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Cangas de Onís, 17 de marzo de 1842 — 31 de enero de 1915. Bautizado como Enrique Antonio. Abogado, político, publicista y escritor. Diputado en las Cortes Generales entre 1879 y 1883. Hijo del escribano y notario Francisco García Ceñal, que ejerció en Cangas de Onís desde 1833 hasta su fallecimiento en el año 1900, y de María Fanjul Blanco, hermana de Casto, principal comerciante de Cangas de Onís durante la segunda mitad del siglo XIX, y de Teresa, madre del político tradicionalista Juan Vázquez de Mella y Fanjul.
Aunque Constantino Suárez, Españolito, escribe que su padre era natural de Tiñana[i], las diversas partidas de bautismo de los hijos de Francisco García Ceñal y María Fanjul, indican que ambos eran naturales de la parroquia de Cangas de Onís, siendo, eso sí, naturales del concejo de Siero los abuelos paternos, Francisco García y María Ceñal, de la parroquia de la Pola concretamente; y el abuelo materno, Antonio Fanjul, de la parroquia de Tiñana, establecido en este concejo a principios del siglo XIX[ii]. La abuela materna, Teresa Blanco, era natural de la parroquia de Santa María de Cangas de Onís.
Enrique García Ceñal tuvo por hermanos, entre otros, a Álvaro, alto funcionario de la administración del Estado, secretario de los gobiernos civiles de Santander (1876-78) y Córdoba (1881) y gobernador interino de esas provincias, habiendo sido alcalde de Cangas de Onís en 1873; Victoriano, médico, político y escritor, y Leandro García Ceñal, abogado y académico de la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación[iii]. Adscritos al partido liberal, todos ellos participaron activamente en la política de su tiempo dando continuidad a la presencia familiar en los asuntos públicos, omnipresente en Cangas de Onís en el caso de su padre, por estatus profesional y longevidad, pero igualmente notoria por la actuación de su tío Casto Fanjul[iv] y aún por la de su abuelo materno que, como representante de los concejos orientales, solicitó del rey, en 1830, que se destinasen los arbitrios de la carretera de Castilla por Pajares, una vez terminada, a la de Ribadesella a Ventaniella, lo que concedió Fernando VII por Real orden el 15 de agosto de dicho año, no cumpliéndose esta concesión al destinarse los recursos a la de Avilés[v].
Fue su casa el “Palaciu Pintu”; conocido y característico edificio de Cangas de Onís, destruido durante la Guerra Civil Española y que por las pinturas de su fachada tanto llamó la atención a cuantos viajeros visitaron esta ciudad, señalando el marqués de Foronda, como lo más curioso, “el carácter genuinamente churrigueresco de los dibujos, hasta el punto de parecer obra de algún discípulo aventajado de aquel arquitecto”.
Acacio Cáceres Prat lo visita durante el viaje que realiza para documentar su obra Covadonga : tradiciones, historias y leyendas, antes de 1887, y tiene la oportunidad de saludar al propietario y padre de su amigo Enrique, don Francisco García Ceñal, “retrato fiel y verdadera efigie o exactísima semblanza del asturiano”. Describe el palacio como un “gran caserón guarnecido en sus ángulos por fuertes sillares, con alto balconaje y aleros prolongados que sombrean sus blasonados e históricos muros”. Del interior dice que “después de penetrar por una ancha puerta de redondo arco, se da en un amplio y sombrío vestíbulo de cuyo piso arranca una ancha y algo desvencijada escalera de lustrosa madera, la cual conduce a la gran antesala y olvidados aposentos que se extienden en todas direcciones y en dobles pisos por los ámbitos del vetusto edificio”[vi].
El «Palaciu Pintu», residencia de los García Ceñal en Cangas de Onís. Fotografía de António Passaporte (archivo Loty, Fototeca del Patrimonio Histórico).
Años después, Ruth Matilda Anderson, fotógrafa estadounidense que visita Cangas de Onís en 1925, realiza, al menos, una fotografía del interior del palacio en la que se aprecia un dormitorio con “italiana”, un hermoso trabajo de carpintería que separa el espacio destinado a dormir del vestidor. Es una partición con huecos que pueden cerrarse con cortinas que, usadas de noche o cuando uno está enfermo, no dejan pasar la luz. La casa era, por entonces, propiedad de Juan Vázquez de Mella, que la había heredado de su primo Leandro García Ceñal, quien en su testamento había dejado mandado que al fallecimiento de aquél, pasara a sus hijos legítimos y si no los tuviera, fuese entregada al Excelentísimo Ayuntamiento de Cangas de Onís, “con destino a fines benéfico-docentes” que determinaría libremente Vázquez de Mella[vii].
Enrique García Ceñal, según Constantino Suárez, realizó sus primeros estudios en la villa natal, pasando a Oviedo en el año 1852. En su universidad cursó la segunda enseñanza, obteniendo el grado de bachiller en Artes el 26 de junio de 1858; y la carrera de Leyes, logrando la licenciatura en Derecho civil y canónico también un 26 de junio, pero en este caso del año 1864[viii].
Terminada la carrera, se dedicó al ejercicio de la profesión de abogado y a la política siendo elegido diputado provincial a raíz de la revolución de septiembre de 1868 que supuso el destronamiento de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático[ix]. Desempeñó también el cargo de promotor fiscal en los juzgados de Cangas de Onís (1869-1870) y Villaviciosa (1871), destino al que renunció, abandonando la carrera judicial, para consagrarse por completo a la abogacía.
Se traslada a Cuba y durante algún tiempo trabaja para el Banco Español de La Habana que lo destina, con carácter de secretario, a la localidad de Sagua la Grande para el establecimiento de una de sus principales sucursales. Renuncia a este puesto y se asienta en La Habana, donde ejerce con éxito la abogacía después de unos difíciles inicios. En la capital cubana fue juez de paz del distrito de Jesús y María y formó parte de las directivas del Casino Español durante la presidencia de Julián de Zulueta y de la Junta Protectora de Libertos[x]. Después de haber pasado algún tiempo en Estados Unidos, ocupado en asuntos para los que había sido comisionado[xi], quebrantos de salud le hacen embarcar en el vapor “España”, regresando a la patria en el verano de 1876[xii].
Reanuda entonces su vida política adhiriéndose a la Unión Liberal, en la que militaba como figura principal el llanisco José Posada Herrera, ministro de Gobernación con O’Donnell. En las elecciones de 1879[xiii] y 1881[xiv], fue elegido diputado a Cortes por el distrito de Villafranca del Bierzo (León), población que le declaró Hijo Adoptivo[xv]. En política, García Ceñal estuvo siempre afiliado a los partidos progresistas dentro del régimen de la Restauración borbónica y fue de los diputados que entraron en la llamada “Coalición de la dignidad”[xvi], siendo de los que con más empeño apoyaron la fusión que dio lugar al Partido Fusionista, luego Liberal Fusionista y por último sólo Liberal.
Como diputado participa en distintas comisiones, como la del proyecto de reforma del arancel de Cuba[xvii] o la que elaboró el malogrado proyecto de Ley de Sanidad en los años 1882-1883; realiza diversas gestiones, tanto para el distrito de su elección como para su ciudad natal. Así, presenta una proposición de ley solicitando la concesión de un ferrocarril que, partiendo de Toral de los Vados, terminase en Villafranca del Bierzo. Fue sancionada como ley en la legislatura 1881-1882, siendo efectiva, dicha concesión, a favor de la Compañía de los Ferrocarriles de Asturias, Galicia y León por Real orden de 16 de diciembre de 1882.
En 1852 se aprueba el proyecto de la carretera del Pontón, trazada en 1846 por el ingeniero Pedro Severo Robles. Habiéndose terminado, en 1880, los tramos correspondientes a la zona asturiana, quedaba la parte más difícil y costosa, el puerto del Pontón, que gracias a las gestiones de Enrique García Ceñal, en 1883, pudo ser franqueado[xviii]. A él se debe también la construcción de la llamada “carretera nueva”[xix], calle que iba desde la casa-palacio en que nacieron, vivieron y legaron al municipio los García Ceñal, el “Palaciu Pintu”, hasta el puente nuevo, límite del concejo con Parres; a la que por iniciativa de Fernando Fernández Rosete se dio el nombre de “García Ceñal”[xx] y que actualmente se conoce como Avenida de Covadonga.
En 1881, Práxedes Mateo Sagasta, elegido presidente del Consejo de Ministros de España, lo nombra secretario del Gobierno civil de la provincia de Madrid[xxi] llegando a encargarse, interinamente, de dicho gobierno por ausencia del Gobernador civil, José Álvarez de Toledo y Acuña, conde de Xiquena[xxii]. El 27 de septiembre de 1881, el rey Alfonso XII admitirá la dimisión de Enrique García Ceñal de dicho cargo de secretario, ejercido en una época de dificultades, “por haber sido elegido Diputado a Cortes”[xxiii]. En este año concurre, en compañía de otro ilustre cangués, Bonifacio Cortés Llanos, y probablemente de algún otro que no he podido discernir de manera fehaciente, a la fundación del Centro Asturiano de Madrid[xxiv].
Con posterioridad, el gobierno presidido por Sagasta le nombró gobernador en una de las provincias del archipiélago filipino, cargo que rehusó por su delicada salud. Fue reconocida su labor alcanzando el título de Jefe superior honorario de Administración civil.
En 1887, el Diario de Córdoba se hace eco de su ingreso en el efímero Partido Reformista del general López Domínguez[xxv]. En su novela El hombre, publicada ese mismo año, hallamos un eco del pensamiento político de García Ceñal en aquellos días, que bien pudo animarle a abrazar una opción ajena al bipartidismo:
el pretender estrechar el círculo y concretar la oposición y el turno a dos grandes comunidades políticas exclusivamente, sería mezquino, egoísta y perjudicial a las instituciones y bien del país.
Discurriendo en hipótesis pudiera suceder que por imposibilidad, inminente peligro o exigencia pública, ninguno de los dos partidos se encontrara en disposición de recibir el poder de manos del que le ocupase, siendo necesario recurrir a otros hombres, conocidos ya (que el arte de gobernar no es cosa baladí ni se aprende sino mediante larga e ilustrada práctica), en cuyo supuesto la conveniencia de un tercer partido en condiciones de viabilidad y de mando es de todo punto evidente; y más si se tiene en cuenta los casos de fuerza, los accidentes fortuitos, lo imprevisto en fin a que siempre, y muy particularmente entre nosotros, hay que conceder excepcional importancia[xxvi].
Publicista y escritor
Aunque Ossorio y Bernard incluye a García Ceñal en su catálogo de periodistas[xxvii], no parece que lo fuese, tal como hoy entendemos el término; sólo en la nota necrológica publicada en Covadonga Gráfica se hace mención a su papel como redactor de El Liberal de Madrid. Más bien debemos considerarlo un escritor en su doble vertiente de político y publicista, que colaboró, hasta que cumplió poco más de cuarenta años, en multitud de periódicos y revistas de los lugares de su residencia.
Publicó sus primeros escritos en la prensa de Cangas de Onís, en el semanario El Sella[xxviii], en cuyas páginas solicitó la urgente construcción del ferrocarril de la costa; también en El Auseva, junto a otros tres literatos de aquel tiempo: Teodoro Fernández, que sería juez de Instrucción de Siero, el abogado Paulino Carriedo y su hermano Victoriano García Ceñal[xxix].
Fue muy comentada su participación en el número extraordinario publicado el 14 de septiembre de 1893, al ser suprimido el juzgado de primera instancia, condenando la actuación del Gobierno y muy principalmente de su ministro de Gracia y Justicia, Germán Gamazo, por no haber suprimido el de Pozaldez, que era el suyo y al que se considera de menor utilidad que el de Cangas de Onís, así como el silencio del diputado a Cortes por este distrito que no salió en defensa del juzgado[xxx].
En La Habana (Cuba) colabora en el Diario de la Marina[xxxi]; de regreso en España y establecido en Madrid, es redactor y uno de los fundadores de El Liberal[xxxii].
Los artículos que hemos podido leer son de carácter jurídico, las más de las veces versados en derecho administrativo, materia por la que había mostrado especial interés en su paso por la Universidad de Oviedo. Quienes han escrito de esta faceta de García Ceñal, al que destacan como escritor concienzudo y notable disertador, mencionan una serie de artículos sobre la ley hipotecaria y varios sobre cuestiones sociales en la isla de Cuba[xxxiii], que no hemos podido consultar. La Revista General de Legislación y Jurisprudencia y la Revista de Legislación y Jurisprudencia de Ultramar publican artículos suyos, y en la Revista de España (Madrid) trata varios temas sobre las islas Filipinas: “Últimos decretos sobre Filipinas” (1886), “Nuestra influencia en Filipinas” (1886) y uno muy extenso, en cuatro partes, sobre “Las reformas en Filipinas : Los Ayuntamientos” (1887-88). Este conocimiento del archipiélago filipino, bien pudo influir en su fallido nombramiento como gobernador de una de sus provincias.
En esta misma revista publica “Entidades jurídicas” (1883), donde analiza la condición de las asociaciones religiosas, de la Iglesia en suma, dentro de la sociedad civil, encarnada en el Estado, que dará “a la entidad jurídico-religiosa su ley y norma de conducta, señalándole, a la vez, la esfera en que puede moverse sin extralimitaciones funestas, ambiciones injustificadas y fines impropios de la idea fundamental en que descansa el sagrado dominio espiritual de la Iglesia”, artículo que esboza conceptos sobre la sociabilidad que encontraremos más ampliamente desarrollados en su novela El hombre. En el mismo lugar aparece “Inamovilidad administrativa” (1884), donde trata las ventajas e inconvenientes de la inamovilidad del empleado público en su puesto de trabajo, en contraposición a la situación que por entonces existía: la cesantía, al advenir un gobierno de distinto signo político que daba como resultado una administración del Estado llena de vicios y defectos, consecuencia de la influencia “anónima” de la política.
En el artículo “Proposición del general Dabán” (1883), publicado en la revista Los Dos Mundos, analiza los inconvenientes de la proposición presentada en el Congreso de los Diputados por el general Antonio Dabán para establecer el servicio militar en las posesiones de Ultramar, perjudicial para la “cuestión social” en la que, según entiende García Ceñal, descansa “la conservación de las provincias ultramarinas y su porvenir próspero y tranquilo”. Con el anarquismo y el socialismo en el horizonte más cercano, en la misma revista publica “Trabajo y capital” (1883), artículo en el que analiza las relaciones entre estos dos factores de producción.
Más extenso es su tratamiento de un tema recurrente en su obra como publicista, la gestión de los ayuntamientos. Aunque retirado de la primera línea política, Enrique García Ceñal no renuncia a su inclinación político-administrativa y da a la prensa un estudio histórico y jurídico sobre la organización de los municipios en España: Apuntes sobre la reforma municipal[xxxiv]. Quiere aportar su visión y experiencia ante la anunciada reforma de las administraciones provincial y municipal y lo hace ante la necesidad de dar una nueva dirección a su organización, sobre todo de los ayuntamientos, que “venza las dificultades y llene las lagunas que actualmente entorpecen la buena y ordenada gestión de los intereses de la vida y hacienda local, y el desarrollo de los mismos en armonía con las exigencias económico-sociales y políticas de la moderna civilización”. También lo hace preocupado por el bajo nivel a que han llegado los puestos públicos en las localidades y a que rehusan aceptarlos las personas que por su posición y cultura deberían ocuparlos “en provecho de los intereses comunales, prestigio y utilidad de la administración y público bienestar”.
Aunque la faceta de publicista de Enrique García Ceñal sea la más notoria y principal en su producción literaria, no fue la única; y entre sus escritos encontramos tres piezas más de muy distinta naturaleza e importancia. Cronológicamente, es la primera el prólogo a El Vierzo[xxxv], libro de Acacio Cáceres Prat, dedicado a la historia y leyendas de esa región leonesa tan ligada a García Ceñal, representante en el Congreso de los Diputados por aquel entonces, del distrito de Villafranca del Bierzo, que pondera el trabajo del autor como “índice y estímulo poderoso a más profundos estudios de investigación y de análisis”, rematando su presentación con un recuerdo a Gustavo Adolfo Becquer[xxxvi], con el que rechaza y reprueba el descuido o desdén de quienes, pudiendo hacerlo, “no han recogido ni recogen, para trasmitírnoslas íntegras, las últimas palabras de la tradición nacional, estudiando detenidamente nuestra vieja España allí donde están en pie los monumentos testigos de sus glorias, y allí en donde en las costumbres y en la vida interna hay huellas perceptibles de su carácter”.
La segunda obra no jurídica de Enrique García Ceñal es una singular novela, El hombre, una de las escasas muestras del naturalismo en la literatura asturiana.
“¿Qué es el hombre?”
Así da inicio a su novela Enrique García Ceñal. Y a lo largo de más de trescientas páginas examina el comportamiento humano como si fuese un científico, escrutándolo en cuanto ser social. Se vale de una trilogía de personajes arquetípicos: el sabio o materialista, el teólogo o disputante, y el racionalista o filósofo. No conforme con ello, el autor se convierte en un personaje más, el literato, que va aportando sus opiniones según se desarrolla la novela. Ésta, presenta al hombre como el “rey de la creación”, pero solamente por su condición de sociabilidad, sin la cual “el hombre no sería hombre, ni la humanidad propiamente dicha existiría”.
En El hombre, García Ceñal sigue a Émile Zola en alguna de las bases teóricas que desgranase en el prólogo a Thérèse Raquin y en Le roman expérimental, que definen a la novela naturalista como estudio serio y minucioso de los problemas sociales y no un simple pasatiempo.
Los protagonistas que concurren diariamente a la mesa de un café público, dialogan y disputan sobre materia, espíritu y razón, dando forma y contenido a la obra, cuya breve trama, en torno a una niña habida de los amores “ilícitos y sacrílegos” del teólogo, muestra una de las características principales del naturalismo: la conducta sexual como elemento central de las novelas, pero no en su sentido erótico, sino como manifestación de enfermedad social y vicio.
La novela, carente casi por completo de acción, con parlamentos largos y digresivos sobre cuestiones antropológicas, se hace fatigosa; pero revela en el autor un humanismo y una cultura sobresalientes.
El último trabajo literario de Enrique García Ceñal, realizado en colaboración con su hermano Victoriano, es el enjundioso capítulo dedicado al concejo de Cangas de Onís en Asturias, la monumental obra de Octavio Bellmunt y Fermín Canella publicada a finales del siglo XIX[xxxvii]. Los “Ceñales” tenían con Canella “una íntima, heredada y personal relación” que los unía[xxxviii]. Dos familiares suyos, Fernando Canella Suárez y su tío abuelo Antonio Canella Gutiérrez, habían sido canónigos en Covadonga. Con éste, residió en el santuario algún tiempo durante su juventud el padre de don Fermín, Benito Canella Meana, luego compañero de militancia política de Enrique García Ceñal y como éste, diputado provincial por el distrito de Cangas de Onís tras el triunfo de la revolución de 1868[xxxix].
Son veintiséis páginas esenciales dentro de nuestra historiografía que configuran el guión de los estudios históricos cangueses, realizando un recorrido desde las cuevas prehistóricas hasta las personalidades relevantes del siglo XIX, con una singular parada en Covadonga, Don Pelayo y los lugares vinculados a los inicios del reino de Asturias.
Enrique García Ceñal (en el centro), hacia 1908. Procedencia: Biblioteca y papeles de Tolivar Alas en la Biblioteca de Asturias.
Graves problemas de salud, causados por una enfermedad nerviosa que le imposibilita[xl], truncan su brillante carrera pública y le llevan a retirarse en su villa natal, junto a su familia, donde vivirá casi veinte años dedicado, principalmente, al cuidado y mejora de la hermosa finca de su propiedad, aunque también lo encontramos como socio de “La Asturiana”, sociedad constituida para la construcción de una fábrica de hilados y tejidos, que se habría de instalar muy próxima a Cangas de Onís, pero en términos de Parres, y para la que se estimaba una producción de 25.000 varas de tejido de algodón por semana y 1.200.000 al año. Con un capital cercano a las 825.000 pesetas, también eran socios el banquero Antonio Herrero y los cangueses Diego Sánchez, Valentín Garro, Melchor Beceña y Rodrigo Cueto[xli]. La fábrica no llegó a construirse.
Enrique García Ceñal, al que sus contemporáneos elogiaron por su bondad de carácter, su vasta cultura e inteligencia y por sus virtudes morales y cívicas[xlii], falleció en Cangas de Onís el 31 de enero de 1915, a la edad de 72 años. Formó parte de un grupo de cangueses nacidos en la primera mitad del siglo XIX, hijos de familias cultas de la hidalguía local y de una incipiente burguesía, que conformaron un particular microcosmos cultural que poco a poco se nos escapa, un pasado, una historia, que se difumina.
Obra publicada (relación incompleta).
- El hombre : novela metafísico-social : polémicas de café. Madrid, [s.n.], [1887] (Imprenta y estereotipia de El Liberal).
- Apuntes sobre la reforma municipal. Oviedo, [s.n.], 1893 (Imp. de Pardo, Gusano y Compañía).
Sin formar volumen.
- “Resolución de algunas dudas en la aplicación de la ley de 18 de junio de 1870 sobre reforma del procedimiento de lo criminal”, en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, Madrid, 1871, tomo XXXVIII, pp. 374-394.
- “Entidades jurídicas”, en la Revista de España, Madrid, tomo XC, núm. 358, de 28 de enero de 1883, pp. 243-271 y núm. 359, de 13 de febrero de 1883, pp. 353-375.
- “Proposición del general Dabán”, en Los Dos Mundos, Madrid, año I, núm. 4, 8 de febrero de 1883, pp. 2-3 y núm. 6, de 28 de febrero de 1883, p. 2.
- “Trabajo y capital”, en Los Dos Mundos, Madrid, año I, núm. 18, de 28 de junio de 1883, pp. 3-4 y núm. 22, de 8 de agosto de 1883, pp. 3-4.
- “Prólogo”, en El Vierzo : su descripción e historia, tradiciones y leyendas / por Acacio Cáceres Prat.[Madrid] : [s.n.], 1883 (Madrid : Estab. tip. de E. Cuesta, a Cargo de J. Giraldez).
- “Inamovilidad administrativa”, en la Revista de España, Madrid, tomo XCVI, núm. 383, de 10 de febrero de 1884, pp. 333-361 y núm. 384, de 25 de febrero de 1884, pp. 555-585.
- “Últimos decretos sobre Filipinas”, en la Revista de España, Madrid, tomo CIX, núm. 436, de 25 de abril de 1886, pp. 522-541.
- “Nuestra influencia en Filipinas”, en la Revista de España, Madrid, tomo CXI, núm. 441, de 25 de julio de 1886, pp. 218-239 (falta esta última página por error de imprenta).
- “Las reformas en Filipinas: Los Ayuntamientos”, en la Revista de España, Madrid, tomo CXVI, núm. 458, 10 de mayo de 1887, pp. 40-69 y núm. 460, 10 de junio de 1887, pp. 321-359; tomo CXVIII, núm. 469, 25 de octubre de 1887, pp. 481-500, y tomo CXXI, junio de 1888, núm. 481, pp. 401-427.
- “Cangas de Onís”, en Asturias : su historia y monumentos, bellezas y recuerdos, costumbres y tradiciones, el bable, asturianos ilustres, agricultura e industria, estadística / obra dirigida por Octavio Bellmut y Traver y Fermín Canella y Secades ; con la colaboración de distinguidos escritores asturianos, [Gijón], [s.n.], 1894-1900 (Gijón : Fototip. y Tip. O. Bellmunt), tomo II (1897), pp. 11-36. Artículo realizado en colaboración con su hermano Victoriano García Ceñal.
Artículo publicado, sin las notas, en: Boletín de Fiestas de San Antonio, Cangas de Onís, Sociedad de Festejos, 2016, pp. 211-215.
[i] Suárez, Constantino. Escritores y artistas asturianos. Indice bio-bibliográfico. Edición, Adiciones y Prólogo de José María Martínez Cachero, Tomo IV, Oviedo, 1955, pp. 66-67.
[ii] García Ceñal, Victoriano, “Amieva”, en Asturias : su historia y monumentos, bellezas y recuerdos, costumbres y tradiciones, el bable, asturianos ilustres, agricultura e industria, estadística / obra dirigida por Octavio Bellmut y Traver y Fermín Canella y Secades ; con la colaboración de distinguidos escritores asturianos, [Gijón] : [s.n.], 1894-1900, tomo III (1900), p. 359.
[iii] Jove y Bravo, Rogelio, Guía civil, militar y eclesiástica de la provincia de Asturias : 1878-1879, [Oviedo], [s. n.], 1879, p. 216.
[iv] Diputado provincial en los años 1840, 1854 a 1856 y 1859-60. Vid.: [Miguel Vigil, Ciriaco], Cuadro comprensivo del personal de Señores Senadores y Diputados a Cortes, Diputados provinciales, Comisión permanente de la Diputación, Consejeros provinciales y Jefes superiores civiles de la provincia, formado con presencia de los documentos que obran en los archivos de la Excma. Diputación y Gobierno civil, Oviedo, [Diputación provincial], 1885, pp. 152, 154, 170 y 176.
[v] Vid., Proyecto de una empresa para la apertura de la carretera desde el puerto de mar de Rivadesella a Castilla / por la Junta promovedora de la misma, [Oviedo] : [s.n.], 1840 (Oviedo : Imprenta de D. Benito González y Compª).
[vi] Cáceres Prat, Acacio, Covadonga : tradiciones, historias y leyendas, [Madrid] : [s. n.], 1887 (Madrid : Imprenta de El Progreso Editorial), pp. 145-146.
[vii] Boletín oficial de la provincia de Oviedo, núm. 215, de 24 de septiembre de 1928, p. 4.
[viii] Suárez, Escritores y artistas asturianos, p. 66.
[ix] Ovilo y Otero, Manuel (Director), “Noticias biográficas : D. Enrique G. Ceñal”, en Escenas Contemporáneas : Revista Bibliográfica, Madrid, Tipografía de Manuel G. Hernández, 1883, año I, tomo II, pp. 200-201. Aunque no figura entre los diputados relacionados por Ciriaco Miguel Vigil, vid. nota 4.
[x] Prugent Lobera, Enrique, Los hombres de la Restauración : Galería Biográfica, Madrid, 1883, tomo V, pp. 109-113.
[xi] Vid. Ovilo, “Noticias biográficas : D. Enrique G. Ceñal” y X. (seudónimo de Paulino Carriedo), “Semblanzas : D. Enrique G. Ceñal” en El Auseva, Cangas de Onís, 13 de diciembre de 1896, año VI, núm. 297, p. 2.
[xii] El Imparcial, Madrid, año X, núm. 3300, jueves 3 de agosto de 1876, p. 3.
[xiii] Celebradas el 20 de abril de 1879. Fue diputado desde el 30 de abril de 1879 al 25 de junio de 1881.
[xiv] Celebradas el 21 de agosto de 1881. Fue diputado desde el 30 de agosto de 1881 al 31 de marzo de 1884.
[xv] No ha de considerársele diputado cunero pues en el Bierzo tenía familia, intereses y grandes amigos. [S.a. ¿Fernando Fernández Rosete?], Nota necrológica en Covadonga Gráfica, ¿1º de marzo? de 1915, pp. 10-11.
[xvi] Ovilo, “Noticias biográficas : D. Enrique G. Ceñal”.
[xvii] El Liberal, Madrid, año I, núm. 182, viernes 28 de noviembre de 1879, p. 2.
[xviii] García Ceñal, Victoriano, “Ponga”, en Asturias de Bellmunt y Canella, tomo III, p. 442.
[xix] Nota necrológica en Covadonga Gráfica.
[xx] Región, año II, número 394, 24 de octubre de 1924, p. 7.
[xxi] Tomó posesión el 12 de febrero de 1881. La Correspondencia de España, Madrid, año XXXII, núm. 8.364, de 14 de febrero de 1881.
[xxii] Real orden de 2 de septiembre de 1881. Gaceta de Madrid, Madrid, año CCXX, núm. 246, sábado 3 de septiembre de 1881, tomo III, pág. 639.
[xxiii] Gaceta de Madrid, Madrid, año CCXX, núm. 271, miércoles 28 de septiembre de 1881, tomo III, pág. 851.
[xxiv] Estatuto y Reglamento del Centro de Asturianos en Madrid, acordados en Junta General celebrada el 13 de Noviembre de 1881, y aprobados por el Gobierno civil de esta provincia en 23 del mismo, Madrid, Imprenta de la Viuda e Hijos de J. A. García, 1882, p. 19.
[xxv] Siendo ex-diputado, junto a otros como Camba y Castell de Pons. Diario de Córdoba, Córdoba, año XXXVIII, núm. 11.316, jueves 12 de mayo de 1887, p. 1.
[xxvi] El hombre : novela metafísico-social : polémicas de café. Madrid, [s.n.], [1887] (Imprenta y estereotipia de El Liberal), pp. 329-330.
[xxvii] Ossorio y Bernard, Manuel, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, [Madrid] : [s. n.], 1903 (Madrid : Imprenta y Litografía de J. Palacios), p. 157.
[xxviii] “En Cangas colaboró en El Sella asiduamente, solicitando con urgencia el ferrocarril de la Costa, y que dio lugar a la célebre reunión de Ribadesella”. Carriedo, “Semblanzas : D. Enrique G. Ceñal”.
[xxix] [S. a.], “D. Enrique G. Ceñal”, en El Auseva, Cangas de Onís, 6 de febrero de 1915, año XXV, núm. 1.244, p. 2.
[xxx] Nota necrológica en Covadonga Gráfica.
[xxxi] Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX y Ovilo, “Noticias biográficas : D. Enrique G. Ceñal”.
[xxxii] Nota necrológica en Covadonga Gráfica.
[xxxiii] Que publicó la Revista de Legislación y Jurisprudencia de Ultramar.
[xxxiv] García Ceñal, Enrique, Apuntes sobre la reforma municipal, Oviedo, [s.n.], 1893 (Imp. de Pardo, Gusano y Compañía).
[xxxv] Cáceres Prat, Acacio, El Vierzo : su descripción e historia, tradiciones y leyendas, [Madrid] : [s.n.], 1883 (Madrid : Estab. tip. de E. Cuesta, a Cargo de J. Giraldez).
[xxxvi] Bécquer, Gustavo Adolfo, “Desde mi celda”, en Obras de Gustavo Adolfo Bécquer, Madrid, Fontanet, 1871, tomo II, pp. 3-312. Carta cuarta.
[xxxvii] García Ceñal, Enrique y Victoriano, “Cangas de Onís”, en Asturias de Bellmunt y Canella, tomo II (1897), pp. 11-36.
[xxxviii] Canella y Secades, Fermín. “García Ceñal y Fanjul, Enrique [Manuscrito] : abogado, Diputado a Cortes, escribió : (18..-1915)”, en [Panteón] [Manuscrito] : [colección de materiales biográficos sobre autores asturianos existentes en el Fondo Canella de la Biblioteca de Asturias] / [Fermín Canella Secades y Carlos Canella Muñiz]. [¿Entre 1870 y 1995?]. Recorte de la necrología, publicada en El Correo de Asturias, el día 4 de febrero de 1915. Firmada P. I., ¿Pelayo Infante? Cangas de Onís. En 1915, cuando Vázquez de Mella llega a Cangas de Onís, en la mayor intimidad, para asistir al funeral y entierro de su primo Enrique, lo reciben Leandro García Ceñal y Fermín Canella, que había acudido ya a casa de sus buenos amigos.
[xxxix] Diego Somoano, Celso. “Don Fermín Canella y su libro De Covadonga”, en Canella y Secades, Fermín, De Covadonga (Contribución al XII centenario), Oviedo, Alvízoras Llibros, 1998, p. XIII.
[xl] “Hoy por poca fortuna, necesita todo el tiempo para atender al restablecimiento de su salud bastante quebrantada, y creemos que habrá abandonado definitivamente la vida política, al menos para vivirla con actividad”. Carriedo, “Semblanzas : D. Enrique G. Ceñal”.
[xli] La Opinión de Villaviciosa, Oviedo, año V, núm. 226, miércoles 23 de junio de 1897, p. 3. Se estimaba un beneficio del 15,75%.
[xlii] [S.a., ¿Elías José Con y Tres?], “Don Enrique G. Ceñal” en El Aldeano, Corao, 5 de febrero de 1915, año IV, núm. 92, pp. 2-3.