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«Honramos hoy las columnas de nuestro humilde semanario con el retrato de este cangués ilustre, que tras larga ausencia, regresa a la patria querida, orlada su frente con la más legítima corona que puede ostentar una inteligencia privilegiada, después de haber conquistado un eminente puesto en la república de las letras.

Amalio Machín es hoy una verdadera excepción entre todos los emigrantes.

Encontraranse entre estos muchos que a fuerza de su continuado trabajo de largos años hayan podido reunir un capital que con más o menos holgura les permita reparar las fuerzas perdidas allende los mares, pero el elevarse de la nada a la cumbre del saber, el llegar a ser por sí propio una intelectualidad indiscutible, eso sólo estaba reservado para el cangués insigne que hoy a grandes rasgos biografiamos.

Don Amalio Machín González nació en esta ciudad allá por el año 1874, siendo sus padres dos humildes y honrados industriales, a quienes tuvo la desgracia de perder cuando apenas contaba siete años de edad.

Trasladóse entonces a Sebarga al lado de sus tíos, que le recibieron con fraternal cariño, y allí recibió la única y defectuosa instrucción primaria que en aquellos tiempos se podía dar en una apartada aldea. Mas los que con él asistimos entonces a la humilde escuela de aquella parroquia, pudimos vislumbrar ya en él un talento nada común, un entendimiento clarísimo, junto con un excepcional y envidiable don de gentes.

En estas condiciones, embarcóse Amalio en dirección a la Isla de Cuba en busca de soñada fortuna y con las ilusiones propias de dieciséis años llenos de vida y de salud. Allí desempeñó desde un principio los más humildes empleos propios de su edad y rudimentaria instrucción, pero aquel genio de águila no se amoldó a permanecer por mucho tiempo prisionero de plebeyo mostrador, inscribióse bien pronto en la matrícula nocturna del Centro Asturiano y al ponerse en contacto con sabios maestros, su inteligencia divisa horizontes más dilatados que los que un día percibieran materialmente sus ojos desde las cumbres de Pico Pierzo, y su firme espíritu, enamorado del saber y luchando con las penurias y estrecheces del pobre emigrante, logró, al fin, abrirse paso después de largo calvario.

Sus primeras producciones literarias llamaron justamente la atención en la isla, tanto por su prosa galana y florida, como por su fondo de buen pensador, y en sus inspiradas poesías revélase siempre su alma grande, noble y española, llegando a solicitar su firma importantes periódicos y revistas de La Habana.

En diferentes asambleas del Centro Asturiano, demostró ser orador de fogosa y persuasiva palabra, y más de una vez sus proposiciones, que revelaban espíritu de previsor gobernante, fueron tomadas en consideración.

Vacante la secretaría del Centro, a ella fue elevado por propios méritos y con unánime aplauso de los asturianos de la isla.

Su labor al frente de este importantísimo cargo fue sencillamente grande, y a su infatigable laboriosidad, a su genio organizador, a su peculiar sindéresis se debe en buena parte el impulso y desarrollo adquirido por el Centro Asturiano de La Habana, que es hoy una de las más florecientes e importantes instituciones del mundo, con sus delegaciones en toda la isla, con su Quinta de Salud, con sus nuevos pabellones, con su Caja de Ahorros, con su Consejo de Inmigración, con toda su complicada organización que tantos años funcionó bajo la acertada dirección del popular y por todos estimadísimo Secretario General don Amalio Machín, a quien consultaban los presidentes, oían los vocales y obedecían todos los socios, teniendo él iniciativas para los unos, saludables consejos para los otros y siendo para todos un verdadero padre y protector muy especial para cuantos a él acudían de este partido judicial de Cangas de Onís.

Desde el Centro Asturiano pasó Amalio Machín a la Redacción del “Diario de la Marina”, recibiendo su administración de manos del venerable periodista y benemérito español don Nicolás Rivero, que le quiere entrañablemente y tiene en él depositada omnímoda confianza.

Y ha venido ahora a la añorada tierrina a descansar por unos meses de tan arduas tareas, a visitar a su querida Asturias, a saludar a sus numerosos amigos y parientes, a evocar en su mente los recuerdos imborrables de su niñez contemplando desde su casita de la Collada lo que un día fue teatro de sus infantiles juegos.

Sea bienvenido el que hoy con Mella y Zaragoza merece figurar entre los más esclarecidos hijos de Cangas de Onís.»

Artículo publicado sin firmar en El Orden, semanario de Cangas de Onís, el 14 de mayo de 1916 (año III, núm. 124, p. 1). Puede atribuirse al sebarguín José de Fana Alonso, director del periódico y canónigo de Covadonga, por la referencia que hace en uno de los primeros párrafos del artículo indicando que el autor compartió escuela con Amalio Machín en Sebarga.

Apunte biográfico de Amalio Machín González

Amalio Nicolás Machín González, hijo de José Machín González, natural de Sebarga (Amieva), y Laura González de Diego, de Cangas de Onís, nació en esta villa el 12 de mayo de 1874. Con 16 años se embarca en dirección a la isla de Cuba, como tantos hijos de estas tierras, en busca de fortuna. En los primeros años desempeña en el comercio los más humildes empleos, pero dispuesto a superar esta circunstancia adquiere la educación que su inteligencia natural y don de gentes necesitaban para labrarse el porvenir.

Socio del Centro Asturiano, en noviembre de 1905 es elevado a la Secretaría General, contribuyendo con su laboriosidad y capacidad de organización al desarrollo y engrandecimiento de la institución, en la que desempeñará otros cargos de relieve. El 20 de febrero de 1913 cesa como secretario del Centro Asturiano y desde 1915 hasta su muerte preside la Sección de Inmigración.

Oscar García, en El Libro del Centro Asturiano de La Habana: 1886-1927, traza el carácter de Machín, persona de múltiples aptitudes y preclara inteligencia: “Hombre singularmente simpático, afable, campechano, tenía en la colonia positivo arraigo, siendo uno de sus “leaders” más autorizados. Pasarán muchos años antes de que se extingan en el recuerdo de sus coetáneos las anécdotas, salpimentadas de gracejo e ingenio, que señalan su paso por nuestra Asociación. Poeta fácil y emotivo; orador brillante; gran polemista, a ratos agridulce y zumbón; humorista; culto y demócrata, su prematuro óbito produjo en todas las clases sociales sincera pesadumbre».

Como periodista, colabora en Los Domingos de La Unión, página literaria semanal del diario habanero La Unión Española, ejerce como crítico literario de El Diario Español y es redactor del Diario de la Marina, en el que sustituirá a don Nicolás Rivero como administrador.

Tuvo varios hijos en su matrimonio con doña Fausta Morán, entre ellos a Laura Machín Morán que en 1930 se casó con otro escritor asturiano, el avilesino Indalecio Fernández Balsera.

En abril de 1916, gravemente enfermo, visita su tierra natal, volviendo poco después a Cuba donde fallece en La Habana el 14 de octubre de dicho año.

Bibliografía

Domingo Cuadriello, Jorge, Los españoles en las letras cubanas durante el siglo XX. Diccionario bio-bibliográfico, Sevilla, Junta de Andalucía & Editorial Renacimiento, 2003, p. 106.

García, Oscar, El Libro del Centro Asturiano de La Habana : 1886-1927, La Habana, Centro Asturiano de La Habana, Talleres Tipográficos de P. Fernández y Cía., 1928, pp. 164 (retrato), 178 y 636-637.

Suárez, Constantino, Escritores y artistas asturianos. Índice bio-bibliográfico, Oviedo, 1956, tomo V, pp. 125-126.

En la Memoria Digital de Asturias se pueden contemplar diversas imágenes de Amalio Machín y sus familiares, pertenecientes a la colección de Koldo San Sebastián Fernández-Balsera.