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Dos décadas de estabilidad y competencia entre fotógrafos
A partir de 1906, con el establecimiento de Ángel Álvarez García en Cangas de Onís, el mercado fotográfico experimenta un periodo de estabilidad. Ya no es necesario desplazarse a otros lugares para retratarse ni recurrir a los ambulantes, que por razones obvias no pueden ofrecer la misma calidad que un profesional asentado en la localidad que ha logrado una clientela por su esmero y buen hacer, con estudio fotográfico abierto al público y dotado de los medios precisos. El asentamiento de Pelayo Infante en la ciudad en el año 1912 y la aparición de dos fotógrafos locales como Casiano Fernández y Benjamina Miyar permitió a los vecinos del concejo de Cangas de Onís la elección del profesional de su gusto.
Ángel Álvarez García
A principios del año 1906, el fotógrafo Ángel Álvarez García llega a Cangas de Onís para “pasar una temporada” dedicándose a su profesión[xlvi]. No es conocido en el concejo pero viene “precedido de buena fama como artista” y exhibe sus trabajos fotográficos en el comercio “El Barato” en la calle San Pelayo, la misma donde tiene instalada su galería y laboratorio, en los bajos de la casa de José Abego[xlvii], inmediata al Zanjón. Leemos en El Auseva que sus trabajos “están ejecutados con verdadera perfección” y “trabaja con especialidad al platino y a todos los tamaños”.
La experiencia canguesa debió resultarle positiva pues “en vista de las muchas demandas de su clientela”, prorrogó por algunas semanas más su estancia en Cangas de Onís[xlviii], aunque no deja de atender los compromisos adquiridos en otros lugares que le obligan a ausentarse con frecuencia. Aún así, debía ser el único profesional de la villa porque en El Auseva, que recoge los elogios de los clientes por su esmero y perfección, se dice que “honra al pueblo, por ahorrar la necesidad de acudir a otras partes para obtener buenas fotografías”[xlix]. Con anterioridad, había trabajado en Infiesto junto a su hijo Enrique Álvarez Menéndez[l] y también en Luarca, si es él quien estuvo establecido en el número 6 de la Plazuela de los Molinos[li].
En julio de 1906 toma varias vistas de grupos en La Venta de José Castro y en agosto realiza una fotografía en las fiestas de Nuestra Señora, en Corao. Ese mismo año, con motivo de la nieve caída en Cangas de Onís, El Auseva publica lo siguiente: “como el acreditado fotógrafo Sr. Álvarez acaba de recibir una nueva máquina que ‘hace salir a los fotografiados hablando’, según anuncia El Sella, suponemos que habrá sacado alguna de estas vistas panorámicas haciéndonos ver como se derrite la nieve”[lii]. La gacetilla publicitaria del semanario parragués, tomada a chacota, fue luego impresa en las columnas de El Auseva:
Hacemos presente a la numerosa y distinguida clientela del señor Álvarez, acreditado fotógrafo de esta villa, que continúa recibiendo cuantos encargos se le confíen, tanto en fotografías al bromuro como al platino, así como también en ampliaciones.
No obstante su ya conocida fama en el arte, como lo demuestra en sus perfectísimos trabajos, adquirió nuevos aparatos de última invención, que hace a los fotografiados tan al natural, que parece que están hablando.
Con estos alicientes, demás está decir, que los que deseen retratarse no precisan salir de esta villa, ni de otros fotógrafos[liii].
En el verano de 1907 traslada su laboratorio y residencia a la casa de enfrente donde se hallaba establecido, “introduciendo mejoras en su galería fotográfica y haciendo una nueva cámara obscura con todos los adelantos modernos”[liv]. En abril de 1910 continúa en Cangas de Onís donde realiza algunas fotografías del mitin celebrado por el candidato al Congreso de los Diputados Manuel Uría y Uría, una de las cuales fue publicada en la revista Nuevo Mundo[lv].
Ángel Álvarez disputaba los favores de una moza vecina de Cangas de Onís con un zapatero ambulante llamado Ricardo Espina de Pedro, apodado Farruco, agriándose la cuestión de tal modo que a las nueve de la noche del miércoles 15 de febrero de 1911 el fotógrafo le disparó “cuatro tiros de revolver, de los que no le alcanzó más que uno, cuya bala entró por encima de la tetilla izquierda” dejando malherido a su rival, de cuyas heridas falleció en la noche del día siguiente[lvi]. En el juicio, celebrado en febrero de 1912, fue condenado por homicidio a la pena de doce años y un día de reclusión[lvii].
Este desgraciado suceso no implicó el cierre de la fotografía de Álvarez. Quizá sus hijos Enrique y Ángel, que en 1911 tenía 16 años de edad, pudieron quedar al frente del establecimiento y mantenerlo activo, no sin dificultades, durante un tiempo:
Se participa a la numerosa clientela del acreditado fotógrafo señor Álvarez, establecido en esta ciudad, que su gabinete fotográfico continúa en el mismo estado que antes de la desgracia ocurrida, recibiéndose los encargos que se deseen tanto de este concejo como del de Parres, a donde los sábados acuden a las Arriondas.
Es de advertir que los trabajos no se entregarán no estando a gusto del interesado[lviii].
Casi un año después del homicidio, El Auseva publica un anuncio[lix] que parece ser respuesta a la presencia en la ciudad del fotógrafo Pelayo Infante, establecido en Llanes[lx]. Su competencia y la de Casiano Fernández, en menor medida, unidas a algún incidente judicial de escasa importancia[lxi] debieron ser motivos suficientes para que los Álvarez abandonasen Cangas de Onís; sin embargo a mediados de 1915, Ángel Álvarez Menéndez regresa a la ciudad estableciéndose en la calle del Matadero Viejo y “en su gabinete fotográfico montado con todos los adelantos modernos, recibe toda clase de encargos por delicados que sean”. Tenía sucursales los lunes en Infiesto y los sábados en Arriondas[lxii].
Casiano Fernández Vallina
Casiano Fernández Vallina, nacido en Isongo (Santa Eulalia de Abamia, Cangas de Onís) el 13 de agosto de 1879, era un comerciante que tenía un establecimiento en Las Paredillas (Soto de Cangas), en el cruce de las carreteras de Covadonga y Corao[lxiii]. La festividad de Santa Lucía se celebraba con una misa solemne en la capilla de Soto de Cangas y la fiesta profana delante de las ventas de Casiano Fernández y José Castro, que contrataban de manera particular los músicos que amenizaban los festejos.
En el año 1909, Casiano Fernández se inicia profesionalmente en el mundo de la fotografía:
Después de varios años trabajando como mero aficionado en el arte de la fotografía y de cumplir ciertos estudios y práctica en la capital de la provincia, nuestro estimado amigo, residente en Soto de Cangas, D. Casiano Fernández, se establece como fotógrafo, poniéndose a disposición del público para hacer retratos de todas clases y tamaños, así como ampliaciones.
Aprovechando nuestra ida a dicho pueblo de Soto de Cangas, hemos tenido el gusto de ver el taller fotográfico establecido en un piso, hecho exprofeso, pegante a su casa, cuyas claraboyas, dos, dan al local la luz que sea preciso, permitiéndose en todo tiempo y a todas horas trabajar en el ramo.</em
A la par que la galería fotográfica, montada con todos los adelantos modernos, hemos visto los aparatos y utensilios propios del caso, adquiridos en las principales casas de Barcelona.
Con estos alicientes y la perfecta labor del amigo Casiano, son muestras más que suficientes para que el público acuda allí a retratarse[lxiv].
Ese mismo año expone en el Merendero de Cangas de Onís diversas vistas de los puentes de la ciudad y de la basílica de Covadonga “sacados con tal perfección que jamás se han visto otros”[lxv]. En 1911 publica un anuncio en El Auseva en el que dice que a fin de corresponder con las atenciones que el público le dispensa, resolvió instalar “una gran galería fotográfica a la moderna” montada con todos los elementos indispensables al ramo que le “permiten hacer retratos por poco dinero y muy a la perfección”. Retrata todos los días y cobra dos pesetas por tres postales (de una persona), aunque no hace ningún trabajo sin el pago por adelantado. Añade que los retratos a domicilio son a precios extraordinarios[lxvi].
En abril de 1912 es nombrado corresponsal artístico en el concejo de Cangas de Onís de la revista ilustrada Nuevo Mundo[lxvii] y el 30 de septiembre del mismo año embarca en Gijón con rumbo a Nueva York (Estados Unidos) para “tomar posesión de un buen cargo en importante casa comercial”[lxviii]. Su viaje a América, del que nada sabemos, incluyó una estancia en Cuba. Una gacetilla publicada en la revista Asturias de La Habana, en 1916, dice que ha abierto “un comercio en Las Paredillas”[lxix], por lo que bien pudo regresar a Soto de Cangas y retomar su labor comercial. No tenemos certeza de que fuese así ni de si continuó dedicándose a la fotografía.
Pelayo Infante
De Pelayo Infante, importante fotógrafo establecido en Cangas de Onís en la segunda y tercera décadas del siglo XX, apenas sabemos nada. Ni siquiera conocemos con seguridad su segundo apellido (ninguno de los registros consultados, civil y eclesiástico, lo especifica) pero debe ser el que citamos pues en el Boletín oficial de la provincia de Oviedo leemos que Enrique Comas Pérez, presidente de la Junta municipal del Censo electoral de Cangas de Onís, certifica el acuerdo por el que se designan para adjuntos de las mesas electorales a una serie de personas, nombrando para el Distrito primero, Sección primera Cangas, a “D. Pelayo Infante Montayo”[lxx]. [En los protocolos notariales de Cangas de Onís (años 1918 a 1920, al menos) figura con frecuencia como testigo, identificándolo como «Pelayo Infante Montalvo»]
Las primeras noticias de su actividad como fotógrafo lo sitúan en Zaragoza en la década de 1880, donde trabaja asociado bajo el nombre comercial de Infante y García. Tenían establecido su gabinete en el número 2 de la calle Sitios[lxxi]. En 1887 continuaban en sociedad, pero a finales del siglo XIX Pelayo Infante tenía abierto un estudio propio en el número 55 de la calle Ramón de Pignatelli[lxxii]. En 1904 aún se encuentra en Zaragoza pues El Gráfico publica un reportaje sobre las fiestas del Pilar con imágenes suyas[lxxiii]. También trabajó en Tudela (Navarra), sin que podamos precisar ningún otro dato.
En el primer número de El Auseva del año 1912 se publica un anuncio que no cita el nombre del fotógrafo pero que inequívocamente procede de Pelayo Infante: “Sucursal de la Nueva Fotografía Económica”, establecida en el número 10 de la Plaza Mayor de Llanes. El anuncio recoge todas las indicaciones que serían inamovibles a lo largo de su carrera: “En esta Fotografía se hacen toda clase de trabajos a precios económicos. | Especialidad en retratos de niños. | Ampliaciones y reproducciones de retratos, por antiguos que sean. | Se admiten encargos para fuera de la ciudad. | Seis postales desde 3 pesetas. | Se retrata aunque esté lloviendo. | Se pasa a domicilio”[lxxiv]. Los sábados fotografía en Arriondas y los domingos en Cangas de Onís.
La primera referencia que tenemos de su presencia en Cangas de Onís es del mes de febrero de 1912 y se le califica como “acreditado fotógrafo establecido en Llanes”[lxxv]. En el mes siguiente toma fotografías de la manifestación contra la Compañía del Tranvía de Arriondas a Covadonga, celebrada en Cangas de Onís[lxxvi], regalando a El Auseva copias de las mismas, que estaban expuestas para su venta en la ciudad[lxxvii].
A mediados del mes de mayo de 1912, Pelayo Infante se traslada al número 3 de la plaza de san Roque. Solo estará unos meses pues abandona Llanes a principios de noviembre para establecerse en Infiesto, donde se anuncia como “Fotografía Económica de Pelayo Infante”, ubicando su estudio en el Café Oriental. Continua acudiendo los sábados a Arriondas y los domingos a Cangas de Onís. La estancia en Infiesto es muy breve y en los últimos días de noviembre fija su residencia, que será definitiva, en Cangas de Onís[lxxviii], instalando su estudio fotográfico en la calle San Pelayo, a la entrada del Teatro Zaragoza.
Por entonces acababa de ser nombrado corresponsal artístico de la revista madrileña Mundo Gráfico[lxxix]; lo será también de Nuevo Mundo y Covadonga Gráfica[lxxx]. Colabora en la revista canguesa La Reconquista, en Asturias Gráfica, que concedió el premio de su segundo certamen de fotografía a una imagen suya titulada “Pa La Bana” donde mostraba la despedida de una familia al hijo que emigraba a Cuba[lxxxi], y en otras publicaciones.
Antonio Nava Valdés, en su obra Turismo = Asturias (Guía para el turista) da las gracias a cuantas personas le ayudaron en la realización del libro, enumerando los fotógrafos y personas que aportaron sus trabajos, citando entre ellos a Pelayo Infante, “el redactor artístico y fotógrafo de Cangas de Onís, que me acompañó tantas veces y que a pesar de su modestia ha colaborado con hermosas composiciones”[lxxxii].
La fecha de su muerte se presta a confusión, pues en el registro civil de Cangas de Onís se anota el día 14 de mayo de 1925, mientras que el cura párroco de esta localidad escribe en la partida de defunción que fue enterrado el día 16, habiendo “fallecido el día anterior”. De setenta y tres años, muere soltero, sin hijos y pobre pues el oficio religioso que se le aplicó fue “de caridad”. Había nacido en Madrid hacia el año 1852.
La pérdida del archivo fotográfico de Pelayo Infante nos impide valorar convenientemente su desempeño profesional durante la década larga que estuvo establecido en Cangas de Onís, pero las escasas fotografías que conocemos nos muestran un trabajo de calidad con imágenes nítidas, bien conservadas y especial dedicación a la fotografía de grupos en acontecimientos y excursiones, herencia sin duda de su antigua colaboración en los periódicos de Zaragoza. Las instantáneas publicadas en Covadonga Gráfica de la procesión realizada en el santuario el 8 de septiembre de 1914 y de la “lapidona” instalada en el ayuntamiento para celebrar la concesión del título de ciudad a Cangas de Onís son ejemplos, entre muchos, de la importancia que tendría la recuperación de sus fotografías para la memoria gráfica del concejo.
Benjamina Miyar Díaz
Es una de las escasas mujeres dedicadas profesionalmente a la fotografía en Asturias a principios del siglo XX. Era hija del relojero Roberto Miyar Álvarez y de María Manuela Díaz Montero, sobrina de Ramona Díaz Mariño, viuda de Roberto Frassinelli Burnitz[lxxxiii].
Nacida en Corao el 9 de agosto de 1888, en una familia de libreros y relojeros, Benjamina crece observando a su padre Roberto y a su tío Ismael, dedicados a la fabricación de los afamados relojes de Corao, y participando en un ambiente donde el trabajo manual más exquisito se combina con la técnica. Y en el microcosmos que definen los muros de la finca familiar de la Calle l’Agua, comparte con hermanas y primas el gusto por el arte y la literatura, herencia espiritual de tres generaciones de libreros instalados en Madrid. Benjamina, al dedicarse a la fotografía, aunará en su persona los dos aspectos de la cultura familiar, el artístico y el técnico.
Benjamina, de naturaleza sensible pero también recia y vigorosa, se convierte, desde muy joven, en el sostén familiar pues su madre se ha quedado ciega. Al tiempo compone y repara relojes ayudando a su padre en el taller. Y entretanto, de manera autodidacta, dicen que “leyendo revistas”, adquiere los conocimientos precisos para dedicarse a la fotografía. A diferencia de la mayoría de las mujeres pioneras, hijas o esposas de fotógrafos, Benjamina carece de antecedentes familiares en el oficio. Pudo orientarla en sus primeros pasos Modesto Montoto, fotógrafo de Infiesto con el que tuvo amistad y que a principios de la segunda década del siglo XX realiza una serie de fotografías en Corao en las que se observa la reiterada presencia de Benjamina en compañía de sus primas.
En un pequeño cuarto de la planta baja de la casa de Corao instala su taller. Allí revelará durante décadas centenares de fotografías de la vida y habitantes de la comarca. La finca familiar se convierte en el escenario de sus fotografías de estudio donde juega con las composiciones, en ocasiones de carácter costumbrista, o los atuendos que visten sus modelos, a los que acicala con peinados y sombreros, sustituyendo, si fuera preciso, una prenda raída con otra confeccionada por ella misma o por sus primas. En una atmósfera de tranquilidad la cámara da su aprobación al fotografiado, retratado por Benjamina Miyar en su singularidad, captando en ese instante fugaz la belleza humana que la dura cotidianidad esconde y que sólo una mirada artística como la suya es capaz de desnudar, revelando el temperamento íntimo del retratado, acercándose al otro desde el respeto, con una paciencia más propia del pintor que del fotógrafo, sublimando en ese momento único la que pudiera ser única imagen para el recuerdo de la persona fotografiada. Y cuando la ocasión lo requiere, ilumina las fotografías o cambia sus formas con variados recortes, aportando un sutil toque femenino.
Aunque colabora en algunas publicaciones como El Progreso de Asturias o Mundo Gráfico[lxxxiv], el reporterismo, la labor de fotógrafo de acontecimientos, queda en segundo plano, con escasas imágenes de interés. Evidentemente, no faltan retratos colectivos de vecinos, escolares o niños que realizan sus primeras comuniones, o de algún suceso importante con el que se sentía plenamente identificada, como el “Homenaje a la Vejez” organizado por la Sociedad de Labradores “El Despertar”.
Benjamina Miyar Díaz
En 1918 se publican dos gacetillas en los semanarios cangueses El Popular y El Orden, que nos ofrecen brevísimas noticias sobre los primeros pasos fotográficos de Benjamina Miyar. El primero se hace eco de un artículo recibido en la redacción del periódico con motivo de la construcción de un gramófono por el relojero Roberto Miyar en el que el articulista también menciona las fotografías de Benjamina “que se ofrecieron a su vista en el expresado taller”, de la que elogia su inteligencia pues “sin haber salido de la aldea en que naciera, sin haber recibido lecciones de ningún maestro, posee cualidades tan sobresalientes que pudiera comparársele con los fotógrafos de más renombre”[lxxxv]. Unos meses después, El Orden de Cangas de Onís publica otra nota en el mismo sentido:
Ha llamado nuestra atención la colección de postales que se exhiben en Corao en el establecimiento de relojería de nuestro particular amigo don Roberto Miyar, labor ejecutada por su simpática hija la señorita Benjamina, que está demostrando alma artística de primer orden. La que se exhibe referente al “Raposín de Llerices”, es modelo acabado de perfección que revela el genio. Siga la inspirada joven por el camino emprendido, segura de cosechar triunfos en la difícil empresa en que revela tan excelentes aptitudes[lxxxvi].
Ya no era tan joven Benjamina, pues contaba entonces 30 años. Esta primera época es la más prolífica de su trayectoria pues a la vitalidad de su juventud añade los medios técnicos necesarios.
La Guerra Civil española determina la segunda etapa de su vida personal y profesional. De aquellos lóbregos días ha quedado el recuerdo de su permanencia a la puerta del taller de su padre para evitar el pillaje de las tropas nacionales durante su entrada en Corao. Un taller que aún conservaba en el calendario la fecha del 24 de enero de 1935, día en que falleció Roberto Miyar mientras trabajaba. Benjamina que veneraba su figura y mantenía firmes valores de respeto hacia sus mayores, nunca quiso que se cambiase.
De ideología republicana, durante la posguerra mantuvo contacto con algunos guerrilleros. En La brigadilla, José Ramón Gómez-Fouz, al referirse a una fotografía en la que aparecen varios guerrilleros, escribe que fue realizada por Benjamina cerca de Corao y que “antes de ser revelada, la autora fue detenida e ingresada en prisión”[lxxxvii]. En la cárcel de Cangas de Onís sufrió torturas y en la de Gijón, adonde fue trasladada, la vio su prima Eloísa con el cuerpo amoratado de las palizas[lxxxviii].
En las últimas décadas de su vida encuentra de nuevo la tranquilidad y en los aún difíciles y necesitados tiempos cuida de sus primas y de su ahijada Felisa, dedicándose a la fotografía y al arreglo de relojes como medios para ganarse la vida. Cuando su primo Ismael regresa de las cárceles franquistas de Bayona y Figueirido, donde ha estado preso seis años por sus ideas políticas, le cede el trabajo de relojería dedicándose a la fotografía que no abandonará hasta el último momento. Falleció en Corao el 7 de agosto de 1961.
Bernardino Porrero Fernández
Nacido en 1883 en Panes (Peñamellera Baja), fue alcalde de su concejo natal durante la Segunda República Española, exiliándose en México después de la Guerra Civil. De su trabajo en el concejo de Cangas de Onís apenas tenemos más que un par de notas que nos hablan de presencia en Mestas de Con. En el mes de mayo de 1918, leemos en El Popular:
Salió para Abándames (Panes) donde tiene su residencia, nuestro también buen amigo e inteligente fotógrafo don Bernardino Porrero, quien estuvo entre nosotros una larga temporada, y marchó impresionadísimo de las muestras de cariño que este pueblo le demostró, despidiéndose de nosotros hasta las fiestas de la Coronación de la Virgen de Covadonga[lxxxix].
Presencia que, se anuncia, repetirá con motivo de las fiestas de San Miguel[xc]. Desconocemos las razones de su vinculación con Mestas de Con.
Los fotógrafos singulares
La fotografía no era solo una profesión. Sabemos que en 1905 varios aficionados toman instantáneas de la capilla ardiente y entierro de la señora Emilia Soto Nocedo[xci]. Su existencia pudiera ser la explicación de la autoría de algunas imágenes publicadas en revistas locales como Covadonga Gráfica y La Reconquista, en las que se mencionan a fotógrafos desconocidos: Quiñones, González y Comas. Antonio Pérez Pimentel publica en Asturias, paraíso del turista varias fotografías de la ciudad de Cangas de Onís realizadas por Amparito Sordo Sotres, fotógrafa aficionada de Llanes muy probablemente.
Caso distinto, por su relevancia, es el de otras personas ligadas a Cangas de Onís que dedicaron su tiempo y esfuerzo a la práctica de la fotografía anteponiendo su pasión por el arte fotográfico a sus intereses económicos y comerciales. Nos referimos al conde de Polentinos, cuñado del conde de la Vega del Sella, al canónigo de Covadonga José González Merás y al cangués Joaquín García Cuesta.
El conde de Polentinos
Aurelio de Colmenares y Orgaz (Madrid 11 de abril de 1873 – 26 de mayo de 1947), VII conde de Polentinos, era cuñado del conde de la Vega del Sella por su matrimonio el 12 de octubre de 1900 con María Duque de Estrada Martínez de Morentín.
En la última semana del mes de octubre del año 1902 realizó un reportaje fotográfico de diversos lugares del concejo de Cangas de Onís publicando inmediatamente una conocida serie de postales cuyo producto dedicó para las obras que se realizaban en Covadonga:
El miércoles último pasó por esta villa en dirección a Covadonga, el Sr. Conde de Polentinos, quien aprovechando su estancia entre nosotros se dedicó a sacar instantáneas de los monumentos más antiguos y paisajes más históricos, para trasportarlos a tarjetas postales.
El jueves y viernes, que residió en el palacio de la Prida, propiedad de su madre política, la excelentísima Sra. Condesa de la Vega del Sella, se dedicó a sacar las vistas del Convento de Villanueva, Capilla de Santa Cruz y otros.
Tan ilustre prócer dedicará todas las tarjetas con dichas vistas, a Covadonga, en donde se pondrán a la venta, dedicándose su producto para las obras del Santuario[xcii].
En el año 2008, Ignacio de Colmenares Gómez-Acebo, conde de las Posadas, donó al ministerio de Cultura el archivo fotográfico del conde de Polentinos, que contiene cerca de diez mil placas de vidrio con vistas de paisajes, monumentos y escenas populares tomadas en las tres primeras décadas del siglo XX, de las que aproximadamente ciento cincuenta corresponden al concejo de Cangas de Onís.
José González Merás
Del sacerdote y fotógrafo José González Merás apenas puedo añadir más que unas pinceladas a lo escrito por Francisco Crabiffose Cuesta y a él me remito[xciii].
Nacido en 1873 en Las Cuadriellas de Villaláez (Cangas del Narcea), ingresó a los once años en el seminario de Oviedo, ordenándose sacerdote. Hacia 1918 obtiene la plaza de beneficiado en Covadonga convirtiéndose en el fotógrafo por excelencia del santuario en las décadas siguientes. De sus inicios en la fotografía, “allá, por el año 1899”, habla Ramiro Torves en una carta dirigida a El Cantábrico en la que dice:
En aquel tiempo era yo un poco aficionado a la fotografía y llevaba mi máquina a donde quiera que fuese. A Merás, que ya lo había visto, le dio por ser “amateur” también y compró una máquina, que recuerdo le costó once pesetas y que estrenó aquel día y con la cual sacamos dos grupos de los concurrentes, pues uno le sacó él y otro le obtuve yo, figurando en los grupos, en uno él y en otro yo, y habiendo quedado tan contento Merás de su debut, que desde aquel día en que yo le enseñé a manejar aquel prodigio de máquina de once pesetas, le tomó tal afición a la fotografía, que hoy puede decirse que es un gran artista y que trabaja como no trabajan todos los demás fotógrafos.
Continúa su escrito diciendo que Merás solo tiene para su trabajo “una mala cámara oscura y su estudio es el campo, el paisaje con sondeo de todas estas hermosuras que rodean a la Cueva de Covadonga”. Y añade que, además de ser un gran fotógrafo al aire libre, es “un gran acuarelista e iluminador. Todo sin haber tenido profesores y todo por cariño y amor al arte”[xciv].
Fotógrafo oficial del santuario y redactor artístico de la revista Covadonga fue, según Juaco López director del Muséu del Pueblu d’Asturies, “un buen fotógrafo que además positiva muy bien, con mucha calidad”. Falleció en Covadonga en 1956, sucediéndole Ramón García Sánchez, bisnieto de Macario García Arévalo.
Joaquín García Cuesta
Nació en Cangas de Onís el 13 de abril de 1885, hijo de Constante García Busto, de 31 años, natural de San Juan de Amandi (Villaviciosa) y vecino de Cangas de Onís, y de Felisa Cuesta Díaz, de 24 años, natural y vecina de la localidad[xcv]. Su padre era propietario de la fábrica de chocolates “La Campanona”.
Se traslada a Gijón en 1910 trabajando como auxiliar de farmacia, aunque alternó su residencia en esta villa con estancias en Cangas de Onís pues hacia 1917 estaba desempeñando la misma función en la farmacia de Enrique Comas[xcvi]. También trabajó como dependiente de una droguería en la que se vendía material fotográfico, estableciendo luego otra por cuenta propia en la que instaló su laboratorio de fotografía[xcvii].
Joaquín García Cuesta fue autor de una obra de «gran calidad estética y temáticamente variada, centrada sobre todo en el paisajismo y en la arquitectura monumental», en palabras de Francisco Crabiffosse. Es un fotógrafo tardío que descubre la gran pasión de su vida por casualidad. El mismo lo cuenta en una entrevista que concede a Juan Martínez García-Rovés:
Un amigo tenía una máquina de las primeras que vinieron. No la sabía manejar bien, y yo le pedí que me la dejase para hacer una fotografía. Precisamente, en aquel momento, pasaba por allí el cochero “Cebatón” con su coche de caballos. Los retraté y el conjunto salió tan bien, que desde entonces ya no viví más que para la fotografía. Nadie me enseñó pero fue tal mi afición que llegué hasta hacer bromolios.
En su oficio de fotógrafo empleó siempre una vieja cámara de cajón, pudiendo considerársele el epígono de una técnica fotográfica ya superada. Su imagen, cargado al hombro con su cámara, trípode y demás utensilios, un equipo de doce kilos de peso, se hace familiar en Asturias, una región que recorre acompañado, muchas veces, por sus amigos Julio Somoza, cronista oficial de Gijón y del Principado de Asturias, y Antonio Pérez Pimentel, entusiasta divulgador del turismo y autor de Asturias, paraíso del turista. Preguntado por Rovés al respecto de la utilización de esa vieja cámara, le responde: “Con ella no tengo miedo a lo más moderno ni envidia a nadie haciendo fotos, por muchos filtros, fotómetro y demás cachivaches modernos que utilicen”. También empleaba los antiguos procedimientos de revelado: “Yo mismo preparo los reveladores y fijadores con las fórmulas de siempre. No lo hago por tozudez, sino porque mis fotografías no hay quien las mejore, según puede ver en los catálogos”.
Joaquín García Cuesta
En 1926 fue contratado como fotógrafo oficial por el Instituto de Turismo de Asturias, dependiente de la Diputación provincial, encargándose a partir de entonces de desarrollar una labor ingente de promoción de las bellezas de Asturias mediante la imagen fotográfica y no dejó “ni aldea por pequeña que fuera ni picacho que no escalara”. Se convierte en el máximo representante de la llamada fotografía turística y sus imágenes figuran repetidamente en todas las exposiciones a las que acuden las instituciones turísticas asturianas, obteniendo varios premios. Sus fotografías se reproducen en tarjetas postales y en numerosas publicaciones: libros, revistas, portfolios turísticos, etc., convirtiéndole en el fotógrafo más divulgado de la región.
Su pasión fotográfica compaginaba a la perfección con su afición por el excursionismo; fue miembro activo del Ateneo Obrero de Gijón, sirviendo como guía erudito en muchas de sus excursiones turísticas, y uno de los promotores en la organización de sus exposiciones de fotografía, formando parte durante muchos años del jurado calificador.
Fotógrafo de paisajes excepcional, no dudaba en arriesgar su vida para obtener el mejor encuadre. Muy difíciles y peligrosas fueron las que realizó de la carretera del Pontón, en La Güera: “tuve que amarrarme por la cintura con una cuerda y el otro extremo estaba atado a un árbol. Se trataba de un gran precipicio y tenía que hacer un descenso a roca pelada para recoger el mejor paisaje. Estas fotos tuvieron mucho éxito” [xcviii].
La mayor parte de su archivo de negativos se perdió durante la Guerra Civil Española y a su finalización continuó trabajando por la divulgación de la imagen fotográfica con la puesta en marcha del Salón de Navidad de Fotografía de la A. M. A. Torrecerredo que poco antes de su fallecimiento, en la clausura de la sexta edición, le concedió la primera medalla de plata conmemorativa del Primer Salón Nacional de Fotografía por “su meritísima labor que en pro de la fotografía y del Turismo asturiano ha realizado en más de 40 años de ininterrumpidos trabajos”[xcix].
Recordaba Pedro Alonso Rebollar en su homenaje póstumo a Joaquín García que su labor había sido desinteresada no habiéndole producido al artista
más que su propia satisfacción de haber servido así a su patria chica y algunas modestas cantidades, apenas suficientes para compensar el costo de materiales. Su archivo fotográfico, conseguido con una tenacidad admirable, y aún con gran sacrificio económico, ha estado siempre a la disposición de quien lo ha solicitado con fines no solamente turísticos, sino incluso comerciales, de lo que nunca se benefició.
Joaquín García Cuesta falleció en Gijón el 18 de enero de 1958, dejando viuda a Engracia Montoto del Valle, natural de Carrandi (Colunga), y tres hijos, Vicente, Fernando y Joaquín García Montoto. Constantino, segundo hijo del matrimonio, había fallecido durante la Guerra Civil.
En su labor como fotógrafo no podemos considerarlo cangués, antes bien debemos estimarlo asturiano por la ingente tarea que realizó captando todos los rincones de Asturias, incluidos algunos de su concejo natal. Bien merece este gran fotógrafo que lo recordemos en una obra publicada en Cangas de Onís.
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En esta incompleta aproximación[c] a los primeros tiempos de la fotografía en Cangas de Onís no podemos olvidar a un fotógrafo fundamental para nuestro conocimiento visual del concejo en los años que anteceden a la celebración del duodécimo centenario de la batalla de Covadonga, el piloñés Modesto Montoto. La conservación de una buena parte de su archivo, la calidad de sus imágenes y la gran difusión que tuvieron, en especial a través de la revista Asturias editada en La Habana, lo convierten en referente inexcusable para cualquier tipo de trabajo que se realice de aquel periodo y así se puede comprobar en este libro. Pero no vamos a detenernos en su figura que ya ha sido tratada en obras como Modesto Montoto : una visión fotográfica de Asturias (1900-1925)[ci] y la más reciente Un abuelo de cine[cii].
Tampoco nos corresponde detenernos en la figura de Ruth Matilda Anderson la americana que realizó más de mil fotografías de la vida y tradiciones de Asturias por encargo de The Hispanic Society of America. Las que tomó en Cangas de Onís, en el mes de abril de 1925 pocos días antes del fallecimiento de Pelayo Infante, están realizadas con una mirada más moderna, más fresca y más cercana a la vida cotidiana de los habitantes del concejo[ciii].
Desde las primeras imágenes de Covadonga realizadas por Alfredo Truan Luard en 1858 han sido muchos e importantes los fotógrafos, profesionales y aficionados, que han captado las gentes y los paisajes del concejo de Cangas de Onís. Nombres como Vicente Pérez Sierra, Diego Terrero, Daniel Álvarez Fervienza, William Selkirk o Celso Gómez Argüelles, entre tantos otros, nos resultan familiares. No podemos obviar las fotografías del Archivo Mas (Barcelona), ni la presencia de innumerables fotógrafos de revistas ilustradas con motivo de las visitas de los reyes o la realización de reportajes turísticos, ni la importancia de las postales de Hauser y Menet o Thomas en la promoción de Covadonga y las bellezas naturales de los Picos de Europa, pero en este capítulo hemos querido prestar atención a los fotógrafos modestos y olvidados que trabajaron en Cangas de Onís.
Segunda parte del tercer capítulo del libro Cangas de Onís 1918, vida en torno a un centenario, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2018, pp. 79-104.
Notas
[xlvi] Íd. [El Auseva], año XVI, núm. 775, 3 de febrero de 1906, p. 3.
[xlvii] Íd., año XVI, núm. 780, 10 de marzo de 1906, p. 3.
[xlviii] Íd., año XVI, núm. 784, 7 de abril de 1906, p. 3.
[xlix] Íd., año XVI, núm. 793, 9 de junio de 1906, p. 3.
[l] Crabiffosse Cuesta, Francisco, “Modesto Montoto en la historia de la fotografía asturiana”, en López Álvarez, Juaco (ed.), Modesto Montoto : una visión fotográfica de Asturias (1900-1925), Gijón, Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular – Ayuntamiento de Gijón, 1995, p. 13.
[li] Según figura en el reverso de un par de fotografías suyas. Dice la primera: “Ángel Álvarez | Fotógrafo | Plazuela de los Molinos, 6 | Luarca”. La segunda: “Mieres | Fotografía Álvarez | Casa central | Plazuela de los Molinos, 6 | Luarca”. En el número 6 de la Plazuela de los Molinos también estuvo establecido, en la primera década del siglo XX, Enrique Gómez.
[lii] El Auseva, Cangas de Onís, año XVI, núm. 822, 29 de diciembre de 1906, p. 2.
[liii] Íd., año XVII, núm. 839, 27 de abril de 1907, p. 3.
[liv] Íd., año XVII, núm. 853, 3 de agosto de 1907, p. 3.
[lv] “El fotógrafo Sr. Álvarez, sacó varias instantáneas de este mitin [de Manuel Uría], de las cuales alguna se publicarán, según tenemos entendido, en la revista madrileña Nuevo Mundo”. El Auseva, Cangas de Onís, año XX, núm. 996, 30 de abril de 1910, p. 3. En efecto, en la página 25 del número 852 de Nuevo Mundo, de fecha 5 de mayo de 1910, apareció publicada la fotografía que ahora reproducimos.
[lvi] El Auseva, Cangas de Onís, año XXI, núm. 1.038, 18 de febrero de 1911, p. 3 y El Comercio, Gijón, año XXXIV, núm. 9.910, 18 de febrero de 1911, p. 1. Ángel Álvarez estaba casado don Eugenia Menéndez Álvarez y tenía con cinco hijos menores de edad. El Auseva, Cangas de Onís, año XXI, núm. 1.067, 9 de septiembre de 1911, p. 3.
[lvii] Íd., año XXII, núm. 1.091, 2 de marzo de 1912, p. 3. El juicio se celebró los días 26 y 27 de febrero de 1912, encargándose de la defensa del procesado el abogado Juan F. Llana que logró fuesen apreciadas cuatro atenuantes a su favor.
[lviii] Íd., año XXI, núm. 1.039, 25 de febrero de 1911, p. 3.
[lix] “ÁLVAREZ FOTÓGRAFO | Cangas de Onís | ¿Quién retrata mejor y más barato? ÁLVAREZ | ¿Quien tiene mejores luces en su galería? ÁLVAREZ | ¿Quien dispone de mejores aparatos? ÁLVAREZ | ¡ATENCIÓN!, A RETRATARSE CON ÁLVAREZ | Calle de San Pelayo”. El Auseva, Cangas de Onís, año XXII, núm. 1.083, 6 de enero de 1912, p. 2.
[lx] El Auseva, Cangas de Onís, año XXII, núm. 1.089, 17 de febrero de 1912, p. 4.
[lxi] Ángel Álvarez Menéndez, menor de edad, fue juzgado en 1913 junto con su madre Eugenia Menéndez Álvarez por un delito de malos tratos de palabra y amenazas a un vecino de Caño, del que fue absuelto, no así su madre condenada al pago de una multa de cinco pesetas. Boletín oficial de la provincia de Oviedo, núm. 209, 6 de septiembre de 1913, p. 1. Volveremos a encontrar, veinte años después, al fotógrafo Ángel Álvarez Menéndez no por razones de su oficio sino por otra riña con vecinos suyos. Era vecino de Vega (El Entrego), de 37 años de edad. Región, Oviedo, año X, núm. 2.744, 12 de mayo de 1932, p. 10.
[lxii] El Orden, Cangas de Onís, año II, núm. 77, 20 de junio de 1915, p. 4.
[lxiii] Hijo de José Fernández Carrandi y Josefa Vallina Alonso. Casó en la capilla de Teleña, el 15 de mayo de 1907, con María del Pilar Pantín González.
[lxiv] El Auseva, Cangas de Onís, año XIX, núm. 942, 17 de abril de 1909, p. 3.
[lxv] Íd., año XIX, núm. 967, 9 de octubre de 1909, p. 3.
[lxvi] Íd., año XXI, núm. 1.060, 22 de julio de 1911, p. 2.
[lxvii] Íd., año XXII, núm. 1.098, 20 de abril de 1912, p. 3.
[lxviii] Íd., año XXII, núm. 1.122, 5 de octubre de 1912, p. 3.
[lxix] Asturias, revista gráfica semanal, La Habana (Cuba), año III, núm. 125, 17 de diciembre de 1916, p. 19.
[lxx] Boletín oficial de la provincia de Oviedo, núm. 123, 3 de junio de 1921, p. 4.
[lxxi] Hernández Latas, José Antonio, Primeros tiempos de la fotografía en Zaragoza : Formatos “Carte de Visite” y “Cabinet Card”, Zaragoza, Cajalón, 2010, p. 8, nota 10.
[lxxii] Martínez de Vega, Cristina, Francisco Martínez Gascón, Kautela. Un fotógrafo durante la Guerra Civil española en Heraldo de Aragón en Revista General de Información y Documentación 26 (2), 2016, pp. 673-696.
[lxxiii] El Gráfico, Zaragoza, año I, núm. 132, 22 de octubre de 1904, p. 6.
[lxxiv] El Auseva, Cangas de Onís, año XXII, núm. 1.083, 6 de enero de 1912, p. 4.
[lxxv] “Por las fotografías que hemos visto, no sólo las expuestas al público, sino las particulares, son pruebas más que suficientes para que los trabajos del Sr. Infante, acreditado fotógrafo establecido en Llanes, que suele visitarnos todos los domingos, sean clasificados como de primera por su parecido al modelo y acabada perfección. | Como posee los más modernos aparatos fotográficos, de ahí que este artista puede retratar lo mismo en días que estén lloviendo como en días espléndidos. | Aprovecharse, pues, que como ya hemos dicho, todos los domingos se encuentra en esta ciudad”. El Auseva, Cangas de Onís, año XXII, núm. 1.089, 17 de febrero de 1912, p. 3.
[lxxvi] El Auseva, Cangas de Onís, 6 de abril de 1912, año XXII, núm. 1.096, p. 3.
[lxxvii] “Agradecemos la atención que con nosotros ha tenido D. Pelayo Infante regalándonos una fotografía de gran tamaño y una postal de la manifestación celebrada ha pocos días y tomada frente a las Consistoriales. | La labor de estas fotografías está ejecutada con la maestría que distingue a este reputado fotógrafo de Llanes, conociéndose perfectamente todos los detalles e individuos que figuran en las mismas. | Están expuestas a la venta en esta localidad a precios baratísimos, a donde suele venir todos los domingos, poniéndose a la disposición del público para hacer toda clase de retratos y ampliaciones de fotografías a precios sin competencia”. El Auseva, año XXII, núm. 1.096, 6 de abril de 1912, p. 3. También regaló al semanario local dos fotografías conmemorativas del fallecimiento del médico Emilio Laria, una de la capilla ardiente y otra del multitudinario entierro. El Auseva, año XXV, núm. 1.249, Onís (sic), 13 de marzo de 1915, p. 3, pero erratas en el número y la fecha pues repite los del anterior, siendo los correctos el número 1.250 y la fecha el 20 de marzo de 1915.
[lxxviii] “El reputado fotógrafo Sr. Infante, corresponsal artístico de ‘Mundo Gráfico’, que solía visitarnos todos los domingos, fija su residencia en esta ciudad. | Algo irán ganando los amantes de la fotografía, pues de esta manera está a disposición del público, tanto de esta localidad como del concejo, a cualquier hora y día”. El Auseva, Cangas de Onís, año XXII, núm. 1.130, 30 de noviembre de 1912, p. 2. A partir de entonces, mantendrá la visita de los sábados en Arriondas y acudirá los miércoles a Onís, aunque en 1916 ya solo se traslada a la capital parraguesa. El Popular, Cangas de Onís, año I, núm. 2, sábado 14 de octubre de 1916.
[lxxix] “En poder del corresponsal administrativo de esta ciudad, de la popular e importante revista madrileña ‘Mundo Gráfico’, hemos visto un Carnet de Identidad, en el que se nombra corresponsal artístico en esta provincia, al reputado fotógrafo, que nos visita todos los domingos, nuestro amigo don Pelayo Infante”. El Auseva, Cangas de Onís, año XXII, núm. 1.128, 16 de noviembre de 1912, p. 2.
[lxxx] Covadonga Gráfica, Cangas de Onís, año I, núm. 1, 8 de septiembre de 1914.
[lxxxi] Esta fotografía ha dado lugar a un conjunto escultórico realizado por Favila titulado “Monumento a la Emigración Asturiana y a la Sociedad de Naturales del Concejo de Boal”, ubicado en la capital de este concejo.
[lxxxii] Luarca, Talleres Gráficos de Ramiro P. del Río e Hijo, 1914.
[lxxxiii] Esta nota biográfica es un resumen del artículo publicado en el año 2013. Vid. Pantín Fernández, Francisco José, “Benjamina Miyar Díaz : 1888 — 1961”, en Pantín Fernández, Francisco José & Meneses Fernández-Baldor, María del Carmen (Coords.), Hombres y Mujeres de Abamia, segunda edición, Corao, Asociación Cultural Abamia – Excmo. Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2013, pp. 205-212.
[lxxxiv] En 1918, en el número 365, publica una fotografía de los bailarines del corri-corri, durante la celebración de la fiesta del XII Centenario de la batalla de Covadonga.
[lxxxv] El Popular, núm. 73, 23 de febrero de 1918.
[lxxxvi] El Orden, año V, núm. 232, 9 de junio de 1918.
[lxxxvii] Gómez-Fouz, José Ramón, La brigadilla, Gijón, Silverio Cañada editor, 1992, p. 130.
[lxxxviii] Conversación con Felisa Arduengo Miyar, hija de Amelia Miyar Intriago y ahijada de Benjamina.
[lxxxix] El Orden, Cangas de Onís, año V, núm. 230, 26 de mayo de 1918, p. 2.
[xc] Íd., año V, núm. 247, 22 de septiembre de 1918, p. 3.
[xci] Íd., año XV, núm. 747, 22 de julio de 1905, p. 2.
[xcii] Íd., año XII, núm. 605, 1º de noviembre de 1902, pp. 2-3. Hemos visto una postal de la estatua de Don Pelayo a la entrada de la cueva de Covadonga fechada el 30 de diciembre de 1902. En noviembre de 1906, se alojó durante unos días con su cuñado el conde de la Vega del Sella en el palacio de la Prida. El Auseva, Cangas de Onís, año XVI, núm. 816, 17 de noviembre de 1906, p. 3.
[xciii] Vid. Crabiffosse Cuesta, José González Merás, pp. 376-380.
[xciv] El Cantábrico, Santander, año XXVIII, núm. 10.372, 11 de julio de 1922, p. 3. Carta fechada en Covadonga el 7 de julio de 1922.
[xcv] Registro civil de Cangas de Onís. Constante firmará en la inscripción como Constantino. Abuelos paternos: José García y Cándida Busto, naturales y vecina esta, a la fecha del nacimiento, de San Juan de Amandi donde había fallecido el primero. Abuelos maternos: José Cuesta y Josefa Díaz, naturales de la villa de Cangas de Onís donde vive la última. El primero falleció en la isla de Cuba.
[xcvi] “El martes salió para Gijón en donde fijará su residencia, nuestro amigo don Joaquín García, acompañado de su esposa, hijos y hermana política. | El amigo Joaquín estuvo prestando sus servicios de dependiente en la farmacia del señor Comas, durante año y medio”. El Popular, Cangas de Onís, año III, núm. 89, 20 de julio de 1918, p. 3.
[xcvii] Sobre Joaquín García Cuesta, véase Crabiffosse Cuesta, Historia de la fotografía en Gijón, pp. 61-65.
[xcviii] Martínez García-Rovés, Juan, “Cincuenta años con la cámara a cuestas. Lo que nos dice Joaquín García, fotógrafo oficial de la Dirección General de Turismo”, en el diario Voluntad, Gijón, año XVIII, núm. 5.417, 25 de septiembre de 1955, p. 12.
[xcix] Alonso Rebollar, Pedro, “Cerca de cuarenta años al servicio del turismo en Asturias. Homenaje póstumo a don Joaquín García Cuesta”, en Voluntad, 28 de enero de 1958.
[c] Quedan hilos sueltos que quizá algún día puedan permitirnos tejer nuevas páginas de la historia de la fotografía en Cangas de Onís, como la presencia en el concejo de Luis del Fresno, perteneciente a la afamada dinastía ovetense, que residía en Villanueva donde su esposa Enriqueta D. Marina, hija del administrador del balneario de Borines, había sido nombrada maestra de la escuela (El Auseva, Cangas de Onís, año XVII, núm. 827, 1º de febrero de 1907, p. 3) , de Gilardi que en 1910 demostró sus dotes musicales amenizando en compañía de su hijo Alejandro una velada delante del establecimiento de José Vallina, manejando “a la perfección” la guitarra y el violín respectivamente (El Auseva, Cangas de Onís, año XX, núm. 1.005, 2 de julio de 1910, p. 3) o de fotógrafos desconocidos para quien esto escribe como el apellidado Escalera que toma numerosas fotografías en las fiestas de San Pedro en Mestas de Con (El Auseva, Cangas de Onís, año XX, núm. 1.005, 2 de julio de 1910, p. 3) y un tal “M. Glier” que firma una fotografía de la escuela de niñas en Corao a principios del siglo XX. Tendría su gracia que fuese un ambulante procedente de la ciudad de Celle (Baja Sajonia, Alemania) donde existió en la segunda mitad del siglo XIX el estudio fotográfico de “E. Glier”, porque la fotografía se tomó delante de la casa de Roberto Frassinelli, el alemán de Corao. Tras la muerte de Pelayo Infante se vuelve durante un tiempo a la etapa de los fotógrafos ambulantes; así, la Fotografía Fabiola, que se titula “antigua de Infante”, se establece durante unos meses, desde el 13 de noviembre de 1927, en la fonda de Avelino Coya, admitiendo toda clase de trabajos fotográficos con “especialidad en embarques” (El Orden, Cangas de Onís, año XIV, núm. 722, 13 de noviembre de 1927, p. 1). Realizó retratos de grupos escolares en el concejo, Onís y Cabrales, algunos publicados en el diario Región. En febrero de 1928 trabaja en el centro de Asturias.
[ci] López Álvarez, Juaco (ed.), Modesto Montoto : una visión fotográfica de Asturias (1900-1925), Gijón, Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular, [1995].
[cii] Montoto, Modesto & Herrero Montoto, Manuel, Un abuelo de cine, [S. l.], Luna de Abajo, 2018.
[ciii] Hallazgo de lo ignorado : fotografías de Asturias de Ruth M. Anderson para The Hispanic Society of America : 1925, [Gijón], Muséu Pueblu d’Asturies – Museo Casa Natal de Jovellanos, 2018. Textos, Noemí Espinosa Fernández; documentación, catalogación y traducción de apéndices documentales, Noemí Espinosa Fernández y Patrick Lenaghan.