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Janine Fayard nos pone en la pista. La familia de Tomás Fernández Molinillo, consejero del Consejo Real de Castilla y caballero de Santiago, había probado su nobleza en 1514 ante la Chancillería de Valladolid, que otorgó a su favor carta ejecutoria de hidalguía, pero la villa de Brunete (Madrid) empadronaba a sus miembros como pecheros[1]. La reanudación del pleito[2], en 1675, nos permite conocer escasas pero interesantes noticias de una casa solariega de Corao (Cangas de Onís, Asturias) cuya historia ha quedado difuminada por las brumas del tiempo: la casa de Fernández, luego de Fernández del Cueto.

El cuarto abuelo de Tomás Fernández Molinillo, el capitán Alonso Fernández Molinillo, era natural de Corao. Conviene aclarar que el apellido Molinillo no es propio de la casa y solar de Fernández y su adopción por parte de Alonso Fernández fue, según el mismo comentó a Francisco de Bueña[3], porque en el lugar de Valdemorillo (en su tiempo Segovia, hoy Madrid), donde se casó y tomó vecindad, había otros del mismo apellido Fernández y otro del nombre Alonso Fernández y que por diferenciarlos habían llamado a uno Alonso Fernández del Moral, porque tenía un moral junto a su casa, y al coraíno Alonso Fernández Molinillo, porque tenía un molino de pan pequeño que había llevado su mujer, Juana López, en dote cuando se casaron. Esta diferenciación también nos sirve a nosotros para distinguirlo de su padre y por ser, además, el apellido que llevan sus descendientes, nos referiremos a su persona con el nombre que adoptó tras su matrimonio en tierras segovianas.

Alonso Fernández Molinillo, siendo mozo de unos veinte años, salió de la casa de sus padres en Corao y marchó a la guerra donde estuvo como cosa de diez u once años, según refiere el mencionado Francisco de Bueña, transcurridos los cuales vino a alojarse, formando parte de una compañía de soldados, en la ciudad de Segovia y en otros lugares de su tierra. De allí escribió a su padre dándole cuenta de su existencia y de que trataba de casarse. Visitó luego Corao, dos o tres veces, donde el testigo le vio hospedado en la casa de sus progenitores, que después fue de su hermano Pedro Fernández del Cueto, mayorazgo y sucesor en el vínculo. En conversación con él, Bueña supo que estaba casado y que tenía hijos; hablaron de cuando se ausentó de Corao, de las cosas que le sucedieron en la guerra y de las tierras que vio.

En Valdemorillo fue empadronado como pechero, por lo que en 1514 puso demanda contra el concejo sobre su hidalguía, como descendiente por línea recta de varón de la casa y solar de Fernández, sita en el dicho lugar de Corao, y como biznieto de Álvaro Fernández y Ana de Labra. Declarado por hidalgo en posesión y propiedad de sangre, el fiscal apeló la sentencia y en esta situación falleció Alonso Fernández Molinillo quedando suspenso dicho pleito hasta el 30 de agosto de 1675 cuando el doctor Simón Fernández Molinillo[4] y otros familiares lo retomaron siendo declarados por hijosdalgo notorios de sangre, en posesión y propiedad como descendientes de la casa y solar de Fernández de Corao despachándoles carta ejecutoria el 21 de marzo de 1679 y mandando al concejo, justicias y regimientos del lugar de Valdemorillo y de la villa de Brunete que se les guardasen todas las honras, franquezas, exenciones y libertades que se suelen y acostumbran guardar a todos los hidalgos de sangre del reino.

Alonso Fernández Molinillo presentó en 1514 como testigos en la Chancillería de Valladolid a diversos vecinos del lugar de Valdemorillo y a los siguientes del concejo de Cangas de Onís: Pedro Alonso de Yntriago, vecino del lugar de Intriago (Cangas de Onís), hidalgo de 80 años; Francisco de Bueña, vecino y natural de Corao, hidalgo notorio de 76 años; Juan de Soto, vecino de Corao, hidalgo de 76 años; Juan Alonso de Corao, vecino de dicho lugar, hidalgo de 82 años; Juan González el Mayor, vecino de Corao, hidalgo de 75 años; Pedro Pérez, vecino y natural del Cueto, hidalgo de 82 años; y Pedro González de Teleña, escribano y vecino del concejo de Cangas, hidalgo de 70 años.

El mencionado Bueña, siendo preguntado en la sala de alcaldes de los hijosdalgo de la Chancillería de Valladolid, declaró que conocía desde niño a Alonso Fernández Molinillo y que también conoció a Alonso Fernández, su padre, residente en dicho lugar de Corao con su casa poblada, bienes y hacienda y dijo que había muerto hacía tres o cuatro años, de más de 83 años. Igualmente conoció a Rodrigo Fernández, su abuelo, que estaba casado con Isabel de Noriega. Era vecino de Corao, donde tenía su casa y habitación, bienes y hacienda raíz; declara que era muy viejo y que estaba impedido en una cama. Murió veinticuatro o treinta (sic) años antes de 1514, y se decía públicamente que tenía más de 100 años, asistiendo el testigo a su entierro, en su sepultura, en la iglesia de Santa Eulalia de Abamia. Por último, declara que asimismo conoció a Álvaro Fernández, bisabuelo del contendiente, siendo vecino del lugar de Corao y casado con Ana de Labra, teniendo su casa poblada, bienes y hacienda raíz. No se acuerda que edad decían tenía ni a la que murió y solo puede decir que era hombre muy viejo y que hace muchos años que murió (un cómputo en base a la edad del testigo y su afirmación de que lo conoció de cuatro o cinco años, nos sitúa hacia 1442).

Otra de sus respuestas nos traslada al Corao de finales del siglo XV, pues declara que desde que recuerda, más de sesenta años, conoce y ha visto la casa de Fernández, sita en el lugar de Corao. Dice que es un edificio “de piedra fuertte”, que da a entender es fortaleza muy antigua. Tiene dos puertas fuertes, barreteadas de hierro por dentro y fuera, y tiene dos saeteras secretas en lo alto de la casa que apenas se ven. Las armas, encima de la puerta principal, se han gastado con el tiempo pero su señal permanece. Y dicha casa tiene su término alrededor, con tres huertas, dos grandes que la cercan y otra algo apartada, dividida por una calle o camino, más otras heredades anejas.

Todo ello, prosigue, denota ser casa muy antigua en la cual siempre ha visto y oído que se han conservado los que en ella han vivido con el nombre y apellido de Fernández, sucediendo en ella de varón en varón mayor de la familia por línea recta, como de vínculo y mayorazgo, sin haberla partido, dividido o enajenado. Ha visto cómo a sus miembros se les guardan las honras, franquezas, exenciones y libertades propias de los hijosdalgo notorios de sangre del concejo de Cangas de Onís. La casa, añade, goza de muchas preeminencias; entre ellas, el señor de la misma solía tener silla en lugar privilegiado de la iglesia de Santa Eulalia de Abamia. A este respecto, otro testigo, Pedro González de Teleña, escribano, notario público del concejo de Cangas de Onís y tío político de Pedro Fernández del Cueto, manifiesta que al presente, año 1514, no usan de la silla pero sí del lugar preferente y coinciden ambos en que es al señor de la casa de Fernández a quien primero se le da la paz y ofrece antes que ningún otro vecino[5].

Esta cuestión del asiento privilegiado en la iglesia de Santa Eulalia de Abamia volverá a suscitarse en el siglo XVII cuando María Suárez, viuda de Juan de Noriega de Corao, y María Fernández de Teleña, viuda de Santiago González de Teleña, disputen sobre un sitio en la iglesia en el que se solía sentar Isabel de Intriago, mujer de Alonso Fernández del Cueto, el primero y más preeminente, delante del altar de Nuestra Señora del Rosario, junto a una tumba de piedra alta que está en dicho lugar[6].

Las gastadas y no descritas armas de los Fernández son otro asunto a considerar. En la actualidad conocemos las armas, sin los esmaltes, de los Fernández del Cueto de Corao: un castillo surmontado de un león rampante, que corona a un caballero armado arrodillado ante él[7]. Así se veían en el Palación de Corao, de lo que tenemos constancia por un dibujo publicado en los Recuerdos de Asturias, editados por Eduardo Llanos[8]. En el hermoso escudo de la casa de los Fernández del Cueto y Noriega (Coraín, Cangas de Onís), no figura el castillo. ¿Serían estas las armas de los Fernández de Corao?

Armas de los Fernández del Cueto existentes en el desaparecido Palación de Corao. Dibujo realizado por Leandro Llanos Álvarez de las Asturias y publicado en los Recuerdos de Asturias por su hermano Eduardo.

No hay duda de que la casa y solar de Fernández de Corao es la antecesora de los Fernández del Cueto, primero, y de los Noriega, después, en dicho lugar. Con los datos aportados por el legajo 270 de la Chancillería de Valladolid, podríamos conjeturar que Pedro Fernández del Cueto, hijo de Alonso Fernández y Cathalina del Cueto, nacido en el siglo XV, fuese el primero de los de este apellido. No obstante, Constantino Cabal, en lo que llamó “La historia de dos sepulcros” menciona a un Alonso Fernández Cueto, hidalgo del siglo XV y padre de Pedro Fernández del Cueto y Pedro González del Cueto. El primero casó con María González de Mones[9] y el segundo, que asistió a la toma de Granada como soldado de los Reyes Católicos, con Catalina Cabeza de Vaca, estableciéndose luego en Osuna (Sevilla).

Cabal se basa en una información judicial ad perpetuam sobre la nobleza de los linajes del Cueto, Labra y Noriega, promovida por Juan de Noriega, de la casa del Cueto, para demostrar la nobleza de su hijo Pedro que pretendía ingresar de colegial en Osuna[10]. En el mismo sentido, Francisco Pendás González nos dice que los principales hechos demostrativos de la nobleza de estos linajes, argumentados en dicha escritura, son haber fallecido Don Pelayo en dicha casa del Cueto y haberle sepultado, y a su mujer Doña Gaudiosa, en los sepulcros de la misma existentes en la iglesia de Abamia, en los que nadie se enterró después[11].

El último señor de la casa de Fernández, Alonso Fernández del Cueto, marido de la mencionada Isabel de Intriago, dejó como heredero del vínculo en la primera mitad del siglo XVII a Juan de Noriega de Corao, mayor en días, casado con María Suárez, implicada en la disputa por el asiento privilegiado de Abamia, y promotor de la mencionada información judicial[12]. Quedó así incorporada la casa y solar de Fernández en la de Noriega, que continúa en la actualidad.

Genealogía

I. Álvaro Fernández, vecino de Corao, señor y pariente mayor que fue de la casa y solar de Fernández, sita en dicho lugar de Corao, fallecido hacia 1442. Ana de Labra, su mujer.

                  1. Rodrigo Fernández, que continúa.

                  2. Otros hijos no especificados.

II. Rodrigo Fernández, vecino de Corao. Nació hacia 1390 y falleció unos cien años después. Casado con Isabel de Noriega.

                  1. Alonso Fernández, que continúa.

III. Alonso Fernández, nacido en Corao hacia 1428 y fallecido hacia 1511. Cathalina del Cueto, su mujer, vecinos de Corao.

                  1. Pedro Fernández del Cueto, hijo mayor, que casó con María González.

                  2. Alonso Fernández [Molinillo], hijo menor, que continúa.

IV. Alonso Fernández Molinillo, nacido en Corao hacia 1477 y fallecido en Valdemorillo después de 1514, antes de la resolución del recurso del fiscal en el pleito sentenciado a su favor. Casado en Valdemorillo con Juana López.

                  1. Diego Fernández Molinillo.

                  2. Juana Fernández Molinillo.


[1] Fayard, Janine. Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746). Madrid, Siglo XXI de España Editores SA, 1982, p. 181. Tomás Fernández Molinillo nació en Brunete con anterioridad al 27 de septiembre de 1667 y falleció el 14 de agosto de 1732. Estudió en el colegio mayor de San Pelayo, de Salamanca, y en su universidad ocupó dos cátedras de Leyes antes de comenzar su carrera jurídica en la Administración, culminada con su nombramiento como consejero del Consejo de Castilla el 7 de diciembre de 1725.

[2] Archivo de la Chancillería de Valladolid, legajo 270, expedientes 2 y 6.

[3] Uno de los testigos por él presentados en el pleito seguido en la Chancillería vallisoletana en 1514.

[4] Colegial mayor de San Ildefonso, de la Universidad de Alcalá de Henares. En 1681 era párroco de Santiago, en Madrid, en 1683 era cura de la iglesia parroquial de Santa Cruz, en Madrid, y examinador sinodal del Arzobispado.

[5] Difiere algo la declaración de Pedro González de Teleña respecto a la de Francisco de Bueña, aunque no en lo sustancial, tan solo algún cambio en el computo temporal, algún detalle omitido, y el identificar a Álvaro Fernández como el antepasado impedido.

[6] Archivo Histórico Nacional. Secc. Ordenes Militares, Santiago, Juan de Noriega Robredo, leg. 97 mod. ff. 89 vto. y ss. Escritura de compromiso y sentencia arbitraria dada por el licenciado Pedro Trespalacios, cura de San Pedro de Con, en el año 1651, de la que resulta tener asiento distinguido en la parroquia de Santa Eulalia de Abamia, desde aquellos tiempos y aún anteriormente, los ascendentes de Juan de Noriega Robredo.

[7] Sarandeses, Francisco. Heráldica de los apellidos asturianos. Oviedo, RIDEA, 1994. 2ª edición, núm. 568.

[8] Llanos, Eduardo, Recuerdos de Asturias (primera serie, números 2 a 10). Londres, London Stereoscopic Co., 1902, lámina 2.

[9] En el pleito de Alonso Fernández Molinillo se dice que su hermano Pedro Fernández del Cueto estaba casado con María González, sin mencionar segundo apellido.

[10] Cabal, Constantino. Covadonga : estudio histórico-crítico (Segunda edición). Madrid, Editorial Voluntad, 1924, pp. 342-343. La información se inició el 7 de agosto de 1632 en Mestas ante Toribio Prieto, juez por el Estado de los hombres buenos labradores, y el escribano Pérez de las Rozas, continuando luego en el Mercado de Cangas de Onís para terminar en Parolu el día 30 de marzo de 1633.

[11] Pendás González, Francisco, “Incertidumbres históricas. ¿Está Pelayo en Covadonga?”, en La Esfera, Madrid, año V, núm. 255, 16 de noviembre de 1918, pp. 15-16.

[12] Archivo Histórico Nacional. Juan de Noriega Robredo, instrumentos pertenecientes a las pruebas, números 7 y 12: Testimonio del testamento de don Juan de Noriega, abuelo paterno del pretendiente. “Todos los demás bienes que ella y yo [Ana María de Soto y Juan Manuel de Noriega Soto] tenemos libres, que todos los de este lugar y del de Següenco, que quedaron de la herencia de Alonso Fernández del Cueto, dueño que fue de esta Casa, son vinculados, y como tales no se partieron con los demás hermanos de don Juan de Noriega de Corao, mi padre, quedando todos para él por vinculados, como consta de la escritura de transacción y partición de bienes que hicieron entre dicho mi padre y sus hermanos, que pasó por testimonio de Pedro Cueva de Llenín, escribano que fue del número de este concejo, y para entre mis papeles…” Fuente: Protocolo de escrituras públicas que pasaron ante Domingo Sarro, año 1717, fol. 232. El archivo de los escribanos Sarro, desaparecido, estaba depositado en 1813 en casa de Bartolomé de Intriago, en Corao, por disposición del alcalde constitucional de Cangas de Onís.