaron vivo al cabo de tres días que lo habían herido, sin comer ni beber, y lo trajeron vivo en la nao. Como la hierba ponzoñosa causa gravísima sed, pidió luego agua porque se asaba: se la dieron y comenzó luego a rabiar y desde a poco murió». Ibíd. p. 1162.

[44] Martínez Peñas, Leandro, El confesor del rey en el Antiguo Régimen, Madrid, Editorial Complutense, 2007, p. 243.

[45] Jiménez Duque, Baldomero, En torno a San Juan de la Cruz, Barcelona, Juan Flors, 1960, p. 10.

[46] «Pedro de Soto, cuyo nombre completo era el de Pedro Rodríguez de Soto o el de Fray Pedro de San Pedro Mártir de Soto que tomo en religión, nació en Alcalá de Henares hacia el año 1500, al menos, dice él que fue bautizado. Era hijo mayor del Lic. Garci Rodríguez de Hontiveros y de Dª María de Vergara, vecinos de la ciudad de Ávila y con posesiones o fincas en diversos lugares de esa provincia y en la de Toledo. Su padre, muerto ya para mediados de marzo de 1519, había sido del Consejo de sus Altezas. Uno de sus abuelos, llamado el Dr. Nicolás de Soto, era vecino de Madrigal y protomédico de sus Altezas y vivía en 1519 al otorgar su nieto testamento». Gutiérrez, Constancio, Trento, un concilio para la unión (1550‑1552) : Vol. I. Fuentes (1549‑1551), Madrid, Instituto “Enrique Flórez”, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1981, p. 994.

— En la misma línea se define Perazzo cuando al hablar de los Centurión establecidos en la porteña ciudad de Santa Fe, indica que María Manuela Bracamonte, esposa de Felipe Centurión, llevaba el apellido Bracamonte «por su Bisabuelo el capitán Feliciano Rodríguez, co‑fundador de Santa Fe y sobrino carnal por línea paterna del celebre teólogo de la orden de Predicadores Fr. Pedro de Soto, alias Rodríguez […]. Feliciano Rodríguez uno de los primeros pobladores y conquistadores de esta ciudad de Santa Fe “hijo que soy del capitán García Rodríguez, natural del pueblo de Fontiveros en los reinos de España, declaro ser hijo de Victoria Rodríguez, natural de Santa Cruz de la Sierra” y entre sus hijos y herederos casados, nombra a Pedro Soto Bracamonte, casi homónimo del Maestro Fr. de Pedro, alias Rodríguez, su tío abuelo». Perazzo Espínola, Carlos E., “Sobre los Centuriones de Santa Fe”, en Genealogía : Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, núm. 17, 1977, pp. 211‑220.

[47] Guerra y Villegas, Minutas de linajes de España. Vol. 2, pp. 215r‑221r.

[48] Mendoza, Op.cit., p. 394v.

[49] Movimiento religioso español del s. XVI en forma de secta mística cuyo foco principal estuvo en Llerena. Querían iluminar o «alumbrar» las almas de los incautos mediante la obediencia al imperio de la carne, mostrando menosprecio hacia los preceptos divinos, llegando a realizar profanaciones de lugares sagrados.

— El proceso se llevó a cabo en Llerena en 1579. Entre los «alumbrados» que fueron procesados se encontraban ocho clérigos, siendo dos de ellos los principales precursores de la herejía: Cristóbal Chamizo, natural de Zafra, y Hernando Álvarez, natural de Barcarrota. Fueron condenados a seis y cuatro años «a galeras a remo» respectivamente. Relacion de otro auto que se zelebro en la villa de Llerena domyngo de la trenydad de 1579 años contra unos herejes qe llaman los alumbrados y otros, en Cartapacio de cosas curiosas e históricas. BN, manuscrito Mss/6480, ff. 54r‑67v.

[50] En su testamento, «suplicaba que se le concediese para enterramiento suyo y de su familia el capítulo bajo, destinando al efecto 6.000 ducados, 2.000 para adquirir la propiedad del capítulo, 2.000 para su ornamentación, y 2.000 para constituir la capellanía. No habiendo tenido esto efecto, Doña Luisa de Soto y Salazar, hermana de dicho señor Obispo, suplicó que se le concediese la sacristía para enterramiento de su familia, ofreciendo para ello 2.800 ducados, y le fué concedido, por intercesión del señor Obispo de Avila […] En su virtud, dicha señora hizo, entre otras obras, el arco de piedra, con su gran reja de hierro, que ahora da paso del claustro del silencio á la antesacristía, que entonces era sacristía, con un altar dedicado á San Miguel, y abrió la puerta por donde ahora se pasa de la sacristía á la iglesia, que antes estaba en el claustro, y salía por delante del colateral de la Epístola». García Cienfuegos, Fray Cayetano, Breve reseña histórica del Real Colegio de Santo Tomás de Ávila. Madrid : Imprenta de L. Aguado, 1895, pp. 58‑59.

[51] Baños de Velasco y Acevedo, Juan, Sumarios de nobleza y sus blasones. Vol. 20. BN, manuscrito Mss/11399, f. 361r.