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c. 1918
Anónimo
Col. Asociación Cultural Abamia. Cedida por Teresa Carcedo Miyares (Sobrecueva)
Antes de su paulatina sustitución por el carro moderno y de la aparición del automóvil en el concejo, en torno a la segunda década del siglo XX, el carro del país era el instrumento imprescindible en el transporte de mercancías. Su utilización se había impuesto por la difícil disposición de los caminos, su costo relativamente modesto y la facilidad para repararlos, por el mismo propietario en muchos casos.
Sin embargo, el rozamiento del eje, que producía el «canto» del carro, un chirrido a un tiempo rítmico y desacorde que muchos carreteros tenían a orgullo fuese más estridente que el del vecino, suponía un grave problema por el calor que desarrollaba, llegando en ocasiones a quemar el eje, el carro y hasta la carga que transportaba, y por el esfuerzo adicional al que obligaba a los animales de tiro, que implicaba su menor vida útil, una mayor alimentación y una menor capacidad de carga.
El «canto» de los carros estaba prohibido por las ordenanzas del concejo y suponía en la ciudad de Cangas de Onís una molestia difícilmente soportable, siendo sancionados algunos carreteros a pesar de la laxitud de los municipales que era motivo de frecuentes quejas en la prensa local.
En este caso, vemos la conducción de una pipa de sidra en un carro del país en el vado de El ríu Chicu, en Corao. Muy probablemente, la sidra procedería del lagar de La Casa Nueva, a unos pocos metros del lugar donde fue realizada la fotografía, colindante a la casa de la fotógrafa Benjamina Miyar.
Fotografía y comentario publicados en Pantín Fernández, Francisco José, Cangas de Onís 1918, vida en torno a un centenario, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2018, pp. 148-149.