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Comentadas por Javier Remis Fernández

  1. Vista general de la Santa Cueva

En esta vista general de la cueva, tomada por José Ramón Alonso Villarmil, puede verse en primer plano la canalización del agua y el basamento sobre el que habría de levantarse el gran templo monumental proyectado por Ventura Rodríguez, arquitecto de cámara de Carlos III, con el que se pretendía devolver a Covadonga su importancia histórica y espiritual. Finalmente el proyecto no se llevó a cabo debido a la falta de financiación y a la oposición que sufrió por parte del Cabildo que consideraba que además de relegar la devoción a la virgen a una capilla secundaria atentaba contra la natural belleza del paisaje del santuario.

También se ve la Colegiata de San Fernando, templo de planta rectangular distribuido en torno a un patio que consta de una torre cuadrada en la parte más cercana a la cueva. Es el edificio más antiguo de los que se conservan en el santuario al ser construido en tiempos del obispo Diego Aponte de Quiñones (1585-1599) sobre otro anterior del que solo se conservan, en el claustro, dos sepulcros abaciales del siglo XI.

En el interior de la Santa Cueva puede apreciarse la pequeña capilla construida en el año 1820 y la techumbre que se hallaba sobre el sepulcro de Don Pelayo.

2. Vista general de la Santa Cueva

En una toma casi idéntica a la anterior, aunque más cercana a la colegiata y a la Santa Cueva, se nos ofrece un mayor detalle de las sobrias construcciones. A pesar de verse la denominada «cola de caballo», el desagüe del estanque que hay debajo de la cueva, queda fuera de plano la canalización de agua situada en la parte inferior del basamento de la obra proyectada por Ventura Rodríguez.

3. Nuestra Señora de Covadonga

Pionero en la reproducción fotográfica de la imagen de la Santina, era habitual en Villarmil estampar su firma en el Álbum de la Real Colegiata cada vez que visitaba el santuario. Gracias a ello sabemos que el 13 de agosto de 1865 realizó un retrato de la Santísima Virgen. Podríamos hallarnos por tanto ante la albúmina referenciada en dicha anotación y ante una de las primeras imágenes de la Virgen de Covadonga reproducida fotográficamente.

Este modelo, en el que aparece la talla de la Santina vestida con un delantal, manto y rostrillo cuajados de motivos vegetales sobre una mesa cubierta por un mantel blanco fuera de su «Camarín», es el que luego seguirán otros fotógrafos como Vicente Pérez Sierra, Diego Terrero Pérez o Daniel Álvarez Fervienza.

Como se da en este caso, era habitual pegar las fotografías sobre un cartón para venderlas como objeto de recuerdo. En algunos modelos se estampaban en el reverso oraciones dedicadas a la Virgen.

Villarmil la retrató antes de que el obispo Sanz y Forés ordenara dulcificar su rostro, trabajo que le sería encargado al imaginero y dorador valenciano Antonio Gasch.

4. Sepulcro de Don Pelayo

El sepulcro de Don Pelayo fue otro de los objetivos que quiso inmortalizar con su cámara Alonso Villarmil. Aunque el primer Panteón Real se establecería en la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, se dice que sus restos fueron trasladados a la Santa Cueva en tiempos de Alfonso X el Sabio.

Sobre la verja que protege el enterramiento puede verse grabado en la roca un texto que nos dice que:

aqvi yaze el s rey don pelaio elleto el ano de 716 qve en
esta milacrosa cveba come
nzo la restavracion de espa
ña benzidos los moros fallecio ano 737 y le acõpaña ss mvger y ermana

A lo largo de los años la tumba de Don Pelayo experimentó numerosas transformaciones, sobre todo a partir del último cuarto del siglo XIX. El que Villarmil vio en sus primeras visitas es el mismo que la reina Isabel II había conocido durante su viaje a Covadonga en 1858 y el que se encuentra Sanz y Forés cuando llega por primera vez al santuario. Es durante las obras de trasformación encargadas por el prelado ovetense a Roberto Frassinelli cuando se retiró la verja exterior que lo protegía para colocar otra distinta, aunque en el hueco del enterramiento. Poco después, en 1901, se abrió una cavidad mayor en la roca y se grabó, bajo un arco labrado de piedra, una inscripción que decía:

pelagivs primvs hispaniae instavratae rex ad hoc fannvn renvnciatvs iacet heic vna cvm eivs vxore gavdiosa sororecve obiit anno dccxxxvii abamiaeqve primo terra contestvs fvit
ad memoriam mcmi

La forma adoptada actualmente hizo desaparecer la anterior inscripción y se debe a la reforma efectuada por Luis Menéndez Pidal tras finalizar la guerra civil española, en los años cuarenta del siglo pasado.

5. Casas de los beneficiados y vista general

En esta otra vista vemos la parte trasera de las cuatro casas que el obispo Caballero de Paredes había ordenado construir a mediados del siglo XVIII en la parte baja de Covadonga con el fin de facilitar la vivienda a los dependientes o beneficiados del santuario. Al residir en ella chantres y sochantres pasaron a conocerse como las Casas de los Músicos. También puede apreciarse una pequeña edificación en forma de caseta que se supone serviría para albergar herramientas o aperos de labranza con los que cultivar sus huertas.

En la parte superior de la fotografía, sobre la base y canalización proyectadas por Ventura Rodríguez, puede verse la Colegiata de San Fernando y la Santa Cueva donde puede apreciarse en su interior una pequeña techumbre que se encontraba sobre el sepulcro de Don Pelayo. Estos dos templos eran los únicos con los que contaba por aquel entonces el Santuario de Covadonga.

La fotografía viene pegada sobre un cartón rígido en el que aparece la firma de Villarmil, publicidad que utilizaba en las imágenes destinadas para la venta al público.

Fotografías y comentarios publicados en: Remis Fernández, Javier, Prieto Aza, Jesús & Pantín Fernández, Francisco José, La Covadonga que transformó Sanz y Forés, Cangas de Onís, Ayuntamiento de Cangas de Onís, 2018, pp. 33-53. Con la colaboración de Tadeo Pantín Bobia.