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Antiguas instantáneas tomadas por fotógrafos, tan perdidos en el tiempo como muchos de los personajes retratados, constituyen la fase inicial de la historia fotográfica de Cangas de Onís. Desconocemos todo acerca de su relación con el concejo y sus habitantes; si fue fruto de una presencia puntual del fotógrafo en nuestra tierra o el resultado de los viajes a otros lugares de esas personas que agasajaban a los conocidos con un recuerdo de su amistad o legaban su imagen a las generaciones venideras participando de la novedad artística. En esta categoría se incluyen un retrato de Bonifacio Cortés Llanos, intendente del rey Alfonso XII, hecho por el fotógrafo parisino A. Ken o los realizados por Alfredo Truan de Basilio Sobrecueva y Eulalia de Llanos. Es el mismo caso del retrato de Sebastián de Soto Cortés firmado por Ramón del Fresno, y pudiera serlo de los ejecutados por el fotógrafo establecido en Llanes, Eduardo López de Ceballos[i], Pica-Groom, autor de varias fotografías de estudio de personas de las familias Llanos Noriega (Corao) y Cortés Llanos (Cangas de Onís) en las décadas de 1850-1860.
El concejo de Cangas de Onís aportará a esta etapa inicial de la fotografía en Asturias uno de los precursores del nuevo arte. Nos referimos a José Ramón Alonso Villarmil que en el año 1865 realizó una serie de fotografías de Covadonga[ii]. Pero no nos consta que este fotógrafo local hubiese trabajado en el concejo, al menos durante los primeros años en el oficio, y habrían de ser fotógrafos ambulantes los que colmasen los deseos de los vecinos por perpetuar su imagen, profesionales que acudirían a Cangas de Onís los domingos atraídos por el mercado semanal y a las populares ferias que se celebraban en el concejo. A partir de la última década del siglo XIX convivirán con los primeros fotógrafos establecidos en Cangas de Onís, Macario García Arévalo y Leopoldo Iglesias Cueli que compaginaban el arte fotográfico con la pintura e incluso la talla. Su marcha, antes de finalizar el siglo, supondrá el retorno de los ambulantes.
Pedro Cervera, Feliciano Pardo, Abelardo Rivas, Luis Gómez, Antonio Fernández Antuña son nombres de fotógrafos que trabajaron en Cangas de Onís y hemos podido conocer entre otros muchos que no merecieron unas líneas en un periódico y su mera existencia se ha borrado de nuestra memoria. La llegada en el año 1906 de un buen fotógrafo, como era Ángel Álvarez García, evitó la necesidad de desplazarse a otros lugares para obtener fotografías de calidad.
Los primeros fotógrafos en Cangas de Onís
José Ramón Alonso Villarmil
José Ramón Alonso Villarmil[iii] nace en el palacio de Teleña el 22 de febrero de 1831, hijo de José Alonso de Sobrecueva y de Rita González-Villarmil, sobrina de Miguel González Villarmil, el párroco de Santa Eulalia de Abamia que ennobleció el primitivo sepulcro de Don Pelayo mediante la magna restauración interior acometida durante el reinado de Carlos III.
Es el penúltimo de siete hermanos y su infancia transcurre en el ambiente familiar de su pueblo natal. Finaliza la educación primaria y el bachiller en Oviedo donde vive con sus tíos D. Fernando y Fray Alejandro que le sufragan los gastos de sus estudios superiores en París, en la Universidad de La Sorbona, donde se licencia.
Unos años después de su regreso de París José Ramón Alonso Villarmil decide establecerse como fotógrafo. En julio y agosto de 1865, en lo que parece ser el punto de partida de su carrera profesional, realiza una serie de fotografías de Covadonga a la que está muy ligado, tanto por la cercanía al santuario de su pueblo natal como por la educación religiosa que recibió de su entorno familiar. Esta proximidad quedó plasmada en el Álbum de la Real Colegiata, donde su firma testimonia alguna de las visitas. Las que realiza en 1865 tienen ya carácter profesional. El 13 de agosto anota: “En el día 8 de agosto saqué de este Real Sitio de Covadonga 4 vistas estereoscópicas. y el 13 del mismo mes el retrato de la Santísima Virgen. Todo de fotografía”.
Cuando José Ramón Alonso Villarmil fotografía Covadonga en el año 1865, es ya un padre de familia con cinco hijos. Reside en Cuenco (Margolles, Cangas de Onís), por haber contraído matrimonio con Cándida Villar Sarro en el año 1858.
Del año 1866 son las primeras noticias de su trayectoria publicadas en El Eco de Avilés. Llegó a la villa del Adelantado en el mes de junio y se le califica como “acreditado y conocido fotógrafo” que vende vistas del santuario de Covadonga[iv]. No le fue favorable la climatología en su estancia en Avilés; a pesar del mal tiempo y a su improvisada galería en la posada de doña Rita de Nava, ubicada en la Plaza Mayor, el público quedó satisfecho con los resultados gracias “a las máquinas y productos químicos excelentes”[v]. Permaneció en la villa hasta mediados del mes de agosto trasladando su gabinete a Luanco, solo unos días, pues regresó antes de las ferias que en Avilés se celebran la última semana de dicho mes para cumplir los muchos encargos que le habían hecho[vi]. Del periplo de José Ramón Alonso Villarmil por las tierras centro-occidentales de Asturias solo sabemos que en octubre de 1869 se encuentra en Ribadeo, pues allí le escribe José Sierra Payba. De su trabajo en esta localidad conocemos una “vista del Fondrigo en la Vega de Rivadeo (sic)”.
Villarmil necesita ampliar sus conocimientos fotográficos y lo hace en contacto con aquellos que en Asturias se dedican a este arte. Es deudor de fotógrafos como Alfredo Truan Luard que el 7 de noviembre de 1874 le facilita las fórmulas del baño de plata para el papel, del revelador y del baño de virar “en su misma fotografía”. Diego Terrero le facilita en noviembre de 1880 y en 1884 fórmulas de diversos baños y le pide que “de todas estas cosas que le digo porque le aprecio no diga nada a ningún fotógrafo ni aficionado”[vii].
José Ramón Alonso Villarmil, autorretrato.
Col. Jesús Prieto Aza.
Concluida su etapa como fotógrafo ambulante y abandonada la fotografía como profesión (desconocemos la fecha), Villarmil retorna a la casa de Cuenco para dedicarse al cuidado de las propiedades familiares actuando también en levantamientos topográficos, tasaciones, particiones y demás tareas propias de la administración de fincas. Tiene a su cargo los semilleros de Obras públicas sitos en La Riera de Covadonga que visita con frecuencia y le permite estar al tanto de las obras del santuario; es concejal del Ayuntamiento de Cangas de Onís por el distrito de Margolles durante varias legislaturas y participa de la vida pública ya sea como miembro de la comisión nombrada para la construcción del puente de piedra sobre el río Sella en Arriondas o como representante del concejo de Cangas de Onís en la famosa reunión celebrada en Ribadesella el 10 de diciembre de 1885 para tratar la construcción del ferrocarril oriental. Actividades que no le impiden continuar con su afición por la fotografía, instalando en su casa un gabinete fotográfico que gozó de fama en la comarca. Así lo dice una gacetilla publicada en El Carbayón en 1885:
Hemos recibido una carta de Cangas de Onís en la que se hacen grandes elogios del gabinete fotográfico que en Margolles tiene nuestro amigo el señor D. José R. A. Villarmil, quien solo por afición se dedica a tan difícil arte. Seguramente que los elogios son merecidísimos, pues el Sr. Villarmil muestra muy especiales dotes para cultivar toda clase de adelantos científicos[viii].
Entre los meses de agosto de 1891 y 1893, Villarmil tuvo la satisfacción de compartir la afición por la fotografía con su hijo Bernardo Alonso Villar que, emigrado a Uruguay, regresa para visitar a su familia, instalando una galería para retratar en la casa de Cuenco. Otro de sus hijos, Ramón, también será fotógrafo.
En la década de 1880, José Ramón Alonso Villarmil actúa como corresponsal de El Carbayón en los concejos de Cangas de Onís y Parres. Persona de orden y profunda religiosidad, desde esta tribuna trata algunos asuntos que atañen ideas e inquietudes personales como la educación y el fomento del arbolado, que considera de vital importancia para Asturias y sus campesinos.
Villarmil, que conocía Covadonga desde niño, es el segundo fotógrafo del que se tiene constancia en la realización de fotografías del santuario y el primero que entendió la importancia de la difusión de sus vistas poniéndolas a la venta. Falleció en Cuenco (Margolles) el 12 de septiembre de 1900.
Bernardo Alonso Villar
Hijo de José Ramón Alonso Villarmil y Cándida Villar Sarro, nació en Margolles en 1859 y compartió con su padre la pasión por la fotografía. En el año 1873, emigra a la República Oriental del Uruguay y después de 18 años de ausencia regresa para visitar a su familia. Acompañado de su esposa y un hijo su estancia en Asturias se prolonga desde el 4 de agosto de 1891 hasta el 24 de agosto de 1893, regresando a Uruguay en diciembre de 1893. Durante ese tiempo, instala un estudio fotográfico en la casa familiar de Cuenco (Margolles), según leemos en el semanario El Auseva, de Cangas de Onís:
Merece hacer mención en esta carta de la galería, que para retratar está montando en el barrio de Cuenco, D. Bernardo Alonso Villarmil y Villar, quien procedente del la República del Uruguay hace unos meses llegó con su distinguida y cariñosa Sra. a visitar a su familia, de la cual se había despedido hace unos 18 años.
Dicho Sr. que, más bien por mera curiosidad que por vía de lucro, posee el arte de retratar, adquirió en Madrid tres magníficas y grandes cámaras con sus accesorios de primera clase, dos oscuras de galería y viaje, aplicadas para retratos que pueden tener de dimensión 18 centímetros por 24, la otra cámara solar es la destinada para ampliaciones, sus dimensiones grandísimas, tanto, que puede dar imágenes de 45 por 56 centímetros. Añádase a estos aparatos porción de drogas, e infinidad de objetos químicos que también adquirió para el retoque e iluminación; una máquina de tallar madera para la confección de cuadros, porción de sierras, estuches y se comprenderá el buen gusto que el Sr. Alonso tiene en el particular. Esto unido a las explicaciones que puede recibir de su Sr. padre, D. José R. A. Villarmil, de cuyo arte es bien conocido en la mayor parte de la provincia, claro está que los trabajos rayarán a la altura de los mejores de su clase[ix].
Y en el mismo semanario podemos seguir la evolución de su trabajo:
Hemos visto una colección de retratos y vistas sacadas por el fotógrafo de Margolles, D. Bernardo Alonso, que la verdad rayan en perfección en el arte de la fotografía. De las vistas, sobresalen el de la gran haya de Collera, a cuyos lados se ven: su dueño D. Eduardo Martínez y familia; el de la Iglesia de dicho pueblo con una porción de personas en el pórtico; el de la casa de Piles también en Collera, con su capilla, hórreo y cercados; y otra vista de la Escuela de Margolles, con más de 70 niños colocados en las ventanas y fuera en el campo[x].
El transporte de viajeros y mercancías a finales del siglo XIX. Fot. Bernardo Alonso Villar. Col. Jesús Prieto Aza.
Apenas unos meses después, en el mismo medio escrito, una señora agradece públicamente a Bernardo Alonso Villar el regalo de “unas magníficas fotografías, hechas con arreglo a todos los adelantos modernos” que, según el redactor, “son indudablemente perfectas, y en que admira la habilidad y talento del fotógrafo, por afición, D. Bernardo A. Villarmil”[xi]. Según parece, también tenía un negocio de fotografía en Montevideo.
Ramón Alonso Villar
Hijo de José Ramón Alonso Villarmil y Cándida Villar Sarro, nació en Margolles en 1861. Emigró a Madrid donde desempeñó varios trabajos mientras cursaba los estudios de Derecho en la Universidad Central. Concluida su carrera trabaja como abogado y procurador en Cortes mientras mantiene abierto al público un estudio fotográfico en el número 1 de la calle Visitación. Falleció en Madrid el 30 de noviembre de 1927.
Macario García Arévalo
En mayo de 1891 Macario García Arévalo llega a Cangas de Onís estableciéndose en la huerta de don Ángel, en la carretera de Castilla. Se anuncia en El Auseva como “fotógrafo de SS.MM. y AA.RR.”, acreditación que figura en el reverso del cartoné de sus fotografías. Ricardo González en su obra El asombro en la mirada[xii] nos ofrece la explicación al afirmar que “Macario García fue el fotógrafo segoviano[xiii] que tuvo mayor relación con la Casa Real”, llegando a anunciarse como fotógrafo de sus majestades y altezas reales en Santa María la Real de Nieva[xiv], donde mantenía abierto estudio en la calle Establo, en paralelo con el que tenía en Segovia (calle de San Juan, núm. 8); éste lo traspasaría luego a Tirso Unturbe[xv]. Dice González que realizó numerosos encargos para la realeza, de sus casas y de su presencia veraniega en ellas, entre los que resalta una fotografía en la que figura Alfonso XII junto a un grupo de cazadores. En 1883 firma un interesante conjunto de fotografías de los talleres, edificios y viviendas de los aserraderos de Valsaín. Otros reportajes destacados son los que realizó sobre la Unión Resinera de Coca, el trazado del ferrocarril próximo a este lugar y las cacerías reales de Alfonso XII en Riofrío que lo sitúan como “uno de los grandes y más olvidados fotógrafos de Segovia del siglo XIX”, olvido causado por la pérdida de la práctica totalidad de su archivo[xvi].
Anuncio en El Auseva, 10 de mayo de 1891.
Leemos en el semanario cangués que llega a la villa después de haber recorrido exitosamente las principales capitales de España, Valladolid es otra parada[xvii], y que “no ha omitido medio alguno para traer aparatos, con sus respectivos accesorios, para retratar niños instantáneamente, aunque los días estén lluviosos o nublados”. Macario García hace “toda clase de retratos en talla y pintura, reproducciones y ampliaciones hasta de tamaño natural” y retrata a domicilio a quienes no puedan desplazarse al estudio[xviii].
Macario García estaba establecido en el número 10 de la plaza de Santa Ana en Llanes, con anterioridad a su llegada a Cangas de Onís como indica la etiqueta en el reverso de una fotografía[xix] de la Audiencia de lo Criminal de Cangas de Onís, construida entre los años 1889 y 1891. Su hijo Cándido García, que con el tiempo se convertiría en uno de los más importantes fotógrafos llaniscos, debió quedar al frente del establecimiento cuando su padre se trasladó a Cangas de Onís. Cambio que acarreó algún contratiempo porque en ese mes de mayo de 1891 resultó herido levemente en una trifulca “a la entrada del Panorama”, instalado en la plaza de la villa canguesa[xx].
El taller de relojería de los hermanos Ismael y Roberto Miyar durante la fabricación de los relojes para las estaciones de la Compañía de Ferrocarriles Económicos de Asturias. Fot. Macario García Arévalo. Col. Antonio Miyar Florez.
Además de la mencionada fotografía de la audiencia y de algunos retratos, conocemos otra que realizó en Corao, en el taller de relojería de los hermanos Ismael y Roberto Miyar, probablemente en el año de su llegada a Cangas de Onís. No menos interesante debía ser la que realizó en el Campo de la Jura el 14 de agosto de 1892 con motivo de la visita de Práxedes Mateo Sagasta. Sabedor el político liberal de la presencia de un fotógrafo en el campo manifestó su deseo de retratarse en grupo. Aunque no conocemos la fotografía, contamos con la descripción que hace el corresponsal de El Auseva:
Caprichosa en extremo era la colocación de las personas. Sentado en una silla, a la sombra de castaños seculares, el Sr. Sagasta que tenía a su derecha al Sr. Marqués de Teverga a quien seguía el Dr. Calleja y a la izquierda al Sr. Suárez Inclán. A los pies una corona de flores que le había sido entregada por la distinguida e ilustrada Srta. Petra González, y recostadas sobre el césped infinidad de personas, entre las cuales figuraban las señoritas que habían saludado al Sr. Sagasta[xxi].
No es Macario García el único que ejerce su oficio como fotógrafo en Cangas de Onís. Desconocemos el momento en el que Leopoldo Iglesias Cueli, del que hablaremos seguidamente, inicia su mismo camino. También sabemos de otros que acuden como ambulantes a la villa canguesa; es el caso de Venancio Novillo[xxii], representante de la Sociedad Electro Fotográfica de Gijón de la que era director Antonio M. Quiroga, que a mediados de junio de 1892 establece su galería en casa de Leonardo Menéndez, más conocido como Prim. Dos breves gacetillas publicadas en El Auseva nos informan de su llegada y recomiendan su labor:
Hemos tenido ocasión de ver algunos retratos hechos por D. Venancio Novillo, representante de la acreditada Sociedad Electro-Fotográfica, de Gijón, siendo agradablemente sorprendidos por su perfección y el exacto parecido de las personas retratadas.
Si a esto se añade los precios modestísimos señalados por dicho Sr. Fotógrafo (pues solo cuestan seis retratos una peseta) resulta un verdadero regalo[xxiii].
Macario García fue el progenitor de una importante dinastía de fotógrafos. Sus hijos, Gregorio y Cándido, prestigiaron su magisterio en Comillas y Llanes respectivamente. Sus nietos José García Arco, hijo de Gregorio y popularmente conocido como Pepe (nombre con el que firmaba sus fotografías) y María Luisa García González, hija de Cándido y una de las primeras fotógrafas profesionales de Asturias, continuaron la saga. Esta última estuvo a cargo del estudio de su padre durante cinco años, desde su fallecimiento hasta 1930 cuando se casó con el viajante catalán Emilio Ferrer y se trasladó a Barcelona[xxiv]. Y su bisnieto Ramón García Sánchez sucederá a José González Merás en Covadonga, heredando su estudio y archivo[xxv].
Macario García Arévalo falleció en Ribadesella el 19 de noviembre de 1893[xxvi].
Leopoldo Iglesias Cueli
Contemporáneo de Macario García Arévalo es el pintor reconvertido en fotógrafo Leopoldo Iglesias Cueli. Debió hacer frente a las malas artes de la competencia, pero no de la fotográfica porque hace referencia a su primitivo trabajo de pintor, con un desmentido publicado en El Auseva:
El ventajosamente conocido artista D. Leopoldo Iglesias Cueli, nos suplica desmintamos los rumores que algunas personas han hecho circular por esta villa, afirmando que se había separado de su primitivo arte de pintar para entregarse al de la fotografía en el que ha hecho rápidos progresos.
Aquellos rumores no tienen fundamento. El Sr. Iglesias Cueli, continua con su arte de pintor, dedicándose, tan solo los domingos y días festivos a hacer fotografías, pero concediendo el mayor interés a su primitivo arte, en el que ha alcanzado justa nombradía.
Lo que se pone en conocimiento del público, por si quiere utilizar los buenos servicios del Sr. Cueli[xxvii].
Leopoldo Iglesias Cueli. Fotografía publicada en Asturies, memoria encesa d’un país, núm. 10, año 2000.
Un par de años después el mismo semanario publica un anuncio con una peculiar composición poética de “La Invencible”, su establecimiento fotográfico[xxviii]:
Como tiene acreditado
por lo que ha fotografiado,
no hay quien retrate mejor
que Leopoldo el Pintor
de La Invencible encargado.
Por su profesión fanático,
tan excelente fotógrafo
se hace al público simpático,
y así retrata a un lunático
como retrata un autógrafo.
Cueli, en su esfuerzo publicitario, no se olvidó de obsequiar a la dirección del periódico con una muestra de su trabajo, “una fotografía en miniatura del semanario, obra de difícil realización que merece la atención del público”[xxix].
En septiembre de 1898 ya estaba establecido como fotógrafo en Colombres[xxx] donde aún vivía en el año 1915. En junio y octubre de 1904 se encontraba en Cangas de Onís dando remate a la pintura[xxxi] de la casa y farmacia de Enrique Comas, que ese año se trasladó a la antigua casa y local de La Equitativa, el establecimiento comercial de Ramón Noguera en la calle San Pelayo.
El retorno de los fotógrafos ambulantes
En los primeros años de la fotografía, el oficio de ambulante estuvo vedado a los profesionales que no disponían de medios adecuados de transporte para el traslado de equipos muy pesados. Los avances técnicos, con la generalización de las placas secas y del procedimiento del gelatino-bromuro, y la mejora en las comunicaciones en las últimas décadas del siglo XIX facilitaron el ejercicio de la profesión permitiendo a los fotógrafos el desplazamiento a ferias, fiestas y mercados donde su presencia se convierte en habitual, pasando a formar parte de la gran familia de personajes inexcusables en estos eventos.
Pedro Cervera
En el mes de marzo de 1900 se hospeda en el establecimiento de Manuel de Onís, “en cuyo punto se propone pasar unos días dedicado a trabajos de su profesión”. El Auseva lo recomienda a sus lectores tanto por la perfección de sus fotografías como por lo económico de sus precios: “Un retrato en tarjeta visita, 6 reales y 2 la copia; Una tarjeta ¼ placa, 10 y 2 reales; Retrato imperial, 14 y 4 reales id., Americana, 20 y 4 id.; París 12 pesetas y 2,50 respectivamente, y Salón a 15 pesetas y 5 id.”[xxxii].
En 1902 residía en Avilés[xxxiii]; también tuvo estudio en Sama de Langreo y en 1915 se encontraba en Valladolid, en el número 53 de la calle Santiago.
Feliciano Pardo Campos
Fotógrafo ambulante, nacido en La Coruña hacia 1876; tendrá estudios fotográficos abiertos en Pola de Siero y Oviedo. En septiembre de 1900, después de un año de ausencia, visita Cangas de Onís donde había dejado “bien puesto” el pabellón –dice El Auseva– y se pone a disposición del público por un periodo de ocho días. Advierte que antes de “entregar los retratos enseña una prueba para conformidad de los interesados” y publica los precios que eran los siguientes: “Por seis visitas, 1 peseta; Seis id. Victoria, 2 id.; Seis Americanas, 3 id.; Seis id. Malverne, 5 id.; Tres Paris, 4,50 id.; Tres Salón, 6 id.; Tres gran Salón, 10 id.”[xxxiv].
Abelardo Rivas
Nacido en Gijón el 11 de enero de 1873. Hijo primogénito del también fotógrafo José López y Rivas[xxxv]. En febrero de 1902 se encuentra “nuevamente” en Cangas de Onís, establecido en la huerta de don Enrique Pérez, y “se halla dispuesto, sólo por 15 días, a retratar a todos los que lo deseen, tanto en grupo, clase, forma y tamaño, como vistas, paisajes, monumentos, etc.” Dice el semanario que “la práctica y el inmejorable material que posee para dicho ramo, le permite retratar con la misma perfección los días nublados que haciendo sol, a precios sumamente módicos”[xxxvi].
Al año siguiente, se cita a Abelardo Rivas, “tan conocido en esta villa”. Se dice que hace toda clase de trabajos fotográficos a precios módicos y que sale a trabajar fuera de la localidad para quien lo solicite. Permanecerá en Cangas de Onís una corta temporada y quien desee saber más detalles, puede consultar “el cuadro expuesto junto al comercio de D. Gregorio Díaz Caballero”[xxxvii].
Vda. e hijos de Ramón del Fresno
A la muerte de Ramón del Fresno Cueli, en el año 1899, se reorganiza el estudio familiar abierto en Oviedo que se expande a otras localidades asturianas mediante fotógrafos ambulantes[xxxviii]. En Cangas de Onís están presentes en noviembre de 1903:
En atenta carta nos participa el gerente encargado de la muy acreditada casa “Fotografía de Fresno” de la calle Canóniga, núm. 16, Oviedo, que a fines de esta semana llegará a esta villa, en la que solo permanecerá cinco o seis días.
Se hospedará en la Fonda de D. Manuel García, donde recibirá toda clase de encargos que se relacionen con el arte de la fotografía[xxxix].
La estancia fue provechosa pues se prolongó un par de semanas, hasta el domingo 22 de noviembre, anunciándose su pronto regreso para satisfacer a la numerosa clientela[xl].
Luis Gómez
Más extensa fue la permanencia en Cangas de Onís de Luis Gómez, un fotógrafo del que ignoramos su procedencia y trayectoria. La primera noticia de su presencia en el concejo es de mediados del mes de septiembre de 1904 cuando, en las páginas de El Auseva, se pone a disposición de los clientes, pasando a domicilio y a los pueblos que le soliciten. Leemos lo usual en estos casos, es decir, que cuenta con máquina y utensilios “de lo más moderno” que le permiten “sacar a la perfección toda clase y tamaños de retratos, así como ampliaciones, aunque el día esté nublado”. Subraya su especialidad en tarjetas postales[xli].
En octubre acudió a la festividad de san Pachu, en Següenco, donde obtuvo una fotografía de la procesión “y hubiera sacado algunas otras más si las impertinencias de ciertos individuos no lo hubiesen impedido”[xlii]. La última noticia de su presencia en Cangas de Onís es del mes de julio de 1905, cuando toma instantáneas de la capilla ardiente y entierro de Emilia Soto Nocedo, esposa de José González Díaz[xliii].
Antonio Fernández Antuña
Este fotógrafo y pintor, que estuvo establecido en Oviedo y luego recorrió Asturias como ambulante[xliv], visitó Cangas de Onís en septiembre de 1905 elogiándosele un retrato que pintó al óleo de la actriz María Quintana:
Los cangueses hemos tenido el gusto de admirar en el escaparate del comercio “La Niña”, un magnífico retrato de la simpática y aplaudida tiple de la Compañía que dirige el achacoso Recio, señorita María Quintana Gómez, pintado al óleo por el competente fotógrafo, tan conocido en esta villa, Sr. Fernández Antuña.
Como somos profanos en la materia del divino arte de la pintura, nos priva decir de este cuadro lo que deseamos y sentimos.
Bástenos decir, en elogio del autor, que el retrato es la realidad, sin faltar ni un detalle, de la fisonomía de la Srta. Quintana; tal cual, la hemos visto representando papeles en determinadas zarzuelas. En una palabra: está viva y en expectativa de cantar unas soleaes con acompañamiento de la guitarra que tiene entre sus manos.
Reciba el Sr. Antuña nuestra más cumplida enhorabuena[xlv].
Francisco José Pantín Fernández
Primera parte del tercer capítulo del libro Cangas de Onís 1918, vida en torno a un centenario, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2018, pp. 79-104.
[continuará]
Notas
[i] Eduardo López de Ceballos, conde de Campo Giro, era hijo del alcalde constitucional de Santander donde nació en 1821. Como fotógrafo trabajó en Llanes a mediados del siglo XIX, pasando luego a Oviedo, Valladolid y su ciudad natal, estando también documentada su presencia en León, Burgos y Bilbao. Pica-Groom es anagrama de Campo Giro. Sobre este fotógrafo, vid. Crabiffosse Cuesta, Francisco, Historia de una profesión : los fotógrafos en Oviedo (1839-1936), Oviedo, 1997, p. 12 y González, Ricardo, El asombro en la mirada : 100 años de fotografía en Castilla y León (1839-1939), Salamanca, Consorcio Salamanca 2002, 2002, pp. 117-118.
[ii] Vid.: Remis Fernández, Javier, Prieto Aza, Jesús & Pantín Fernández, Francisco José, La Covadonga que transformó Sanz y Forés : Fotografías de José Ramón Alonso Villarmil en 1865, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2018.
[iii] Esta reseña biográfica de José Ramón Alonso Villarmil es un breve resumen de los artículos que le hemos dedicado anteriormente. Vid. Prieto Aza, Jesús & Pantín Fernández, Francisco José, “José Ramón Alonso Villarmil : 1831 — 1900”, en Pantín Fernández, Francisco José & Meneses Fernández-Baldor, María del Carmen (Coords.), Hombres y Mujeres de Abamia, Corao, Asociación Cultural Abamia – Excmo. Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2012, pp. 123-131 y Pantín Fernández, Francisco José, “José Ramón Alonso Villarmil, pionero de la fotografía en Asturias”, en La Covadonga que transformó Sanz y Forés, pp. 23-31.
[iv] El Eco de Avilés : revista semanal de intereses morales y materiales : 1866-1868, [prólogo, Santiago Rodríguez Vega; presentación, Juan Carlos de la Madrid, Rosa María Menéndez], Avilés, Azucel, [2000], edición facsimilar. Año I, núm. 5, domingo 30 de junio de 1866, p. 8.
[v] Íd., año I, núm. 6, domingo 8 de julio de 1866, p. 7.
[vi] Íd., año I, núm. 11, domingo 12 de agosto de 1866, p. 8.
[vii] Archivo Jesús Prieto Aza, Carta de Diego Terrero a José Ramón Alonso Villarmil, sin lugar ni data. Las fechas referidas a las fórmulas de los baños figuran en el cuaderno de apuntes de fotografía.
[viii] Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, año VII, núm. 1.278, 30 de abril de 1885, p. 2.
[ix] El Auseva, Cangas de Onís, año I, núm. 33, 29 de noviembre de 1891, p. 2.
[x] Íd., año II, núm. 63, 26 de junio de 1892, p. 3.
[xi] Íd., núm. 79, 16 de octubre de 1892, p. 3.
[xii] González, Ricardo, El asombro en la mirada : 100 años de fotografía en Castilla y León (1839-1939), Salamanca, Consorcio Salamanca 2002, 2002, pp. 141, 164 y 175.
[xiii] No era segoviano, sino vallisoletano pues había nacido en Íscar hacia 1836.
[xiv] Localidad próxima al Palacio Real de Riofrío, a la Granja de San Ildefonso y al Real Aserrío de Valsaín.
[xv] Aunque Ricardo González sitúa el traspaso del establecimiento de Macario García en la calle San Juan de Segovia a Tirso Unturbe en el año 1893, por fuerza tuvo que ser anterior porque García ya estaba en Cangas de Onís dos años antes.
[xvi] Estebaranz, Aku, Heras, Pedro & Ugarte, Belén, “El nacimiento de la Pradera de Navalhorno”, en http://arqueologiadeimagenes.blogspot.com.es
[xvii] Su hijo Cándido nació en La Cistérniga en 1869.
[xviii] El Auseva, Cangas de Onís, año I, núm. 4, 10 de mayo de 1891, p. 4.
[xix] Publicada en Diego Somoano, Celso, Cangas de Onís : señas de identidad, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2015, p. 273. Edición de Carlos Tejo Pérez y Francisco José Pantín Fernández. Crabiffosse lo sitúa en Llanes en el año 1889. Vid. Crabiffosse Cuesta, Francisco, “José González Merás”, en Covadonga : Iconografía de una devoción : exposición conmemorativa del Centenario de la dedicación de la Basílica de Covadonga (1901-2001), Covadonga, Patronato Real de la Gruta y Sitio de Covadonga, Consejería de Educación y Cultura y Arzobispado de Oviedo, 2001, p. 378.
[xx] “La noche del domingo último, se promovió a la entrada del Panorama, que se ha establecido en la plaza de esta villa, una cuestión entre varios sujetos, de la cual resultó levemente herido uno de los contendientes llamado Macario García. | El Juzgado municipal entiende en el asunto”. El Auseva, Cangas de Onís, año I, núm. 6, 24 de mayo de 1891, p. 3.
[xxi] “El Sr. Sagasta en Cangas de Onís (…) En el Campo de la Jura”, en El Auseva, Cangas de Onís, año II, núm. 71, 21 de agosto de 1892, pp. 2-3.
[xxii] Ricardo González lo sitúa establecido en Salamanca, calle Meléndez, en el año 1897. Vid. El asombro en la mirada, p. 245.
[xxiii] El Auseva, Cangas de Onís, año II, núm. 62, 19 de junio de 1892, p. 3. Sobre su llegada: El Auseva, Cangas de Onís, año II, núm. 61, 12 de junio de 1892, p. 3.
[xxiv] Santoveña, Natalia, “Llanes, bajo el prisma de Cándido”, en La Nueva España, 15 de octubre de 2011.
[xxv] Crabiffosse Cuesta, José González Merás, p. 378.
[xxvi] “Nuestro corresponsal de Ribadesella nos anuncia la triste nueva del fallecimiento del conocido fotógrafo D. Macario García Arévalo, acaecido esta semana en aquella villa, donde fue muy sentido. | Reciba su esposa y demás familia la expresión más sincera de nuestro profundo sentimiento por la irreparable desgracia que acaba de sufrir”. El Auseva, Cangas de Onís, año III, núm. 138, 26 de noviembre de 1893, p. 3. Registro Civil de Ribadesella, sección tercera, tomo 15, fol. 389. Domiciliado en Cangas de Onís con residencia accidental en Ribadesella. Fotógrafo, natural de Íscar (Valladolid), de 57 años. Casado en segundas nupcias con Sebastiana Martínez, de cuyo matrimonio no hubo sucesión; en primeras nupcias lo estuvo con Margarita Obejar, de cuyo matrimonio quedaron tres hijos: Gregorio, Cándido y Cruz. Era hijo de Balbino García, natural de Íscar, y de Mariana Arévalo, natural de Abades (Segovia). No dejó testamento. Se lo sepultó en el cementerio de Ribadesella.
[xxvii] El Auseva, Cangas de Onís, año III, núm. 114, 18 de junio de 1893, p. 3.
[xxviii] Íd., año V, núm. 243, 1º de diciembre de 1895, p. 3.
[xxix] “Nuestro convecino, el inteligente y acreditado fotógrafo D. Leopoldo Y. Cueli, ha tenido la atención, que en mucho le agradecemos, de hacer una fotografía en miniatura de nuestro semanario, que nos ha remitido. | Es una obra de difícil realización que acredita al Sr. Cueli, aún más, por lo acabado del trabajo. | Perfectamente puede leerse el contenido del periódico, a pesar de ser, como ya hemos dicho, una miniatura. | Merece la atención del público”. El Auseva, Cangas de Onís, año V, núm. 205, 10 de marzo de 1895, p. 3.
[xxx] El Auseva, Cangas de Onís, año VIII, núm. 387, 4 de septiembre de 1898, p. 3. Casado con Elvira Noriega Rodríguez.
[xxxi] “Nuestro buen amigo y antiguo convecino que en la actualidad reside en Colombres, el acreditado pintor D. Leopoldo I. Cueli, se encuentra entre nosotros dando remate a las mejoras de la nueva casa y Botica del Sr. Comas. | Le damos la bienvenida a este pueblo en donde todos sus hijos vieron la luz primera”. El Auseva, Cangas de Onís, año XIV, núm. 691, 25 de junio de 1904, p. 3. “Se encuentra nuevamente entre nosotros el que fue muchos años convecino nuestro y querido amigo, D. Leopoldo I. Cueli, con objeto de dar remate con la pintura a las obras de la nueva casa del Sr. Comas”. El Auseva, Cangas de Onís, año XIV, núm. 709, 29 de octubre de 1904, p. 3. La primitiva farmacia y laboratorio químico de Comas estaba situada, desde su apertura en el año 1892, enfrente del que será su nuevo emplazamiento.
[xxxii] El Auseva, Cangas de Onís, año X, núm. 466, 11 de marzo de 1900, p. 3.
[xxxiii] Boletín oficial de la provincia de Oviedo, núm. 186, 19 de agosto de 1902, p. 1.
[xxxiv] El Auseva, Cangas de Onís, año X, núm. 495, 30 de septiembre de 1900, p. 3. Sobre este fotógrafo, vid. Crabiffosse Cuesta, Historia de una profesión, pp. 20-22.
[xxxv] Crabiffosse Cuesta, Francisco, Historia de la fotografía en Gijón (1839-1936), Gijón, TSK, Electrónica y Electricidad – Museo Casa Natal de Jovellanos, 2000, p. 154.
[xxxvi] El Auseva, Cangas de Onís, año XII, núm. 567, 16 de febrero de 1902, p. 3.
[xxxvii] Íd., año XIII, núm. 648, 30 de agosto de 1903, p. 3.
[xxxviii] Sobre esta importante dinastía de fotógrafos, vid. Crabiffosse Cuesta, Historia de una profesión, pp. 31-40.
[xxxix] El Auseva, Cangas de Onís, año XIII, núm. 657, 1º de noviembre de 1903, p. 3.
[xl] Íd., año XIII, núm. 660, 21 de noviembre de 1903, p. 3.
[xli] Íd., año XIV, núm. 703, 17 de septiembre de 1904, p. 3 y núm. 704, 24 de septiembre de 1904, p. 3.
[xlii] Íd., año XIV, núm. 706, 8 de octubre de 1904, p. 3.
[xliii] Íd., año XV, núm. 747, 22 de julio de 1905, p. 2. También realizaron fotografías algunos aficionados.
[xliv] Vid. Crabiffosse Cuesta, Historia de una profesión, p. 16.
[xlv] El Auseva, Cangas de Onís, año XV, núm. 753, 2 de septiembre de 1905, p. 3.
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