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Unos años después de su regreso de París, donde cursó estudios en la Universidad de La Sorbona y conoció el arte de la fotografía, José Ramón Alonso Villarmil[i] (Teleña, 22 de febrero de 1831 – Cuenco, 12 de septiembre de 1900) decide establecerse como fotógrafo[ii]. En 1865, en lo que parece ser el punto de partida de su carrera profesional, realiza una serie de fotografías de Covadonga. Las vistas fueron tomadas en julio y agosto de dicho año, como consta en el reverso[iii] de algunas copias que se conservan en su casa familiar de Cuenco (Margolles, Cangas de Onís) y en el Álbum de la Real Colegiata donde escribe: “En el día 8 de agosto saqué de este Real Sitio de Covadonga 4 vistas estereoscópicas, y el 13 del mismo mes el retrato de la Santísima Virgen, todo de fotografía”[iv].

Del año 1866 son las primeras noticias de su trayectoria publicadas en El Eco de Avilés. Llegó a la villa del Adelantado en el mes de junio y se le califica como “acreditado y conocido fotógrafo” que vende vistas del santuario de Covadonga y “retrata desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, a excepción de los días muy oscuros y lluviosos”. El precio del primer retrato es de 30 reales y vende a 4 las tarjetas. Dice que conservará el cristal año y medio por si alguno de los que se hayan retratado quiere hacer algún pedido y que también retrata en tamaño para alfiler[v].

No le fue favorable la climatología en su estancia en Avilés; a pesar del mal tiempo y a su improvisada galería en la posada de doña Rita de Nava, ubicada en la Plaza Mayor, el público quedó satisfecho con los resultados gracias “a las máquinas y productos químicos excelentes”[vi]. Permaneció en la villa hasta mediados del mes de agosto trasladando su gabinete a Luanco, solo unos días, pues regresó antes de las ferias que en Avilés se celebran la última semana de dicho mes para cumplir los muchos encargos que le habían hecho[vii].

A los treinta y cinco años Villarmil necesita ampliar sus conocimientos fotográficos y lo hace en contacto con aquellos que en Asturias se dedican a este arte. También en 1866 inicia un manual manuscrito que en portada titula “Apuntes de fotografía para el uso de DJosé Ramón Alonso Villarmil vecino de la villa de Cangas de Onís”, un compendio de los diversos conocimientos que obtendrá a lo largo de los años y que en combinación con unas pocas cartas conservadas en el archivo familiar nos permitirán conocer algunas brevísimas noticias de su contacto con otros fotógrafos.

Los apuntes se dividen en tres partes. La primera, titulada “Nociones generales de Fotografía sobre colodiun”, se compone de trece capítulos en los que recoge las operaciones necesarias para la fotografía sobre cristal que “requiere ante todo una limpieza esmerada, tanto en los baños, como en todos los objetos con los cuales se opera”, sin que el fotógrafo deba “fiarse de nadie para la limpieza de los cristales y para algunos baños que requieran una rigurosa exactitud”. Trata sobre la limpieza de los cristales, de la preparación del colodión, de la cámara oscura, del desarrollo de la imagen en la placa con el baño de hierro y con el ácido pirogálico y de los baños de plata negativo e hiposulfito. Una segunda parte trata de la fotografía sobre papel y en ella escribe sobre el baño de plata positivo, de la fotografía sobre papel porcelana o leptografía y sobre la fijación de las fotografías. En la tercera parte anota las diversas fórmulas necesarias para la fotografía: la receta del colodión, a la que llama “formulario de Gijón”; diversos baños fotográficos: de plata, revelador, reforzador en bicloruro de mercurio y yoduro de potasa, de oro para virar las pruebas; una receta de colodión de Infiesto que supone sea la de Gijón, el baño revelador de Torre (sic), una receta del boticario de la Vega para barniz negativo, una receta en Avilés que llama “fórmula para mi baño de oro”, formularios para hacer fotografías mágicas, revelar placas secas y otros más que mencionaremos en relación con fotógrafos concretos.

Del periplo de José Ramón Alonso Villarmil por las tierras centro-occidentales de Asturias solo sabemos que en octubre de 1869 se encuentra en Ribadeo, pues allí le escribe José Sierra Payba. De su trabajo en esta localidad conocemos una “vista del Fondrigo en la Vega de Rivadeo (sic)”.

El 19 de octubre de 1869 remite carta a José Sierra Payba interesándose por la adquisición del Formulario práctico de Fotografía y de la revista La Fotografía. El fotógrafo sevillano y almacenista de “efectos fotográficos” le contesta[viii] afirmando que “ambas publicaciones le serán útiles como lo prueba que la mayor parte de los fotógrafos de España las han adquirido”  y en el reverso de la respuesta encontramos el anuncio de la que se cita como “Revista de la Fotografía”:

    Este periódico que se ha publicado bajo la dirección de D. José Sierra Payba, forma una colección de 12 números en que aparecen por completo muchos y útiles procedimientos fotográficos, entre ellos, métodos generales de colodión húmedo y seco, tratados de cámara solar, porcelana de trasportes, fotografías mágicas, sistemas económicos y otra multitud de conocimientos útiles para cuantos se dedican á el arte. Precio de la colección, 40 reales.

José Sierra Payba le recomienda asimismo la obra de Disdéri:

    Además le recomiendo la obra de Mr. Disdéri[ix] que tengo en mi repertorio su precio 60 reales que aunque está en francés comprenderá muy bien particularmente en la parte de sus fórmulas. Con todo este repertorio podrá conocer cuanto sobre fotografía se conoce, tanto de clichés para fantasmagoría, vistas transparentes, porcelana, alabastro y en fin muchos primores publicados en el mismo.

Villarmil había ofrecido a Sierra Payba una vista de Covadonga que el sevillano acepta con mucho gusto y le pide se la remita sin encolar “cosa que le agradeceré tanto por conocer sus trabajos como por tener el gusto de ver esos magníficos recuerdos de nuestra gloriosa reconquista”.

Debe la fórmula del procedimiento veneciano al fotógrafo malagueño Joaquín Oses, al que el 14 de septiembre de 1872 menciona como establecido en la calle de la Visitación de Madrid. Jean Laurent, francés establecido en Madrid, y su compatriota parisino H. Martin, constructor de aparatos fotográficos, fueron otros de los comerciantes a los que recurrió Villarmil para surtirse de instrumentos y productos.

Es deudor de fotógrafos afincados en Asturias, como Alfredo Truan Luard que el 7 de noviembre de 1874 le facilita las fórmulas del baño de plata para el papel, del revelador y del baño de virar “en su misma fotografía”. El “formulario de Gijón”, conjunto de diversos procedimientos químicos, es citado por Villarmil en varias ocasiones y lo suponemos unido a la figura del fotógrafo suizo avecindado en la villa gijonesa, al que también debe la receta para realizar fotografías venecianas. Diego Terrero le facilita en noviembre de 1880 y en 1884 fórmulas de diversos baños, entre ellos el de virar sobre el que Villarmil escribe en su cuaderno de apuntes:

cuesta muy caro a los aficionados hallar una fórmula de viraje que sea económica y fundado en este sentido según carta de mi buen profesor de matemáticas Dn. Diego Terrero copio el modo de tener siempre dispuesto el citado baño…

En referencia a Terrero, que le pide que “de todas estas cosas que le digo porque le aprecio no diga nada a ningún fotógrafo ni aficionado”[x], escribe un elogioso comentario en El Eco de Covadonga calificando sus fotografías como “los objetos más apreciables que los forasteros adquieren por un módico precio, porque en ellos ven todo lo notable de Covadonga”, añadiendo que “por su finura de detalles pueden competir con cuantas se hagan en España y en el extranjero”, y lo afirma porque también es “aficionado al arte fotográfico”[xi].

Villarmil y Pérez Sierra

Los fotógrafos José Ramón Alonso Villarmil, en primer término, y Vicente Pérez Sierra. Fot. Pérez Sierra.

Conoció también al zamorano Vicente Pérez Sierra, establecido en Llanes a finales de 1867, como lo demuestra la imagen de ambos fotógrafos que publicamos. En el reverso del cartoné donde está encolada, bajo un dibujito alusivo al arte fotográfico, dice: «Pérez Sierra / Fotógrafo / Valladolid y Llanes» y figura una nota manuscrita: «Para el Sr. Villarmil».

Concluida su etapa como fotógrafo ambulante y abandonada la fotografía como profesión (desconocemos la fecha), Villarmil retorna a la casa de Cuenco para dedicarse al cuidado de las propiedades familiares actuando también en levantamientos topográficos, tasaciones, particiones y demás tareas propias de la administración de fincas. Tiene a su cargo los semilleros de Obras públicas sitos en La Riera de Covadonga que visita con frecuencia  y le permite estar al tanto de las obras del santuario[xii]; es concejal del Ayuntamiento de Cangas de Onís por el distrito de Margolles durante varias legislaturas y participa de la vida pública ya sea como miembro de la comisión nombrada para la construcción del puente de piedra sobre el río Sella en Arriondas[xiii] o como representante del concejo de Cangas de Onís en la famosa reunión celebrada en Ribadesella el 10 de diciembre de 1885 para tratar la construcción del ferrocarril oriental[xiv]. Actividades que no le impiden continuar con su afición por la fotografía, instalando en su casa un gabinete fotográfico que gozó de fama en la comarca. Así lo dice una gacetilla publicada en El Carbayón en 1885:

    Hemos recibido una carta de Cangas de Onís en la que se hacen grandes elogios del gabinete fotográfico que en Margolles tiene nuestro amigo el señor D. José R. A. Villarmil, quien solo por afición se dedica a tan difícil arte. Seguramente que los elogios son merecidísimos, pues el Sr. Villarmil muestra muy especiales dotes para cultivar toda clase de adelantos científicos[xv].

De esta época son cinco cartas, fechadas entre los años 1886 y 1892, de su amigo Fernando del Fresno, fotógrafo establecido en Oviedo y fabricante de placas al gelatino-bromuro que será su proveedor de materiales fotográficos y consejero en las diversas técnicas y avances de la fotografía durante estos años.

La primera, del 4 de julio de 1886 y dirigida a Corias[xvi], nos permite conocer que Villarmil le compra las placas fotográficas de vidrio, que dan buen resultado. Del Fresno le pide instrucciones para enviarle una máquina de satinar y otras herramientas que un hijo de Villarmil había remitido desde Madrid[xvii].

En la segunda, Villarmil consulta sus problemas con el viraje de las fotografías y Fernando del Fresno, después de ofrecerle varias soluciones y recomendarle el uso del ácido acético para dar vigor en las tonalidades negras de los retratos, le comenta:

    Debo advertirle que hoy ya no se da aquel tono gris azulado a los retratos que se daba antes sino al contrario los mejores fotógrafos dan un color purpúreo como el de la Sra. que V. me mandó, ése es el buen tono[xviii].

Al mismo tiempo le dice que ha hecho algunas mejoras en la fabricación de placas con grandes resultados, “los que V. tendrá ocasión de conocer si sigue honrándome con sus encargos”. De estas mejoras en la fabricación de placas al gelatino-bromuro de plata se hace eco El Carbayón asegurando que “compiten en rapidez y fuerza con las mejores de las fábricas extrangeras”, presentando los clichés obtenidos “el vigor y la dulzura en las sombras que deben observarse en las buenas fotografías”[xix]. Dos años posterior es otra carta en la que Fernando del Fresno le comunica que tiene a su disposición veintidós placas fotográficas, mandándole además instrucciones para el tratamiento de las mismas[xx].

El 14 de enero de 1891 le proporciona el remedio para los puntos transparentes que le aparecen a Villarmil al secar las placas, además de adjuntarle la cuenta por la adquisición de cuatro docenas de ellas de 10 x 14 y una mano de papel. La última de las cartas que conocemos de Fernando del Fresno al fotógrafo de Teleña está fechada el 3 de marzo de 1892 y le participa que le remite las dos docenas de placas de 13 x 18 y 9 x 12 que le había solicitado “que son de toda mi confianza y muy diferentes de todas las hasta ahora preparadas por mi, devido esto a una nueva fórmula de emulsión que da muy limpio y muy trasparente así como mucha sensivilidad”. Y a un comentario de Villarmil, desconocemos la carta, sobre un nuevo competidor en el campo de la fotografía, responde:

    El nuevo rival que nos salió no nos manca, es un hijo de Peinado fotógrafo de Gijón que puso el apellido Alonso sin duda por que el de Peinado no está acreditado; los vonvos que U. verá en el Carbayón son solicitados y a cambio de retratos, no hay nada de espontaneidad[xxi].

Entre los meses de agosto de 1891 y 1893, Villarmil tuvo la satisfacción de compartir la afición por la fotografía con su hijo Bernardo Alonso Villar que, emigrado a Uruguay, regresa para visitar a su familia, instalando una galería para retratar en la casa de Cuenco:

    Dicho Sr. que, más bien por mera curiosidad que por vía de lucro, posee el arte de retratar, adquirió en Madrid tres magníficas y grandes cámaras con sus accesorios de primera clase, dos oscuras de galería y viaje, aplicadas para retratos que pueden tener de dimensión 18 centímetros por 24, la otra cámara solar es la destinada para ampliaciones, sus dimensiones grandísimas, tanto, que puede dar imágenes de 45 por 56 centímetros. Añádase a estos aparatos porción de drogas, e infinidad de objetos químicos que también adquirió para el retoque e iluminación; una máquina de tallar madera para la confección de cuadros, porción de sierras, estuches y se comprenderá el buen gusto que el Sr. Alonso tiene en el particular. Esto unido a las explicaciones que puede recibir de su Sr. padre, D. José R. A. Villarmil, de cuyo arte es bien conocido en la mayor parte de la provincia, claro está que los trabajos rayarán a la altura de los mejores de su clase[xxii].

En la década de 1880, José Ramón Alonso Villarmil actúa como corresponsal de El Carbayón en los concejos de Cangas de Onís y Parres. Persona de orden y profunda religiosidad, desde esta tribuna trata algunos asuntos que atañen ideas e inquietudes personales manifestándose con tal contundencia en la exposición de sus ideas que genera algunas polémicas. La educación es uno de los temas que le preocupan y así, a principios del año 1881, trata sobre la instrucción primaria en Margolles en términos muy duros. Dice que los niños de la parroquia quedan en la mayor ignorancia porque el profesor que regenta la escuela en los últimos años “lo hace tan desacertadamente que no sabe ni es capaz de trasmitir la ciencia que estudió, para obtener su título, a ninguno de sus alumnos” y que “no hubo ni hay ningún niño que, al lado de este profesor, haya aprendido a deletrear ni a leer con propiedad y mal podría escribir y contar”[xxiii]. Preocupado por el destino del dinero reunido para la construcción de la escuela de Margolles y por la tardanza en el inicio de las obras, en diciembre de 1883 publica otro áspero artículo que le indispondrá con los hermanos José, Ramón y Antero González Díaz, emigrantes enriquecidos en América[xxiv].

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José Ramón Alonso Villarmil

Firme defensor del fomento del arbolado, que considera de vital importancia para Asturias y sus campesinos, los incendios forestales le afectan profundamente entristeciéndole “la ruina que nos amenaza y nos persigue con tanta frecuencia”. Se duele cuando los semilleros de árboles destinados a repoblar la cuesta de Gines son destruidos por los pirómanos y dice que el ingeniero Ricardo Acebal del Cueto, su director, es “otro restaurador de Covadonga” que “con lecciones prácticas enseña a salir de la ignorancia al hombre más enemigo de su amigo, que es el árbol”[xxv]. Escribe que ha visto desde una atalaya “al principio de una noche en la última primavera, diez y nueve incendios en los montes de Piloña, Parres y Cangas de Onís”[xxvi]. El 4 de septiembre de 1883 pide que no se suprima el puesto de la Guardia Civil de Arriondas para que pueda seguir vigilando los montes porque

en esta comarca rara vez es la noche que no se vean incendios horrorosos en una u otra parte.
Si la Guardia civil acotase el terreno y vigilase el acotamiento de lo quemado, y prohibiese llevar los arbustos no destruidos muchos se conseguiría.
Además, si en límites de algún pueblo sucediese, como así acontece, algún incendio, y tasando el daño, se impusiera al pueblo como multa parte del importe de aquél por falta de vigilancia, quizá de este modo se descubriría el autor o autores del hecho al instruir las oportunas diligencias
[xxvii].

En 1885 alerta sobre el ruinoso estado de la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, reformada interiormente a finales del siglo XVIII por su tío-abuelo el párroco Miguel González Villarmil, que “tal vez muy pronto vendrá su techo al suelo ocultando entre sus ruinas las preciosísimas imágenes que adornan sus altares, hechas por un inteligente escultor, y perdiéndose de vista también las losas sepulcrales de las tumbas en donde estuvieron sepultados el Rey D. Pelayo y su mujer Gaudiosa” y advierte que “hoy con pocos miles de reales se repararía el templo, y mañana costará miles de pesetas[xxviii].

José Ramón Alonso Villarmil, que conocía Covadonga desde niño[xxix], comprendió la importancia de la difusión de vistas del santuario asturiano, siendo el primero que las pone a la venta. Aunque las fotografías que presentamos en este libro no pueden considerarse obras de especial importancia artística suponen, sin embargo, un acercamiento a la Covadonga pobre y arruinada que el obispo de Oviedo Benito Sanz y Forés transformó dignificándola con la inestimable colaboración de Roberto Frassinelli, Máximo de la Vega y tantos fieles que aportaron sus limosnas. Considerado el segundo fotógrafo del que se tiene constancia en la realización de fotografías del santuario[xxx], en 1865 vio llegar a Covadonga a numerosas familias “rezando el santo rosario y subir las escaleras de rodillas en agradecimiento a la Virgen milagrosa” y entendió la futura y creciente importancia religiosa del santuario “porque seguro estoy que el sacrosanto nombre de la Virgen de Covadonga no se olvida con facilidad entre las personas de fe cristiana”[xxxi].

Artículo publicado en: Remis Fernández, Javier, Prieto Aza, Jesús & Pantín Fernández, Francisco José, La Covadonga que transformó Sanz y Forés : Fotografías de José Ramón Alonso Villarmil en 1865, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2018, pp. 23-31.

[i] Debemos la publicación de las fotografías de José Ramón Alonso Villarmil a la amabilidad de don Jesús Prieto Aza. Cuando el autor de este artículo y Tadeo Pantín Bobia desarrollaban un proyecto de recogida de fotografías antiguas, en el seno de la Asociación Cultural Abamia (Corao), nos permitió la reproducción del archivo fotográfico de su bisabuelo y el positivado de los negativos en cristal existentes, realizado por Tadeo Pantín.

[ii] Vid.: Prieto Aza, Jesús & Pantín Fernández, Francisco José, “José Ramón Alonso Villarmil : 1831 — 1900”, en Pantín Fernández, Francisco José & Meneses Fernández-Baldor, María del Carmen (Coords.), Hombres y Mujeres de Abamia, Corao, Asociación Cultural Abamia – Excmo. Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2012, pp. 123-131.

[iii] “Vista de la Real Colegiata de Covadonga antes de la redificación (sic) | tomada en Julio de 1865”.

[iv] Biblioteca del Santuario de Covadonga, Álbum Real Colejiata, I, p. 138.

[v] El Eco de Avilés : revista semanal de intereses morales y materiales : 1866-1868, [prólogo, Santiago Rodríguez Vega; presentación, Juan Carlos de la Madrid, Rosa María Menéndez], Avilés, Azucel, [2000], edición facsimilar. Año I, núm. 5, domingo 30 de junio de 1866, p. 8.

[vi] Íd., año I, núm. 6, domingo 8 de julio de 1866,  p. 7.

[vii] Íd., año I, núm. 11, domingo 12 de agosto de 1866, p. 8.

[viii] Archivo Jesús Prieto Aza, Carta de José Sierra Payba a José Ramón Alonso Villarmil, Sevilla a Ribadeo, 27 de octubre de 1869.

[ix] André Adolphe Eugène Disdéri, uno de los grandes fotógrafos franceses, inventor del formato “carte de visite” y autor deL’art de la photographie(París, 1862), obra a la que hace referencia Sierra Payba.

[x] Archivo Jesús Prieto Aza, Carta de Diego Terrero a José Ramón Alonso Villarmil, sin lugar ni data. Las fechas referidas a las fórmulas de los baños figuran en el cuaderno de apuntes de fotografía.

[xi] Crabiffosse Cuesta, Francisco, “Establecimiento Litográfico Fratelli Tensi”, en Covadonga : Iconografía de una devoción : exposición conmemorativa del Centenario de la dedicación de la Basílica de Covadonga (1901-2001), Covadonga, Patronato Real de la Gruta y Sitio de Covadonga, Consejería de Educación y Cultura y Arzobispado de Oviedo, 2001, p. 327.

[xii] Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, año VII, núm. 1.230, 3 de marzo de 1885, p. 2.

[xiii] Íd., año VI, núm. 1.086, 10 de septiembre de 1884, p. 2.

[xiv] Íd., año VII, núm. 1.465, 14 de diciembre de 1885, pp. 2-3.

[xv] Íd., año VII, núm. 1.278, 30 de abril de 1885, p. 2.

[xvi] En el monasterio de Corias profesó y vistió el hábito dominico Celestino José Alonso Villar, hijo de Villarmil, que se ordenó presbítero en Oviedo el 19 de junio de 1886. La presencia de José Ramón Alonso Villarmil, autor de algunas fotografías del monasterio, pudiera estar relacionada con este acontecimiento. Villarmil ya había estado en Corias en julio de 1885, desde donde escribe carta al director de El Carbayón. Vid.: Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, año VII, núm. 1.358, 7 de agosto de 1885, p. 2.

[xvii] Archivo Jesús Prieto Aza, Carta de Fernando del Fresno a José Ramón Alonso Villarmil, Oviedo a Corias, 4 de julio de 1886. Una errónea y descuidada lectura de la fecha me hizo adelantar la data de esta carta en veinte años, que ahora rectifico corrigiendo lo publicado al respecto en Prieto Aza, & Pantín Fernández, José Ramón Alonso Villarmil, p. 126. El 27 de junio de 1886 Villarmil le había hecho un pedido y Fernando del Fresno se excusa por la tardanza, “por no tener preparadas” las placas, y solo le envía dos de 13 x 18 cm y otras dos de 10 x 13 cm que tuvo que cortar “pues de ese tamaño no preparaba hasta ahora” y le da instrucciones: “para estas placas además de hechar (sic) al rebelador (de 120 gramos) de 8 á 12 gotas de brº de potasa heche 5 ó 6 gramos de una disolución de sal de cocina al 10 por 100”.

[xviii] Íd., Carta de Fernando del Fresno a José Ramón Alonso Villarmil, Oviedo a Margolles, 24 de agosto de 1886.

[xix] Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, año VIII, núm. 1.639, 17 de julio de 1886, p. 3.

[xx] Archivo Jesús Prieto Aza, Carta de Fernando del Fresno a José Ramón Alonso Villarmil, Oviedo a Margolles, 11 de septiembre de 1888: “Creo que le han de satisfacer; como V. verá son muy rápidas o sensibles y muy limpias sin el menor velo, en todo superiores a las hasta ahora preparadas por mí. | Su importe es el siguiente: | 22 pla.s10 x 14, dando los cristales, a 12 r.sdocena 22 r.s|Si V. necesita más adelante más placas del mismo tamaño, se las cobraré poniendo yo los cristales a 14 r.sdocena ya ve V. que casi no merece la pena de mandar los cristales pues entre los que se rompen y lo que se paga sale peor mandarlos”.

[xxi] Archivo Jesús Prieto Aza, Carta de Fernando del Fresno a José Ramón Alonso Villarmil, Oviedo a Margolles, 3 de marzo de 1892.

[xxii] El Auseva, Cangas de Onís, año I, núm. 33, 29 de noviembre de 1891, p. 2.

[xxiii] Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, año III, núm. 156, 26 de febrero de 1881, pp. 1-2.

[xxiv] Íd., año V, núm. 878, 26 de diciembre de 1883, pp. 1-2. Réplica de José González Díaz en el número 889, del día 9 de enero de 1884, pp. 2-3, y contrarréplica en la tercera página del número 902, del 25 de enero de dicho año.

[xxv] Íd., año VII, núm. 1.230, 3 de marzo de 1885, p. 2.

[xxvi] Íd., año X, núm. 2.101, 9 de febrero de 1888, p. 1.

[xxvii] Íd., año V, núm. 788, 10 de septiembre de 1883, p. 2.

[xxviii] Íd., año VII, núm. 1.319, 22 de junio de 1885, pp. 1-2.

[xxix] González Solís y Cabal, Protasio, Memorias asturianas, [Madrid], [s. n.], 1890, p. 103:  “Conozco desde niño y he recorrido muchas veces los picos y el real sitio de Covadonga”. Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, añoVII, núm. 1.230, 3 de marzo de 1885, p. 2: “tengo sobrado afecto a aquel sitio que conozco mucho desde niño; y allí he tenido la honra de tratar también al Sr. Ministro de Fomento [Alejandro Pidal y Mon] en nuestros infantiles años”.

[xxx] Solo antecedido por Alfredo Truan Luard. Entiendo que se debe cuestionar la atribución a Villarmil de dos hermosas fotografías del santuario (publicadas en el primer artículo de este libro), contemporáneas de las aquí presentadas. Francisco Crabiffosse ya consideraba arriesgada dicha atribución y atendiendo a la notoria diferencia estilística y material que se observa entre ellas y las fotografías que indudablemente realizó Villarmil, estimo más prudente devolver su autoría al anonimato. Vid.:Crabiffosse,“José Ramón Alonso Villarmil”, en Covadonga : Iconografía de una devoción,pp. 320-323.

[xxxi] Biblioteca Virtual del Principado de Asturias, El Carbayón, Oviedo, año VII, núm. 1.370, 20 de agosto de 1885, p. 1.