En el centro de la ciudad de Cangas de Onís, frente a la casa que sirvió de ayuntamiento, cárcel y juzgado del concejo hasta finales del siglo XIX, se hallaba un edificio que hasta el año 1937, cuando es destruido, fue, acaso, el más emblemático de ella, conocido con el nombre de Palaciu Pintu por los adornos que lucía en sus paramentos.
El Palacio Pintu y sus edificaciones complementarias ocuparon gran parte de lo que hoy es la plaza de la iglesia parroquial de Santa María del Mercado de Cangas de Onís, desde el año 1963 en que se inauguró dicha iglesia.
Del Palaciu Pintu solamente conservamos el escudo armero que lució durante varios siglos en la fachada oeste que daba a la llamada calle de Sotura, pues ni el solar del edificio existe. Fue en su tiempo un palacio[i] emblemático de la ciudad, conocido, sobre todo, por las pinturas que decoraban sus muros exteriores, de ahí su nombre.
El palacio surge cuando el escribano Cosme de Rodrigo y su mujer, Margarita Vidal Rivero de Posada (de la familia Rivero Estrada de Llanes), deciden trasladar su residencia a Cangas de Onís, desde el palacio de Miyar en la parroquia de Triongo, y para ello edifican, a fines del siglo XVII, este palacio de claro aspecto urbano.

Constaba de un cuerpo de doble planta que, en el lado este, lucía una torre cuadrangular a la que posteriormente se agregó otro cuerpo apoyado a ella que afeaba el conjunto. Fuera de la edificación, también del lado este, se encontraba una capilla dedicada a la Santísima Trinidad. La fachada oeste, frente al edificio del Ayuntamiento, ostentaba un suntuoso y gran escudo. El conjunto se rodeó, en algún tiempo, de unos espacios dedicados a jardines y huertas, cerrados con muros y verja.
Los constructores del Palaciu Pintu casan a su hija, Beatriz Rodrigo Vidal, con Francisco Varela Bermúdez, de linajuda estirpe gallega, y el hijo de este matrimonio, Francisco Varela Rodrigo Bermúdez de Ulloa, regente que fue de la Audiencia de Oviedo, se casa con Josefa Manuela Terán Arenas y Mendoza.
De este tiempo es el escudo que existía en la casa y que hoy, gracias a quien se preocupó de ello, se exhibe en la reproducción de la torre del Palacio Pintu, ubicada en el edificio donde actualmente se encuentra la delegación de Hacienda.
El escudo, de claro matiz gallego, está formado por cuatro grandes piedras que llevaban en las dos laterales esculpidos leones que sostenían el escudo propiamente dicho, apareciendo detrás de ellos, como fondo, atributos de guerra: cañones, banderas, tambores, etc. El escudo, redondeado y muy sobresaliente, tiene cuatro cuarteles en los que figuran distintos motivos propios de las familias que cita. Entre ellos y la cimera va una franja con la siguiente leyenda:
Ex bona arbore bonvs frvtvs.
Por todo el alrededor del escudo corre la siguiente leyenda:
Los Varelas y Bermúdez
Ulloas y Villalobos
Tan antiguos en Galicia
Como en Castilla los godos
Por mi ley y por mi rey moriré.
En el palacio de Vega (Aller) existe un escudo idéntico y con la misma leyenda por haber pertenecido a la misma familia.
Leandro García Ceñal, fallecido el 27 de enero de 1916, otorgó testamento legándolo, con todo el mobiliario, a su primo hermano Juan Vázquez de Mella y Fanjul, con la condición de que al fallecimiento de éste pasara a sus hijos legítimos y si no los tuviera al Ayuntamiento de Cangas de Onís con destino a fines benéfico-docentes que determinaría libremente Vázquez de Mella, que murió sin descendientes y sin indicar uso para el edificio del que, tras diversas gestiones de carácter legal, el Ayuntamiento de Cangas de Onís tomó posesión en el año 1929.
El Palaciu Pintu, llamado también de la Capitana y, más tarde, Casa de Ceñal, fue víctima de la Guerra Civil Española. En su solar existe hoy un pequeño jardín que lleva como complemento una estatua del rey Pelayo, obra del escultor Félix Arenas.
Según notas de Celso Diego Somoano, fallecido cronista oficial de Cangas de Onís.
[i] En Asturias, cuando se habla de palacio se alude a la casa y solar de un linaje hidalgo, representativa de la continuidad de una familia noble que une a su apellido tierras vinculadas, privilegios y supremacías adquiridos a lo largo de los tiempos y la antigüedad en el desempeño de cargos públicos, como regidores, escribanos y otros. Estas casas, de ordinario, pasaban a los primogénitos, herederos del vínculo familiar, y ostentaban en sus fachadas piedras de armas mencionadas en una expresión frecuente al referirse a estos linajes: casa y solar conocido, armas poner y pintar.